Gareth Liddiard – Strange Tourist (ATP Recordings)

En la historia de la música, no han sido muchos los que han ostentado ese intangible que, en teoría, poco tiene que ver con la música pero que, al final, tanto tiene que ver con el éxito. Carisma lo llaman. Seguro que no han sido muchos, aunque da la sensación de que muchos más de los que son y están ahora.

Como el talento, se tiene o no se tiene. No se puede cultivar. Y Gareth Liddiard es de los que actualmente lo tienen. El australiano, con fama de huraño y hecho para adentro, adorna su extraordinaria capacidad para interpretar con un aura de loco ermitaño que dota, si cabe, de mayor singularidad a su obra. Después de más de diez años al frente de The Drones, el de Perth lanza su primer disco en solitario en el mejor momento de la banda, por fin reconocida por crítica y público a nivel internacional.

Strange Tourist nos revela lo que ya sabíamos: Liddiard es, por encima de todo, un notable hacedor de historias. Hasta ahora, la rabia y la fuerza en la forma ganaban protagonismo al contenido de verdaderas joyas compositivas que, como “She had an abortion that she made me pay for”, “Oh my” o “Jezebel”, pueblan la discografía de Drones. Esta característica de Liddiard queda al descubierto en Strange Tourist, gracias a su presentación con guitarra y micro.

Si a esta recién descubierta habilidad le unimos que el formato elegido por Liddiard no hace sino potenciar su escandalosa facilidad para llegar a las entrañas, tenemos que Strange Tourist no es sólo un disco para los fanáticos coleccionistas de The Drones. El disco cuenta con ocho canciones en las que aparece un Liddiard desatado: hay temas de 6, 7, 8, 9 y hasta 16 minutos; lejos de provocar el cansancio en el que escucha, la incómoda sensibilidad del australiano, así como su extraña técnica con la guitarra, evitan cualquier síntoma de cansancio. “Blondin makes an omelette”, “Strange tourist”, “The collaborator”, “Did she scare all your frineds away”, “She’s my favourite” y “The radicalisation of D” son verdaderas obras de artesanía de entrañas y verdad de las que uno jamás se cansa. Un disco único.

Esperemos que no, pero si Liddiard se nos hace mayor y decide relajar sus cuerdas con The Drones, su versión en solitario nos paliará la pena.

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