Lucero – All a man should do (ATO / [PIAS])

No está mal que un producto musical de estas características -perdón por calificar de tal lo que normalmente catalogamos como trabajo, a secas- se presente como una puntual mezcla de Drive-By Truckers y Gram Parsons. Evidentemente, Lucero son mucho más que eso, y solo es preciso escuchar la mitad de este interesantísimo disco para darse cuenta de que la banda estará señalada en nuestra brújula como posible parada en los próximos movimientos de la aguja. Y son más porque su concepto del country, del rock setentero y del blues no es el mismo que el de otras bandas de su generación y características. Son similares a muchos, pero únicos y personales cuando quieren, y eso sucede bastante a menudo. En este caso está claro que esa búsqueda de personalidad entraba dentro de los principales presupuestos de Ben Nichols, el líder natural de una formación que encuentra en el diario vital de su cabecilla la base de las canciones. Intimistas y descriptivos a su manera, los norteamericanos se desmarcan definitivamente de cualquier corriente de americana moderna y pasan a la acción con poderosas armas.

Si suena «Cant you hear them howl» es imposible no emparentarlos con los pegajosos himnos del Sticky Fingers stoniano, incluidos esos divinos arreglos de viento, y de la misma forma, si sabemos que el álbum ha sido grabado en Memphis es inviable que los imaginemos tocando de otra manera que no sea esta. Y sí, en All A Man Should Do hay mucho country rock, mucho sur y mucha experiencia para contar las cosas que se quieren contar de la forma adecuada. Es ya la décima vez que se meten en un estudio y ya no están para rugir como hace años, sino para contribuir con una serie de efectivos medios tiempos que no lo son tanto a la bola de prestigio que aún no ha llegado a nuestro país (qué raro, ¿verdad?).

Versionan a Big Star, lo cual no deja de sorprender teniendo en cuenta sus diferencias estilísticas, e invitan a su batería Jody Stephens a hacer coros en «Im in love with a girl», tema con el que rematan una leve incursión en el power pop que se complementa con la vehemencia de «They called her killer», la curiosa historia de una devorahombres, y «My girl & me in 93», otra de esas estampas biográficas sobre la juventud perdida que no nos importaría lo más mínimo de no estar tan bien compuesta. Hay sitio para los malos hábitos, que son los mejores, inspiradores de la exquisita «I woke up in New Orleans», y la atmósfera general de fracaso y redención sigue rondando en la letra de «Baby dont you want me». ¿Mal rollo? En absoluto. Más bien sinceridad y armonía con los sentimientos propios y ajenos.

En este disco están probablemente algunas de las melodías más pegadizas, si es que saben hacer algo de eso, que Lucero hayan grabado nunca. Nos podríamos estar refiriendo perfectamente a «Went looking for Warren Zevon´s Los Angeles» (otro homenaje nada velado), y a la muy soul «Throwback No. 2», sin cuya estructura no se entendería el grueso de este trabajo (ahora sí, ya hemos obviado lo de producto) sincero y mucho menos obvio de lo que parece. Sin ánimo de ofender, para hacer de una música tan oída y previsible algo tan reposado y diferente hay que valer. Y si no están de acuerdo, dejen de escuchar este disco.

 

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