12Twelve – Speritismo (Boa)

El misterio y la expectación envolvían el regreso de 12twelve; los barceloneses, tras el espectacular debut Tears, complaints and spaces (Boa music, 01) y el aperitivo Doppler (Astro, 02) compartido con los bilbaínos Ya te digo, hacían las maletas y ponían rumbo a Chicago, donde por unos días okuparian el afamado estudio de grabación Electrical Audio, para cumplir uno de sus sueños, grabar un disco bajo la tutela del todopoderoso Steve Albini.

¿Y cuál es el resultado?… pues exactamente el que se esperaba, un disco completo, con mil capas para descubrir una a una, un collage de sonidos que se dan la mano en tan solo siete cortes por obra y gracia de Albini, y de 12Twelve, por supuesto. Latigazos (post)-hardcore, épica (post)-rock y todo ello planeando sobre todo un cálido manto free-jazz (esa batería sencillamente genial a lo largo del todo el álbum), que acabando siendo el elemento diferenciador de esta banda y uno de los grandes valores añadidos de este trabajo.

Speritismo se abre con «Leroy», un comienzo tranquilo, con una batería y unos vientos que van a marcar la pauta constantemante, para finalizar en un torbellino de ruido, que podríamos denominar algo así como noise-jazz. La temperatura comienza a subir cuando suena el segundo corte («Habashi»), y el goteo de las notas que marca la guitarra de Jaime L. Pantaleón amenaza diluvio; cuatro minutos después, la amenaza se cumple, y la tormenta arrasa todo lo que encuentra a su paso. Pasado el chaparrón, quedan las secuelas «Sete mil vezes», que en forma de violentas sacudidas que inspiran cerca de Slint y expiran sobre Shellac, para acabar matizadas por los artilugios electrónicos de DJ2D2: Artiluguos electrónicos estos, que marcan el tempo de «Belmondo», uno de los cortes más largo Speritismo, en el que el ambiente se va volviendo cada vez más denso hasta acabar en una tremebunda espiral de ruido.

Más de medio disco cubierto, es necesario tomar aliento, suena «Musique primitive», una suerte de calma tensa, que irremediablemente acaba viciándose, chirriando e incomodando, y que sirve de perfecta introducción a «Gayra», o como fusionar el de Young Team (Chemikal undergorund, 97) de Mogwai con el Electr-o-pura (Matador, 95) de Yo la tengo. Y para cerrar, «Alcatraz», que en ocho minutos y medio es capaz de resumir todos los matices de Speritismo, los densos crescendos, el pulso guitarrero y sus sacudidas eléctricas, los leves flirteos electrrónicos y los sutiles ambientes jazzy.

Sin duda, Speritismo es el disco que todos estábamos esperando.

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