Entrevistamos a Parade y Nacho Casado
De la unión de dos orfebres del pop como son Parade y Nacho Casado ha acabado germinando en un disco mayúsculo. Parade & Nacho Casado (Jabalina, 2024) nos habla del amor, de la soledad y la incomprensión en un mundo cada vez más gris. Del arcipreste de Hita a los clones separados al nacer, de la bossa nova a la tradición baladística.
Pronto llegarán sus primeras presentaciones, puedes consultar las primeras fechas al final de esta entrevista. Hablamos con los protagonistas de uno de los discos del año.
«Es un disco creado a cuatro manos, donde ambos estamos presentes en todas las canciones, no solo aportando nuestros instrumentos y voces, sino también a nivel emocional»
La primera pregunta parece de rigor: ¿cómo os conocisteis y en qué momento decidisteis dar forma al disco?
Antonio: Pues fue en la primavera del 2023. Yo había escuchado sus discos y me habían gustado mucho. Quería conocerlo. Yecla está a unos 90 kilómetros de Elche, así que aproveché un concierto que Nacho hacía para quedar, darle algunos discos míos y charlar un rato. Hubo buena conexión. Hablamos en un primer momento de grabar un par de canciones en mi estudio y ponerlas en redes, pero vimos que la colaboración funcionaba y que podría ser mucho mas serio que eso. Nacho insistió de esa manera tan suya que lo veía muy claro y yo vi también que era factible grabar un disco largo, pues teníamos el apoyo total de Jabalina por detrás.
Nacho: En este momento de mi carrera, me encontraba en una etapa delicada, ya que necesitaba que mi música y mis conciertos funcionasen en el ámbito del negocio. Justo en esas circunstancias, siempre he creído que Antonio merece mucho más que el mundo indie en el que hemos estado moviéndonos. La idea de colaborar con él, siendo fan y admirador de su trabajo, era un sueño que, dado mi estado emocional frágil, me pareció maravilloso y me llenó de ilusión. Siempre sigo mi intuición, aunque en ese momento no conocía a la persona detrás del gran artista que es.
Vuestros gustos y estéticas musicales parecen que en algún momento iban a colisionar en una colaboración, ¿no os parece?
Nacho: Mi alerta se encendió con su último disco, Mares poco profundos. Sentí que Antonio estaba atravesando una etapa estética musical muy cercana a la mía y que, además, tenía mucho que aportar en ese ámbito.
Antonio: Yo llevaba detrás de un sonido más acústico y jazzy un tiempo, y vi que el camino de Mares poco profundos merecía un poco más de investigación. Está claro que, desde esa perspectiva, trabajar con Nacho ha sido fácil, pues él había desarrollado sus canciones a partir de la colisión entre la música brasileña, el jazz y el pop. Tenía músicos enormes con los que contar, un estudio de referencia y un gran productor, Jaime Beltrán, que dio forma a sus discos como Nacho Casado. Blanco y en botella.
¿Cómo habéis llevado el trabajo conjunto a nivel compositivo y de grabación?
Nacho: Es un disco creado a cuatro manos, donde ambos estamos presentes en todas las canciones, no solo aportando nuestros instrumentos y voces, sino también a nivel emocional, expresando lo que sentimos en cada una de ellas. Pasamos horas hablando de música, de nuestros héroes, influencias y nuestras respectivas carreras. Lo que más me ha emocionado es el amor y cariño que hemos dedicado a cada canción, así como las ganas de llevarlas al mejor lugar posible. Esa admiración mutua y respeto es algo muy difícil de encontrar en el mundo de la música.
Antonio: Ha sido cuestión de bajar las defensas y dejarnos influir el uno por el otro. Las sugerencias de Nacho me hacían llevar mis canciones hasta otro lugar, la mayoría de las veces mejor que el que ya estaban. Otras veces nos plantábamos, es normal. Pero la carencia de orgullo y la confianza han sido un factor fundamental.
Metiéndonos de lleno en el disco, “El lindo amor” parece que es una oda al amor longevo en tiempos hiperacelerados. ¿Es así? Por otro lado, me encantan los acordes de piano tan juguetones y que pillan al oyente desprevenido.
Nacho: Si, trabajamos mucho el groove de la canción, el piano y la melodía de Antonio ya tenía todo el gancho.
Antonio: Es como un ritmo de pasodoble que hubiera sido tocado por un rastafari en Nueva Orleans, algo muy curioso y atractivo a la vez. Ya que lo dices, el sonido del piano acústico del estudio, así como antiguo y un pelín desafinado, marca todo el disco de arriba abajo.
En cuanto a la letra, sí, es un canto al amor que sobrevive al tiempo, al cariño que aguanta. Pienso que, dentro del tema amoroso tan hegemónico en el pop, es algo que no se ha tocado tanto.
«7 Noches a la Semana” tiene esa sonoridad jazzística que me recuerda a Anna Domino o al piano cantante de algún club nocturno. ¿Cómo se consigue hallar el gancho perfecto para una canción de pop? Lo vuestro me parece muy intuitivo todo, como si de repente asaltara la magia.
Nacho: Nos hemos guiado mucho por nuestro instinto; por esa pequeña voz interior que nos impulsa a sentir las cosas y a arriesgarnos en un camino concreto. Con esta canción, nos gustaba imaginar que podría surgir de cualquier rincón de Sudamérica, creando una globalización amorosa en cualquier club de jazz nocturno.
Antonio: El gancho de piano de esta canción no salió pronto, estuvimos horas probando distintos motivos rítmicos y melódicos y cuando ya estaba desesperado tocando cualquier cosa que se me ocurría, Nacho dijo “Esto es, sigue por aquí”. Fuimos desarrollándolo un poco y conseguimos algo tan definitorio que los dos estuvimos de acuerdo en que abriera el disco.
Qué bonita es «Nueva York, Tokio y Brasil», con esos aires bossa que me recuerdan a Tim Bernardes en solitario o con su grupo O Terno. La letra es optimista, un canto a la vida. Parece que en estos tiempos tan oscuros sonreír sea un acto subversivo. ¿Qué sensaciones tenéis con este tema?
Nacho: Muchas gracias; me ilusiona lo que comentas. Esta canción es muy importante para mí porque simboliza exactamente cómo me siento en este periodo de mi vida. Necesito canciones como esta; quiero ayudar a los demás, pero también necesito comprender lo que sucede a mi alrededor. Creo que es una canción clave, me siento tan bien cuando la cantamos.
Antonio: Yo cuando la escuché por primera vez tuve esa sensación de cancionzaca de la vida, de algo muy potente que podría gustarle mucho a todo el mundo. Ha sido así.
Reivindicáis el sophistipop y eso es de agradecer porque ha escrito páginas memorables en la historia del pop. «Cousteau” es una virguería que me recuerda a Matt Bianco o a Style Council. ¿Este es un tema que parte de ese homenaje al pop que sublima lo bello?
Nacho: ¡Exacto, eso es! En esas conversaciones que mencionaba, hablamos mucho sobre ese sonido y aquellos artistas de los ochenta que lograban un pop elegante y sofisticado. Es curioso cómo los ochenta no se recuerdan tanto por esas joyas. ¡Y, por cierto, qué recuerdos de infancia me has traído al mencionar a Matt Bianco, qué bueno!
Antonio: los ochenta no fueron solo pop sintetizado y cajas con reverb más grandes que la vida. También estaban Aztec Camera, The Style Council, The Pale Fountains, Lloyd Cole & the Commotions… Grupos que nos gustaban a los dos y fueron claves en mi educación musical. Queríamos buscar algo de esas señas musicales no solo en nuestra música, sino en la reivindicación estética del jazz de los cincuenta y sesenta que algunos de estos grupos hacían.
“Clon Rezagado” es muy Parade por esa letra tan peculiar. ¿A nivel lírico hacia donde van vuestras predilecciones?
Nacho: Creo que solo Antonio es capaz de crear una canción sobre clones que, además, nos invite a reflexionar sobre nuestro lugar en la sociedad, el sentido colectivo frente al individualismo, y todo ello desde un enfoque costumbrista. Una auténtica maravilla.
Antonio: Gracias, majo. Parte de un hecho muy sencillo: que a un clon se le mueren accidentalmente sus hermanos clones que desde siempre lo han protegido y arropado. A partir de ese momento se encuentra tan perdido que decide entrar en Jesús Abandonado. Tengo que aclarar que es un lugar de refugio para los sin techo muy conocido en Murcia. Ese nombre me ha llamado la atención toda la vida y quería meterlo en una canción. Además de la magnífica labor que hacen.
Hacer una buena letra para una canción pop es algo muy difícil, tengo letristas preferidos como Nacho Canut o Gloria y Carmen de Vainica Doble, que son auténticos titanes. Últimamente me llama mucho la atención El David Aguilar, cantautor pop mejicano que me maravilla. Podría estar hablando durante horas de esto.
“Mañana Mismo” es una adaptación del “Tomorrow Morning” de The Blue Nile, un grupo que poco reivindicamos, ¿no os parece? ¿Por qué este tema?
Nacho: No la conocía, pero debo admitir que, cantada por Antonio, es realmente hermosa y me emociona profundamente. Durante los ensayos que estamos preparando para la gira del álbum, siempre es un momento intenso, ganas de que la gente la escuche en directo.
Antonio: The Blue Nile es uno de esos grupos escoceses de los ochenta de los que hablábamos, un grupo de referencia para mí. Pero sus canciones son muchas veces abstractas, difíciles de versionar. Sin embargo, “Tomorrow morning” es más sencilla y clara, vi desde el principio que podría hacerla, y al final ha funcionado muy bien. Es una letra optimista tipo “Nos queremos, no sabemos qué pasará después, vámonos a vivir juntos”, algo con mucha esperanza y que creo que retiene el mensaje de la canción original.
“Verano” es pop de una belleza casi sobrenatural, y en la letra narráis una relación tipo en la actualidad a base de mensajes por WhatsApp, etc. ¿No os parece que, en la actualidad, estamos más interconectados que nunca, pero a la vez es un simulacro de libertad que el sistema tiene para tenernos cada vez más controlados?
Nacho: Esa era justamente la idea; la llamábamos nuestra propia «Eleanor Rigby». Hemos cambiado tanto la forma de comunicarnos que ahora volcamos nuestros sentimientos en el teléfono, anhelando tantas cosas a través de él. Es una imagen potente: escribir algo en WhatsApp y no atreverte a enviarlo.
Antonio: Es una idea de Nacho, que viene un día con la canción y me dice: “Estaría bien hacer un arreglo de cuerdas a lo Eleanor Rigby”. Y me pongo a ello con dudas, pero con determinación. Por supuesto, lo que sale después no se parece, es una idea de partida que me estimula.
“Todo el peso del mundo” es un viaje a los sesenta, a los arreglos excelsos, a las armonías vocales que son ambrosía para los oídos. Escuchando vuestro disco me hace olvidar los problemas diarios y tengo la sensación de que vuestra música siempre nos quedará, que nunca pasará.
Nacho: Gracias, de verdad; lo que dices es el sueño de cualquier compositor, te lo agradezco muchísimo. Esta es la canción que nos habría encantado cantar en el Festival de San Remo de los sesenta o setenta: un tema pop sobre superar momentos difíciles y encontrar, en lo amargo, una nueva oportunidad. Los dos somos unos apasionados de las armonías vocales, y trabajamos mucho en ello; creo que todo el disco está interpretado de una manera soberbia.
Antonio: Para mí es la gran joya escondida del disco. Nacho tenía la idea de hacer algo a lo Tobias Jesso Jr. Es decir, influencias de Carole King y los grandes cantautores americanos de principios de los setenta. Desde ahí partimos y repito que se ha convertido en una de mis favoritas.
«Perdonen, pero tengo un trastorno” acaba el disco y nos habla otro de esos personajes inadaptados que salen de la mente de Antonio. Es como una canción protesta, es un “dejadme en paz que yo me bajo aquí”. “Solo me quiero callar” es un grito de desesperación en un mundo donde solo hay ruido y más ruido innecesario. Es como una canción protesta. ¿Qué pensáis de esta reflexión?
Nacho: Me toca profundamente, porque muchas veces me he sentido así: cantando a miles de kilómetros de casa, solo y preguntándome qué demonios está pasando conmigo.
Antonio: Es terminar de una manera un poco amarga, quizá, pero los dos creímos que encajaría perfectamente como broche final del disco. Habla de la protesta de alguien que no puede dejar de cantar cuando tiene miedo o está nervioso y eso hace reír y divierte a los que están alrededor. Esa persona no se encuentra bien, está trastornada, pero nada de eso importa, porque su dolencia entretiene, crea “contenido” -como tan mal se dice ahora del arte-. No puede dejar de hacerlo, es una pescadilla que se muerde la cola. El protagonista solo se quiere callar, y entonces acaba el disco. Toma ya.
Conciertos de presentación del disco
Escucha Parade & Nacho Casado