Entrevistamos a Erik Urano

El vallisoletano Erik Urano ha firmado uno de los mejores discos nacionales de lo que llevamos de año. Sonidos que nos llegan desde una distopía que abraza el imaginario de Katsuhiro ?tomo o la estética de la carne de David Cronenberg. Partituras herrumbrosas y fantasmales que mutan del drum &bass al hip hop, y de aquí a las raves poligoneras. Hablamos con él.

«La música urban es la cara complaciente con el sistema, y más la que está de cara a la galería. Es la más fácil, la que no tiene elementos de disidencia» 

Erik, en un comentario en tu cuenta de YouTube, un fan tuyo dice, con razón, que no toda la escena llamada urban está focalizada en Madrid o Barcelona, sino que hay gente haciendo cosas innovadoras fuera de estos centros neurálgicos dominantes. ¿Qué opinas de esto?

El tema de las provincias es un buen melón que abrir en el ámbito creativo, desde luego. Sobre todo se nota más está desigualdad en el fenómeno de la música urban. Vivir en una provincia distinta hace que veas con distancia este faranduleo, y lo notas cuando vas a Madrid, y en un día haces más contactos que un año aquí metido en Valladolid.

Tu vienes de hacer ya cosas en la escena vallisoletana con el colectivo Urano Players. ¿Cómo ha evolucionado tu carrera desde que empezaste en Urano hasta ahora?

Ha sido una consecución lógica. Desde un primer momento buscábamos ampliar los limites creativos del rap, o hip hop, y con esa mentalidad y con el bagaje acumulado por los años, es esa perspectiva que tenia antes, pero evolucionada en el tiempo.

Me llama la atención del titulo de tu ultimo disco, Neovalladolor (Sonido Muchacho), un neologismo inventado. Neo, intuyo que hace referencia a Matrix, que tiene bastante en común con tu estética… ¿A qué hace referencia este título?

Es una forma de llamar a Valladolid aunque lo típico es conocerla por fachadoliz. En el ambiente más alternativo lo de Valladolor se venía escuchando. Un rapero de aquí que se llamaba Snap lo decía en un tema, y nos flipamos con esa etiqueta. He hecho gala de esta etiqueta en muchas entrevistas, e incluso me metieron mazo caña aquí la peña de Valladolid porque lo ven desde el lado más peyorativo de la palabra. Entonces en este disco, que quiere ser un homenaje a mi ciudad del futuro, quise poner la palabra valladolor, y ya que jode, pues haces más gala de ella. Pero necesitaba meterle ese lado 2.0, llevar esa palabra al mundo distópico, y neo viene más influenciado por Akira, lo de neotokio y todo ese rollo.

Me ha recordado tu estética a las novelas de J. G. Ballard, autor que escribió Crash, y que tenía un componente erotizante entre la carne y el acero, la poética de la carne amputada, etc.

No conocía a Ballard, pero eso que comentas es totalmente acertado en cuanto a mi estética. A nivel literario no, pero la película Crash de Cronenberg me influenció mucho.

Firmas con dos alias, como dos heterónicos que usas a discreción: Erik Unano y Flat Erick. ¿Esto a qué corresponde?

Pues esto empezó con Flat Erik cuando empecé a hacer movidas más enfocadas al grime o a la electrónica, y quería un nombre más enfocado a esta estética, aunque en definitiva es una dualidad creativa. Manejo los dos, y siempre hago la referencia de Neo en Matrix de que dentro de Matrix es Thomas Anderson como trabajador, y fuera de eso es Neo, y viene a ser un poco como esa dualidad como persona. En el rap también se ha llevado mucho el tema de los alias.

 

En el primer tema del disco, “Neo VdO”, haces un speech en el que hablas de que va a surgir una sociedad postindistrial, postliteraria, post-muchas-cosas. Una vez pasado este confinamiento,¿qué tipo de sociedad cree que nos traerá el postCovid-19?.

Me gustaría que el ser humano aprovechara esta situación social y culturalmente, e hiciera una lectura positiva y cambiara ciertas cosas. Estas cosas inesperadas nos pueden servir como una cura de humildad, y podríamos sacar lecturas positivadas de ello. Pero al final tirará por otro lado, salpicará más por la falta de libertades aunque ojalá nos lleve a un nuevo cooperativismo, pero no somos una especie muy de tirar por esos caminos.

No sé si has leído un artículo de Paul B. Preciado aparecido en El País que dice, entre otras cosas que “el Covid ha legitimazo y extendido esas prácticas estatales de biovigilancia y control digital normalizándolas y haciéndolas “necesarias” para mantener cierta idea de la humanidad”. ¿Este confinamiento es en su esencia un nuevo éxito del liberalismo controlador? No lo planteo como una teoría conspirativa, pero tengo la sensación de que cada vez vamos a estar más controlados, empezando por las tecnologías 5G de móviles por parte de las grandes multinacionales, y el rastreo por parte de los gobiernos de nuestros pasos.

Lo veo por ahí también, aunque tampoco desde un punto de vista conspirativo. Las intenciones ya podemos ver por donde nos pueden llevar. Veo que la situación nos ha excedido y se han tenido que tomar medidas que en cualquier otro marco no hubieran sido permitidas, con lo que justifico algunos movimientos gubernamentales por la situación. Pero si que hay poderes facticos, hay mucho interés mercantil, y de alguna manera sacaran rédito de la situación evidentemente.

Preconizas una distopía en este disco en donde hay mas virtualidad que halo humano. Por un lado, me gusta cómo juegas con el legado cyberpunk, pero por otro me asusta que la virtualidad cambie los afectos. ¿Es un posicionamiento más estético o crees que esto será o acabará siendo así?

Hay una implicación estética, digamos, pero lo que intento hacer es una radiografía de mi entorno, con un punto de vista despegado. A través de esa radiografía veo como están cambiando las relaciones tanto humanas como de comunicación. Tampoco soy muy antivirtual, o antitecnologico, aunque sí que veo que ciertas pautas están cambiando. Está el lado triste de que la comunicación humana está basada cada vez más en interfaces virtuales, pero como todo, tiene sus lecturas positivas. La virtualidad crea un contacto físico, al destruir barreras espaciales que antes no existía. Lo veo como la droga, depende del individuo y de cómo hagas uso de ella.

 

La narrativa que propones en tu nuevo uno tiene la sensación de estar en un cúmulo de avatares que nos representan en la relación con los otros.

Totalmente…aunque creo en la no infantilización de la sociedad, y lo que tenemos enfrente es saber educar a utilizar las tecnologías. Por ejemplo, los niños están viviendo en una realidad distinta a la nuestra, y es nuestra madurez como sociedad la que debe saber capear con esto.

La producción del disco es brutal. Has trabajado con diferentes productores que han dotado al sonido con unos breaks rotos, que me recuerdan a las sincopas que se bailaban en las raves. ¿Las raves te han marcado de alguna manera? Aquí hay mutaciones de r&b, drum & bass, jungle…

Son corrientes que me flipan como consumidor de música, y en Valladolid me he criado entre dos polos: el más punk, y por otro lado la electrónica. Los mayores de mi barrio eran muy amantes de la electrónica, y en raves he estado, pero no es algo que me haya influenciado tan directamente como a otras personas. Pero sí que es algo que me llama mucho la atención com forma de espacio de comunicación, de concierto como un poco en la clandestinidad. Me parece un marco estético muy interesante para mí.

En el cajón de sastre del urban, la estética disidente no está muy implantada…

La música urban es la cara complaciente con el sistema, y más la que está de cara a la galería. Es la más fácil, la que no tiene elementos de disidencia. Pero todas esas tendencias que están en primer plano han mamado de las disidencias que están escondidas.

¿Cómo ha sido trabajar con tanto productor? Todo suena muy orgánico, muy unitario…

Esa era la idea, hacer un disco que tuviera una unidad. Trabajar con diferentes productores es fácil porque tengo amistad con ellos. Los productores me van enviando patrones mas básicos para lo que luego será el tema, y entonces yo voy seleccionando y dando forma al disco en base a las cosas que me envían. Mi proceso de producción se basa en trabajar con calma, poco a poco, como un concepto de artesanía incluso.

Hay dos influencias que te han marcado: Aviador Dro y José Val Del Omar ¿Cómo estas influencias se han ido aposentando en tu estética?

No son las influencias de mi vida que más me hayan cambiado, pero son dos influencias bastante fuertes. Aviador Dro es un grupo que me flipa porque cuando los descubrí utilizaban un lenguaje científico que me gustaba; todo ese universo que recreaban, crearon su propio imaginario complejo que va más allá de la música. Val Del Omar, sobretodo, lo descubrí a través de Juan Carlos Quindós, la persona que hace mis vídeos, y El Niño De Elche que son superespertos en Val Del Omar. Ejemplo de tipo supervanguardista, que ha influenciado a todo el que ha venido después pero que él no ha conseguido el crédito que se merecería. Vivía en esa especie de sombra, pero es tan alargado que llega a cualquier cosa. De hecho, el discurso de la primera canción del disco que hablábamos antes es de Val Del Omar, es un texto suyo en el que exponía como veía la globalización en los 60.

Además, es el creador de lo que conocemos como Dolby Sorround, aunque no lo patentó. Era un tipo muy cooperativista, muy comunista en el aspecto de no apropiarse de las cosas.

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