Fallece el periodista musical Rafa Angulo

En varias ocasiones con anterioridad me habían presentando a RAFA ANGULO pero él, habitualmente despistado, no solía acordarse de mí. Así que un día en La Lata de Bombillas (¿dónde si no?) le abordé definitivamente para explicarle que llevaba un tiempo escribiendo en Muzikalia, y que me gustaría empezar a colaborar con su Mondo Sonoro Aragón.

Rafa jamás volvió a olvidarse de mí. Comenzó entonces una relación profesional que inmediatamente derivaría en amistad para ir ya siempre de la mano. Recuerdo con especial ilusión cuando me llamó una mañana para que fuese a las oficinas de Mondo (entonces situadas en Camino de las Torres). Había decidido darme dos discos (uno era «El Rey» de The Wedding Present y el otro no lo recuerdo) para que los reseñase, en lo que sería mi primera aportación a la edición estatal de la revista.

Rafa confió en mi trabajo desde el principio y siempre me tuvo presente. Seguramente haya sido la persona más determinante para que a día de hoy continúe escribiendo sobre música casi a diario; cualquiera que me conozca sabe lo importante que eso es para mí y, por tanto, cuánto le debo al barbudo. A lo largo de los siguientes años le agradecí esa oportunidad varias veces y, a cambio, siempre recibía la misma respuesta. Con semblante serio Rafa me miraba profundamente a través de sus ojos claros y espetaba: «Nene, el que vale, vale».

Tamién apareció en épocas jodidas, cuando nos repartíamos cartelería de conciertos que debíamos pegar por toda la ciudad para sacarnos un dinerillo. Y no, Rafa no era perfecto… de hecho distaba mucho de serlo y ni falta que hacía. Rafa era, a cambio, una de esas personas pasionales, viscerales e impredecibles, lo que le hacía aún más atractivo y magnético. Era de esa clase de personas que cuando las tienes al lado aportan emoción a tu propia vida, sobre todo si a pesar de sus imperfecciones sabes de su lealtad y fidelidad a sí mismo.

Hoy recuerdo la última vez que le vi en una de mis posteriores visitas a Zaragoza hace ya casi un año, y pienso en el abrazo sentido que nos dimos en el barrio de La Magdalena, justo enfrente de ese Entalto donde tantas veces habíamos quedado o simplemente coincidido. Rafa fue un irremediable amante de la música, además de incansable agitador cultural de la ciudad y personaje singular tremendamente querido por todos. Obviamente ya lo era cuando llegué a la capital y lo seguía siendo cuando la abandoné muchos años después, incluso aunque entonces ya no estuviese al frente de su querido Mondo. Hoy sé que Zaragoza estará desbordada por lágrimas sinceras, al igual que sé que no habrá casi ningún punto de España donde no se esté llorando la pérdida de nuestro amigo. Es el poso que su fogosidad e inimitable forma de ser han dejado para el recuerdo.

Pero yo tengo que reconocer que, desde hoy, Zaragoza es un poquito menos MI Zaragoza. Buen viaje socio y, una vez más y de corazón, gracias. Por todo.

Raúl Julián.

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