King Gizzard And The Lizard Wizard + The Prize (La Riviera) Madrid 27/08/23

Noche australiana en la madrileña sala La Riviera con una gira muy esperada, propiciada por Primavera Tours, la de los canguros de King Gizzard And The Lizard Wizard, que tuvieron que suspender su tour anterior por enfermedad de su líder Stu McKenzie. Entradas agotadas desde hacía días, mucha expectación y unos pocos optimistas tratando de conseguir localidades de última hora en los alrededores de la zona, eran la señal de que los Gizzard están ya en otra división.

Minutos antes sus colegas – también australianos – de The Prize abrían para ellos, como están haciendo el resto de la gira conjunta. El planteamiento musical y escénico de este quinteto es radicalmente diferente al de sus locos compatriotas, por la sencilla puesta en escena y por su powerpop melodioso con toques de garage. No obstante, no desentonaron para nada en la noche y lograron ganarse a una sala ya prácticamente abarrotada.

Hasta donde sé, The Prize no tienen ningún álbum editado, pero sí un buen puñado de singles con melodías arrebatadoras y eso es lo que esgrimieron en la Riviera. Lo primero que sorprende es que es un grupo con la batería colocada al frente del escenario y no es de extrañar, porque las voces de todos en la banda tienen un peso importante en las canciones.

Por cierto, la noche anterior, aprovechando que tenían día libre sin los Gizzard, The Prize habían tocado también en Fun House. Su cortísimo pero efectivo set de la se compuso de temas como: “Easy Way Out”, con la que comenzaron, “Don´t Know You”, o “Wrong Side of Town, todos pildorazos vitaminados de pop rabioso. Lo segundo que sorprende en la banda es que lucen y suenan tres guitarras en todas las canciones y no de manera gratuita, cada una con su cometido, claras y cristalinas, como las mencionadas voces. Mención especial a la baterista Nadine Muller, que es capaz de darle a las baquetas con una certera pegada y no fallar en las voces al mismo tiempo. Hay que seguir la pista a estos jóvenes ya.

Con un público ávido de la locura que son King Gizzard And The Lizard Wizard en directo y la sala ya en su plenitud, salían los de Stu McKenzie a un escenario prácticamente en penumbras, que se mantendría así en bastantes canciones. Desde la última vez que los vi en directo, me extrañó la disposición de los teclados que manejan en algunos temas el propio Stu y Joey Walker – el otro guitarrista al frente y sobre el que recae gran parte de su muro de sonido – colocados al frente del escenario en una gran mesa y con pinta de sala de mandos del reactor 4 de Chernóbil.

Es increíble ver lo que ha subido la popularidad de los australianos en unos pocos años y entre un público muy joven, normalmente pendiente – o eso tendemos a pensar – en otros tipos de músicas, por eso la comunión entre el respetable y banda funcionó de principio a fin. Atacaron el comienzo del setlist sorpresa – nunca nadie sabe lo que va a sonar en un concierto de los Gizzard, ya que cambian los sets cada día – con “The Dripping Tap” un tema en la línea más psicodélica y lisérgica de la banda, que sirvió para sentar las bases de un concierto con tres partes muy diferenciadas.

Continuaron con “Death Roll”, otro locurón de tema en el que la base rítmica brilló como nunca había visto en un concierto de los aussies, con la batería de Michael Cavanagh a una velocidad desorbitada, mientras el bajo de Lucas Skinner trataba de cabalgar a lomos del doble bombo de esta. Para esas alturas de concierto – y eso que acababa de comenzar – el personal de seguridad del foso ya tenía que estar muy al tanto de algunos conatos de crowd surfing.

Una versión bastante extendida de “Work this Time” sirvió, aunque no haga falta que demuestren nada, para ver la versatilidad de todos los componentes y para enlazar con otra extraña y extendida versión de “Shangai”. “Crumbling Casttle” sirvió para finalizar lo que sería la primera parte del set, para comenzar con sus postulados más “thrash metaleros” con la brutal “Predator X”.  Y como no era cuestión de bajar el pistón, para el que esto suscribe llegó el punto álgido de la actuación con “Dragon”, una canción por la que los mismísimos Anthrax hubieran matado por tener en su cancionero en sus comienzos.

Con “Nuclear Fusion” comenzó la tercera y última parte del show, esta vez con una psicodelia desatada, pero con gente al volante. Tal era el nivel de confianza y entendimiento con los de enfrente, que invitaron a un fan a cantar en los primeros momentos del tema. Se acercaba el final y King Gizzard and the Lizzard Wizard desplegaron por momentos todo el arsenal de “cacharraje” sobre el escenario, como si el mundo se fuera a acabar de un momento a otro. Sintetizadores, secuenciadores, teclados, todos en perfecta armonía para servir y proteger a la fiesta que viene a ser un concierto de esta gente.

Ya finalizando se despacharon con una extendida – otra más – del tema que da título a su tercer álbum y que sirvió para validar el reconocimiento internacional de la banda; Float Along – Fill Your Lungs (Flightless Records 2013) para hipnotizar a toda la sala con los ritmos psicodélicos con los que se dieron a conocer.

De camino a casa me retumbaban todavía los tímpanos y no tuve por menos que pensar que había tenido la suerte de asistir a algo grande. Lo de estos tíos no se puede explicar.

Fotos King Gizzard And The Lizard Wizard + The Prize: Fernando del Río

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