Paul Weller – Saturns Pattern (Parlophone / Warner)

Paul Weller entrega nueve canciones en su último álbum que recogen a pies juntillas todos los gadgets y menajes del hogar propios del estilo que representa. El Modfather ha sabido volver a la actualidad con un disco más propio de sus mejores tiempos que de los que supuestamente le hubieran tocado vivir como reconocida gloria musical en un retiro dorado. Parece que sus inacabables giras por los festivales musicales de medio mundo en los que ha tenido la oportunidad de codearse con las nuevas promesas de la escena musical, han insuflado nueva vida a las composiciones del británico que sin perder su esencia se presentan como un estupendo compendio cálido y actualizado del rock venido desde las islas en los últimos cuarenta años.

Este fantástico Saturns Pattern (así escrito, sin apóstrofe sajón) se identifica por sí solo como una colección de canciones lo suficientemente potentes e identificadores del estilo del mejor Weller con la ligereza y las impresiones propias de un disco de nuestra época. Uno de esos no muy numerosos casos en los que el retorno de un artista (comeback) está más que justificado. Ahí están sino la árida «White Sky» con sus arenosas guitarras y sus borrosos coros para abrir con buen criterio el disco y despejar ya desde el primer segundo cualquier atisbo de duda sobre esta nueva entrega discográfica y su contenido. Saturns Pattern, segundo corte del disco contiene todo el ADN de este músico inglés, que sigue impregnando de osadía y buen hacer unas canciones de elegante rock suave con pose y sabor setentero pero con la misma pegada de un rabioso niño indie rock. Quizás la melódica y melancólica «Going My Way» ensalce aún mucho más su figura, aunque por momento pretenda ser un quiero y no puedo de uno de sus temas más celebrados, «You Do Something To Me». Pero el disco remontará con el máximo rigor en la tremenda composición glam «Long Time» que bien pudiera haber firmado el mísimsimo David Bowie de la era Diamond Dogs (si es que alguna vez hubo otro Bowie), o con las inspiradas guitarras que cierran otro de los temas más sobresalientes del álbum, «In the car…».

En definitiva, a estas alturas de la carrera de Paul Weller es difícil que los plumillas podamos hablar de la piedra angular de su discografía, pero si no fuera por la historia que arrastra detrás bien podríamos hablar de una de las joyas de la corona. Como bien canta en otro de los cortes del disco «I´m Where I Should Be», con este disco Mr. Weller marca con determinación un territorio que le pertenece y al que muy pocos han conseguido ni acercarse, apenas existen imitadores de su personalísimo y esquivo estilo. Paul Weller está justo en el lugar y en el momento que le pertenecen, determinación y maestría no le faltan y este disco es un claro ejemplo de las muy vigentes aptitudes del músico inglés para seguir componiendo y actuando con la solvencia necesaria para seguir reivindicando su figura como uno de los padres de la música rock moderna.

 

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