Entrevistas

Pumuky

Me alegraría si una persona, dos o un millar se pudieran sentir identificadas con estas canciones, pero sinceramente no podríamos empezar a escribir una canción pensando en si gustará o no a la gente

La banda de Jaír Ramírez ha regresado con el cuarto trabajo de su carrera, que lleva por título Justicia Poética y se publica estos días.

Un álbum sin fisuras, espontáneo en su concepción, que comenzó a fraguarse en la gira mexicana de 2014, pero minucioso en el proceso de producción, en el que sustituyen baterías por cajas de ritmos y le otorgan aún más protagonismo a sintetizadores y guitarras eléctricas.

Aprovechando su lanzamiento hemos hablado con Jaír sobre su proceso de creación y además le hemos pedido que nos hable de cada una de sus canciones por separado.

Justicia Poética desde su propia denominación, artwork, etc. me resulta una obra concebida para reivindicar el papel del artista, de su sensibilidad y dificultad para trascender a la mediocridad mundanal, día tras día, en un entorno hostil. ¿Me equivoco?

Ampliaría el rango; me gustaría creer que «Justicia Poética» habla de cualquier persona que adquiere un compromiso con unos ideales y decide mantenerse en ellos aunque no sepa si será recompensando por ello. Gente que se mantiene firme en una postura sólo por el hecho de pensar que está haciendo lo correcto, aunque no reciba ninguna gratificación instantánea. Lo que comentas de no dejarse hundir en la mediocridad, en todos sus ámbitos, podría ser un motivo muy lícito que perseguir. La justicia poética no suele manifestarse, pero en el caso de hacerlo, pertenecerá a este tipo de individuos.

Es admirable la sensibilidad y emoción desbordante que transmite vuestro nuevo disco. ¿Cuál es el secreto para mantener inalterable esa capacidad a lo largo de toda la obra?

No tengo muy claro qué debo responder a esto; digamos que también intentamos adquirir un compromiso con nosotros mismos para hacer las cosas de una manera en particular, y sobre todo para no hacer.

Justicia Poética me resulta un trabajo homogéneo, muy de bloque, muy de sensación unitaria desgranada a través de cada canción, ¿podríamos hablar, en cierta forma, de disco conceptual o de una sensación predominante para ser transmitida, si se prefiere?

«Justicia Poética» se compuso, arregló y grabó en un periodo de tiempo corto, donde además la banda trabajó codo a codo, a diferencia de otras ocasiones donde hemos estado más disgregados. Seguramente esos factores le aportaron cohesión al resultado final.

Además escribí muchas de las letras al mismo tiempo, dejando que se fueran influyendo entre sí, entonces giran en torno a conceptos comunes, como si formaran parte de un mismo hilo argumental. En ese sentido sí podría acercarse a lo que algunos llaman disco conceptual, aunque tampoco era un objetivo buscado. Nos gusta que todas las canciones se interrelacionen, como si fueran de una misma familia, pero a su vez creo que cada una de ellas tiene vida propia, manteniendo una personalidad diferenciable con respecto a las otras.

La textura y atmósferas logradas por Justicia Poética son tan personales y elaboradas como antaño, sin embargo, esta vez parece que cada detalle cuenta, una suerte de bosque frondoso en el que perderse, ¿Estás de acuerdo? También parece que las cajas de ritmos y sintetizadores han ganado protagonismo sin dejar de resultar maravillosamente orgánico el resultado. ¿Era esa la idea?

Queríamos que el hecho de no contar con un baterista en este disco no se convirtiera en una limitación, sino todo lo contrario. Es por ello que fuimos programando cada base rítmica de una manera muy detallista, casi artesanal, moldeando la sonoridad de cada golpe de percusión, o cada ruido que va entrando y saliendo, lo que nos permitió controlar aún más las texturas, conseguir ese aire orgánico que mencionas, encontrando atmósferas que en cada canción te pueden llevar hacia un tipo de sensación en particular.

Nos ayudó darle aún más protagonismo a los sintetizadores, en declive de las guitarras rítmicas, que aunque hay más guitarras que nunca, son más sinuosas y atípicas que en nuestros trabajos anteriores, entrelazando con frecuencia arreglos de guitarra distintos, como si fuera un juego. Las líneas de bajo, también con más presencia en este disco, ayudaron a que las cajas de ritmo parecieran más vivas y cálidas. Todo esto, meditado o por accidente, nos permitió llegar al sonido de «Justicia Poética.

¿Qué cosas han cambiado y cuáles se han mantenido inalterables en el universo Pumuky durante estos cuatro largos años de espera -exceptuando el single para Dedicatessen- desde Plus Ultra (11)?

La esencia de lo que creo que es Pumuky quiero pensar que no ha cambiado; lo que han llegado son nuevos compañeros que nos han traído energías renovadas. Finalizada la gira de «Plus ultra» los que estábamos por aquel entonces decidimos no seguir juntos. La distancia geográfica entre nosotros hacía insostenible continuar más tiempo. No tenía claro si seguir con Pumuky, pero en el caso de hacerlo quería tener a la banda cerca de Noé y de mí, y es cuando recluté a Adán Zeus y Daniel Benavides, dos jóvenes músicos de Gran Canaria que tocaban en bandas que me llamaron la atención y con los que pensaba que podíamos congeniar, y así fue.

En estos tiempos de instantaneidad, de usar a tirar en casi todos los órdenes de la vida, llama muchísimo la atención que una banda como vosotros practique un trabajo prácticamente de orfebrería sonora, de absorción lenta, de templada emoción invasiva. ¿Sigue siendo esa manera de transmitir y la forma de decodificarla la audiencia lo que más os preocupa?

La urgencia de estos tiempos da mucho vértigo; preferimos no subir a ese tren.

Me alegraría si una persona, dos o un millar se pudieran sentir identificadas con estas canciones, pero sinceramente no podríamos empezar a escribir una canción pensando en si gustará o no a la gente, no sabríamos hacerlo. Buscamos que transmita lo que queremos transmitir, a nuestra manera, erremos o no, y que nos guste primeramente a nosotros. Algunos dirán que todo lo anterior es sólo un tópico, pero hacer algo para que te guste a ti es prácticamente lo único que verdaderamente está en tus manos.

Para terminar, me gustaría que como autor nos hicieras un repaso por las canciones que componen justicia poética, contándonos la intrahistoria de cada uno de los temas.

Taniyama-Shimura >

Taniyama fue un brillante matemático japonés capaz de resolver cuestiones que están fuera del alcance de cualquiera de los mortales; su trabajo permitió que con el tiempo se resolviera el «último teorema de Fermat», uno de los problemas matemáticos más famosos de la historia.
Por el contrario se veía incapaz de afrontar situaciones de su vida que cualquiera vería como algo de lo más normal. Su nota de suicido refleja una lucidez, frialdad, pero a la vez un amor por sus semejantes, que me heló cuando la leí; no me podía imaginar el terrible cruce de sentimientos encontrados en el que estaría envuelto. Esta canción no trata sobre Taniyama, pero la escribí pensando en que quizás esas serían las palabras que le hubiera gustado decir a alguien, pero que no consiguió encontrar. «Así que dime si es cierto que quieres venir conmigo, aunque no sepamos dónde, y aunque no haya futuro… futuro que siempre llega demasiado tarde. Se muere la madrugada. Nosotros estamos vivos. Acabo de resolverlo: vienes conmigo».

El señor de las bestias >
Vagar de noche buscando ahogar la soledad, poder reír con alguien, atrapar buenos recuerdos del pasado. Para soportarlo el personaje de la canción imagina que las luces de la ciudad son los ojos de muchos animales que van junto a él, protegiéndole el alma del frío de la madrugada.
 
La venganza de Rubik >

«La venganza de Rubik» es la versión extendida (4X4X4) del famoso cubo de Rubik. Así de complejo es a veces convencer a alguien de que se levante de la cama, que no hay nada que temer, que serás su soldado kamikaze, su venganza ejecutarla…

Escritura Automática 9mm >

Pensamientos que brotan de algún lugar de tu subconsciente y que terminan desparramados en viejas libretas. «Romperte y luego pegar cada pieza (…)»; en el papel todo es más sencillo.
 
«Y todo lo que escribo es un eseoese…»

Teoría de cuerdas >

Estudiar complejas teorías para no perderte cuando todo esté perdido. Conseguir parar el tiempo… «sacarnos fotos que miraremos cuando no quede ya nada de esto».

La culpa y el librepensador >

El lastre de la culpa, y la desesperada huida de ella.

Reducción al absurdo >

Esta letra conforma una «falacia», razonamiento que visto desde ciertas perspectivas parece lógico, pero que no lo es. En cierta medida todos necesitamos con frecuencia de las falacias para sobrevivir.

Suprahombre >

Una loa sincera a los que aún mantienen la fuerza y el ánimo para creer en las revoluciones.
 
«Me dejaré engañar: repíteme tus sueños».

El escondite >
 
«No te lo sé explicar muy bien pero lo voy a intentar de nuevo otra vez. Si me fui sólo es para que vengas a por mí y me digas -Ven, quédate-. Y si después me olvido de hablar es que quiero que me preguntes -¿Qué piensas de (…)?- Y te diré -No sé qué decir; de hecho sólo sé que contigo quiero morir-.»

CRASH >

Lo bueno de perderlo todo es que ya no tienes nada que perder, ni miedo a nada.
 
«Y qué si el horizonte no se ve… el viento tampoco, y golpea tu cara al correr. Saldremos de ésta».

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