Slim Cessna´s Auto Club

Para nosotros es importante no sentirnos anclados a un género determinado. Es algo que creo que en estos días no tiene mucho sentido


Si en la música de los norteamericanos se puede encontrar cierta sensación de vértigo en variadas cadencias, es en sus letras donde es posible calibrar las velocidades de un discurso en el que se pueden apreciar varias aristas que reflejan cierta sed de amplitud.
 
A pocos minutos de su concierto en Madrid, organizado por SON Estrella Galicia, se dio la oportunidad de poder charlar brevemente con Slim Cessna acerca del universo ideológico, compositivo y sonoro de una banda que funciona en un engranaje emocional que mezcla reflexión y tensión en un curioso y constante ascenso.
 
Cada estilo de música parece albergar ciertos tópicos que, a veces, parecen atrapar a sus autores sin que estos se den cuenta. Teniendo en cuenta que lleváis muchos años, ¿cómo ves la situación del grupo?
 
Para nosotros es importante no sentirnos anclados a un género determinado. Es algo que creo que en estos días no tiene mucho sentido. Ahora que hay tanto acceso a la información, que puedes montar un sello en tu casa y moverte por todo el mundo gracias a internet… No te hace falta moverte en una sola dirección. Crecí en los ochenta y en esos años estuve expuesto a muchos tipos de música con lo cual es natural que con el grupo intente ir en varias direcciones y que lo hagamos de manera natural.
 
La situación es buena porque vamos más allá de una portada y de un sonido. Hacemos canciones y somos la base de ellas.
 
¿Crees que, al haber crecido en los ochenta, el punk ha dejado una influencia en tu música?
 
Sí, definitivamente sí. No ha sido intencionado pero sí que está. Crecí, entre otros estilos, con el punk. Era un quinceañero en aquellos días y pude sentir toda su fuerza. Jello Biafra, de Dead Kennedys, es un buen amigo mío y en su momento sus canciones supusieron una buena influencia en mi manera de entender la música, en la forma de comprender que es importante tener personalidad. El haber aprendido mucho de él es algo que aprecio mucho.
 
En esa adolescencia ¿querías ser como alguno de tus ídolos? ¿Pensaste que acabarías en un grupo?
 
Cuando era adolescente tenía muchos ídolos. Probablemente quería ser como Bowie, pero no como Morrissey. Por algún motivo nunca fui fan de The Smiths, a pesar de que todos mis amigos lo eran. Me siento muy afortunado porque en esa época sabía que esto es lo que quería hacer y que no me interesaba otra cosa, no tenía otra ambición. Escuchaba los discos de Johnny Cash que tenía mi padre y me ponía a cantar.
 



¿Ves este resultado como una victoria? 
 
En cierto modo sí. No somos un grupo que gane mucho dinero pero estamos a gusto sabiendo que nuestros discos están ahí, en las tiendas y en la casa de bastante gente y que esto es el resultado de un trabajo muy duro de años y años, de décadas.
 
¿Es complicado ser uno mismo en la música?
 
Depende de cuánto estés dispuesto a dar. Hoy en día cualquiera puede grabar un disco y moverlo por internet. Quizás sea más complicado conseguir llamar la atención por la cantidad de propuestas que hay por todo lado. Pero para nosotros, como individualidades es algo que no nos preocupa porque no nos importa lo que se diga de nuestra música. En ese sentido me siento muy afortunado de poder hacer la música que quiero y de poder llegar a círculos de gente distinta que aprecia lo que hacemos. Es bonito que ocurra, por ejemplo, aquí en España, estando tan lejos de Denver, el lugar de dónde venimos.
 
En vuestra música se oyen claramente retazos de country y de otros sonidos. Sabiendo cómo se enfoca la tradición musical en EEUU, ¿cuál es tu opinión acerca de esa tradición frente a vosotros?
 
Es algo que está ahí. En EEUU hay una especie de Top 40 de la música country y es algo espantoso. Afortunadamente no estamos metidos en ello, ni han intentado meternos en ese saco. Hay mucho purista que quiere que el country siga sonando exactamente igual que en los cincuenta o sesenta. Para ellos es muy difícil comprender lo que hacemos. Kurt Wagner, de Lambchop es un buen ejemplo de cómo romper barreras.
 
Ese romper barreras también está presente en la manera en que, con tus letras, haces referencia a temas como Dios, el pecado, la culpa, la oscuridad… Parece como si les dieses una vuelta de tuerca para mostrarlos cercanos y sencillos y a la vez inquietantes.
 
Ciertamente es lo que nos interesa. Contamos historias relacionadas con supersticiones y religión. Es algo muy americano. Pero también es difícil explicarlo a la gente europea pues es parte de una idiosincrasia muy marcada. Es complicado explicar porque hablo, por ejemplo de la religión desde el punto de vista de un predicador bautista, mi padre lo es, porque es un contexto muy peculiar. Crecí en un contexto muy peculiar. Tuve una buena infancia pero se hizo inevitable que empezase a hacerme preguntas acerca de Dios.
 
A medida que me hice mayor esas preguntas se convirtieron en canciones en las que busco explorar eso. Pero esto lo tomamos muy en serio. Particularmente estoy enamorado del poder del góspel en general. Es tremendo. El mensaje que va más allá de creer o no creer y la experiencia de estar en una iglesia cuando fluye toda esa potencia conectando a la gente y haciéndola más grande de lo que puede ser, eso es maravilloso. No es algo que intentemos con nuestra música pero a veces ocurre y cuando es así todo es más fuerte.
 
¿Entonces se puede decir que crees en algo más?
 
Sí. Además que es mucho más divertido vivir junto a la posibilidad de que haya magia, fantasmas y algo que está más allá de nosotros. De otro modo todo es más aburrido.
 
¿Y la idea de Dios? ¿Te preguntas quién es o qué es?
 
Para mí es ambos aspectos. Es algo que muchas veces pienso, pero luego llego a la conclusión de que prefiero dejar que flote la respuesta pues me es más interesante ese misterio.
 
 

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