Toundra + Burro (Teatro Eslava) Madrid 27/11/22

Toundra anunciaban sus conciertos de fin de año como los últimos en mucho tiempo. La probable parada escénica convertía casi en obligatoria la asistencia para disfrutar sus virtudes sobre las tablas una vez más. El siempre controvertido horario matinal elegido para su concierto en domingo se compensaba con el marco inigualable del Teatro Eslava, sala con un sonido exquisito habitualmente.

Abrieron la matinal Burro, la nueva aventura musical de Conrado Isasa, guitarrista de esa banda de culto que fue A room with a view,  junto a Beatriz Montiel Company. Dejaron un extraordinario sabor de boca en clave acústica con su folk emocionante y emocionado, destacando una muy hermosa versión de la canción también llamada “Burro” a cargo de Lorena Álvarez. Se agradeció su intimidad y el respeto con el que el numeroso público acogió la propuesta.  Muchas ganas de su disco.

El cuarteto madrileño protagonista volvía a la capital para presentar por segunda vez en este año Hex (22), un trabajo que, a tenor de lo comentado por la banda tras su lanzamiento y las pistas que nos da su escucha, nace alumbrado desde la dificultad y el esfuerzo por encontrar una salida creativa motivadora y digna tras asombrar gracias a su progresión artística imparable que abarca  desde Exquirla, el proyecto conjunto a El Niño de Elche, pasando por Vortex (18) –su mejor disco a mi juicio- y terminar con la arriesgada y loable creación de una banda sonora ad hoc para el clásico mudo del cine expresionista alemán El Gabinete del Dr. Caligari. Tras semejante juego de piernas artístico, resultaba imposible no enfrentarse a cierto bloqueo del que, afortunadamente, han salido airosos.

Dicho lo cual, Toundra, teniendo canciones y discos muy grandes, siempre han destacado sobre todo por una ejecución escénica impoluta, entregada y certera. Y no sólo eso, sino que, por increíble que parezca, cada vez parecen hacerlo mejor y estar más ensamblados si cabe como pudimos apreciar ayer en Madrid.

El repertorio elegido quiso rendir pleitesía a su pasado (desde esa apertura con la progresión fascinante de “Magreb” hasta el cierre oscuro y musculado con “Cielo Negro (Black Sky)”)  sin desdeñar sus recientes conquistas (la polimórfica “Mojave” o la emocionante coda de “El odio Parte III”).

De nuevo brilló por todo lo alto esa capacidad tan suya de llevar las composiciones a mil sitios diferentes, zarandeando nuestro interior hacia cada una como si fueran una brújula sónica enloquecida. Pena que sus dos canciones más conmovedoras para quien les escribe no asomaran, “Kingston Falls” y “Cruce Oeste”; y es que, si se me permite una sugerencia o parecer, creo que no le vendría nada mal a la banda en un futuro ahondar más en esos pasajes que inciden directamente sobre el pericardio de nuestras vidas y evitar buscar de una manera tan frontal la euforia, si bien esto lo saben hacer como nadie. Me pasa algo parecido, por buscar paralelismos, con Russian Circles.

Es un auténtico privilegio contar con una banda en nuestro país con su repercusión internacional y solidez dentro de una escena musical que parece resultar demasiado ajena a nuestros litorales geográficos, pese a contar con una comunidad de fans entregada siempre. Inquieto por conocer las nuevas andaduras con las que nos sorprenderán Toundra que, presumo, supondrán algún estimulante viraje.

 

 

 

 

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