Antonna – En la cama con Anntona (Gramaciones grabofónicas)

Hace ya unos cuantos meses mi lector de RSS, que mantengo siempre enfocado hacia los blogs y webs musicales que me parecen más interesantes, empezó a escupir historias extrañas y frases poco inteligibles sobre una tal Anntona. “Anntona es buena persona”, era el mensaje. No lo dudo, pensé, pero no tenía ni idea de por dónde iba aquello. Seguí el rastro, y descubrí que tras el nombre de Anntona se escondía Manuel Sánchez Muñoz (Manu), guitarrista de Los Punsetes, uno de los grupos más originales y divertidos (aunque sus directos atraen y repelen por igual) de la escena nacional. Anntona es buena persona (2008), finalmente, era una maqueta. O mejor, una recopilación de maquetas. Algo había en ellas del extraño y al mismo tiempo cotidiano universo de Los Punsetes, pero también tenía un encanto particular. Algo menos de pesimismo, tal vez.

Ahora Anntona ha grabado su primer disco oficial, En la cama con Anntona, en el propio sello de Los Punsetes. Nada nuevo: historias cotidianas con especial atención a las rimas (a veces acojonantes, otras sonrojantes; mira, yo también he hecho una), cantadas y contadas con una pizca de mala leche (“Y además bastante fea”), surrealismo de mercadillo de los viernes, introspección y autoayuda de cachondeo (“Nunca es tarde”, “Ausencia de miedo”), calcetines usados tirados por el comedor al volver de trabajar (“Todo el mundo tiene porno en casa”) y con tintes orwellianos en ocasiones (“La policía del amor incorrecto”). Algún guiño a su grupo, no sólo en las colaboraciones (Ariadna Punset canta en “Podía volar”, y en la grabación también participó J. Punset), sino también en algunas melodías reconocibles, de tan raras. Melodías muy conseguidas y bastante pegadizas, todo sea dicho. Por cierto, hablando de colaboraciones, La Bien Querida canta en “Tú hueles mejor”, y Cristina Clovis en “Ausencia de miedo” y “Te escribo desde el barro”.

Un disco que, paradójicamente, se entiende y disfruta más cuando menos atención se le presta. Sólo así podemos esbozar una sonrisa mientras escuchamos la voz de Manu pasada por el vocóder en la ochentera “Dos paquetes cien”, o mover la cabeza al ritmo de “Alfonso de Hohenlohe”. No busquemos profundidad; la hay, pero está escondida. Ella nos encontrará a nosotros en el momento oportuno.

Hay acciones y actitudes que hacen más soportable el quehacer cotidiano, y evitan visitas al psicólogo: reirse de uno mismo, mirar la vida con ojos nuevos, descubrir la rareza de lo habitual, disfrutar de las pequeñas cosas; saltar el charco de una puñetera vez, como Bill Murray en “Atrapado en el tiempo”, y cascarle un puñetazo al pesado de turno que nos arrastra a seguir viviendo una y otra vez el día de la marmota.

Añado a la lista: escuchar las canciones de Anntona.

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