Papaya

Uno de los objetivos de Papaya es ofrecer algo fresco y diferente a esta época, porque yo como oyente es lo que echo en falta

 
Son una de las sorpresas más agradables que nos ha traído 2015.
 
Papaya, proyecto de la canaria de ascendencia chilena Yanara Espinoza llevaban avisándonos desde hace meses con una increíble progresión, refrendada por unas grandes canciones que hace pocas semanas entregaban en No me Quiero Enamorar (Jabalina 2015),  sin duda uno de los discos nacionales más a tener en cuenta este año.
 
La variedad de estilos que tocan sin que el conjunto se resienta, es sin duda la principal virtud de unas canciones que nadan en distintas aguas, saliendo a flote de manera victoriosa.
 
Aprovechando el lanzamiento del disco y las distintas presentaciones, hemos querido preguntarle a Yanara por la gran acogida de su propuesta y esto es lo que nos ha contado.
 
¿Podemos decir que Papaya es una banda o el proyecto personal de Yanara Espinoza?
 
Papaya se llama así porque es mi mote y como el proyecto es algo personal pues así se quedó para no buscar un nombre pretencioso puesto que ya había algo identificativo. Es un proyecto personal llevado a cabo con banda. Tengo a un buen equipo trabajando para mí desde hace tiempo y me siento muy afortunada y respaldada para contar al mundo todas esas cosas que interpreto en el disco, empezando por mi fiel y primer compañero Miguel Aguas que desde que tenía los primeros bocetos compuestos me apoyó con mucho entusiasmo y dedicación hasta hoy.
 
¿De dónde viene lo de Papaya?
 
Papaya viene del cóctel que tengo en mi sangre y vida. Soy de padres chilenos pero criada en Canarias, con acento mezclado también y aspecto medio asiático, siempre me lo dicen. De ahí lo de una fruta exótica y porque es algo que da buen rollo y me gusta además de que da siempre pie a provocar una sonrisa en la gente y eso me parece muy papayesco.
 
El disco ha sido recibido como todo un soplo de aire fresco. ¿Sorprendida con la acogida?
 
Más que sorprendida, contenta y feliz, y sobre todo tranquila de saber que las cosas sirven para algo y merece la pena.
 
¡Qué mejor regalo para alguien que hace algo para la gente!, porque si no me lo quedaría todo en casa para mí. Que guste y provoque algo, sea lo que sea, ya que hoy en día es difícil, me parece todo un triunfo.
 
Las canciones son tuyas, pero has tenido buenos escuderos en la grabación. ¿Qué han aportado al sonido final del disco?
 
Pues que el disco quede como ha quedado es gracias no solo a mis letras y guitarras o demás instrumentos sino a un gran equipo trabajando detrás como Miguel Aguas con sus bajos maravillosos, la producción excelente y eficaz de Sebastian Litmanovich, la limpia y rápida grabación técnica de David Baldo en los estudios Sound Division y la colaboración de la encantadora Soledad Parody.
Todo en conjunto ha hecho que esto quede como ha quedado, un conjunto de mezclas, influencias, confluencias, similitudes y buen rollo.
 
«El rey de las camas» ya adelantaba dos canciones que aparecen en el disco. ¿No quisiste regrabarlas para la edición del álbum?
 
No las quise regrabar porque me gustaban como estaban en sonido y en producción, ¿Para qué volvernos loco cuando algo está bien como está? Además que a veces al volver a grabar las cosas se puede perder el encanto o rollito de la canción y no quería correr ese riesgo.
 
Otro de sus temas «Burbuja» finalmente se quedó fuera. ¿Podrías recuperarlo para un segundo disco?
 
«Burbuja» era una canción maldita y no conseguía que saliese algún día de casa. La hice mil veces de distintas maneras y no me terminaba de convencer. En esta versión final pedí ayuda a Sebastián para que la cantara y así romper la maldición. Una vez rota ya no la quería seguir teniendo en todos lados y para no repetirme tanto con las canciones ya que las del single ya habían entrado en el disco. También me molaba que quedara como algo exclusivo de una cara B.
 

 
Lo que más nos gusta de Papaya es que tocáis todos los palos imaginables. ¿Os decantáis por algún estilo en particular?
 
Nos gustan grandes y pequeños cosas de muchos estilos así que sería difícil decirte por qué nos decantamos. Supongo que depende de muchas cosas. Ellos me siguen el rollo y sale así de disparatado y es guay romper los clichés y encasillamientos que veo cada día en los grupos, solistas o proyectos.
 
Sonidos yeyés, aires ochenteros, música latinoamericana, hiphop… Digamos que todo lo que contienen vuestras canciones es lo que tenemos hoy en día, ¿Veis algún indicio que marque la música de nuestra época o vivimos de retales nostálgicos?
 
Hoy en día está todo tan mezclado y prostituido que puede pasar cualquier cosa. Supongo que las dos cosas, que hay indicios que marcan la música de nuestra época y que hay latigazos y marcas de los retales nostálgicos.
 
Uno de los objetivos de Papaya era dar algo fresco y diferente a esta época porque yo como oyente también es lo que necesito y echo en falta, y eso puede ser algo que marque esta época. Tiene cosas de toda la vida más cosas de ahora, aunque todo viene de todo así que inevitablemente todo está conectado.
 
Intuyo que cada música que marca una época es porque conecta de algún modo con algo que flota en el aire o lo que necesita la gente o a veces es simple por pura casualidad,  suerte, industria o moda. Hoy es difícil marcar nada aunque quiero creer en que nosotros conseguiremos algo, sea lo que sea, que ya es mucho.
 
En ocasiones nos recuerdas a algunos cantantes de los 70 ¿Julio Iglesias, Sandro o Roberto Carlos?
 
¡Ojalá! ¡Me gustan mucho! Tienen clase, cantan bien y enamoran a masas, es fantástico. Además que el dramatismo y cotidianeidad de sus letras siempre me han hecho gracia.
 
Aunque eres española estás a medio camino entre España y Chile. ¿A cuál de las escenas te encuentras más cercana?
 
Ojalá fuese en las dos, no creo que la música que hago tenga limitaciones ni preferencias, creo que podría llegar a ambos lugares. Al fin y al cabo es en español, trata temas cotidianos y comunes y yo me siento de las dos partes por distintos motivos.
 
Paula Quintana de Radio 3 apostó muy fuerte por vosotros desde el principio. ¿Le debéis mucho?
 
Pues claro, Paula Quintana es un encanto de mujer con mucho entusiasmo y hace una gran labor. Si no fuese por ella tal vez nadie sabría nada de nosotros. Aunque creo que siempre la gente se cruza en la vida de las personas es por algo y en este caso ese algo era hacer que nuestra carrera musical creciera y se diese a conocer.
 
Sois de las pocas bandas que han actuado en el FIB sin haber publicado aún un primer disco. ¿Qué tal fue la experiencia?
 
Pues muy bien, estuvimos muy cómodos y contentos tocando y no nos achicharramos al sol. Pisar un escenario de tal calibre siempre da currículum y cosas que aprender ya que nunca se deja de crecer y experimentar en este terreno. Mi compañero Miguel y yo dijimos un día de broma: ¡tocaremos en el FIB! Y pasó. También lo dijimos con el Palacio de los Deportes y también pasó, así que son pequeños sueños realizados.
 
Para quienes no os hayan visto aún en directo, ¿qué se encontrarán en el escenario?
 
No lo sé, no lo veo desde fuera pero supongo que se nos ve majos (risas). Que vengan a comprobarlo, intentamos que todo se parezca al disco y hacerlo lo mejor posible. Disfrutamos un montón y me encanta regalar mi música al público, el público es lo más importante.
 
¿Violeta Vil, tu otro grupo, está aparcado de momento o piensas retomarlo pronto?
 
No está aparcado, está dirigiéndose a otros públicos y escenas mas subterráneas porque es lo que le apetece a Mónica hacer y lo que no está aportando cosas de momento. Tocamos todos los meses en distintos sitios y sigo ganando tablas y placer con ella y Miguel Aguas que también me acompaña con el bajo en Violeta Vil, sudamos, bailamos y desatamos toda nuestra furia, es muy divertido.
 
Ahora está saliendo a la luz Papaya que es lo que me apetecía hacer en esta época y tengo que darle caña. Nunca me conformo y me encanta no parar de trabajar y crear, tengo que aprovechar el tiempo o me muero.
 

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