Calavera – Espejismos (Lago/Cráter/Tbc)

El encanto del pop bien hecho. Las mil y una formas de apasionarse cada vez que escuchas una canción bonita. La entrega a una forma de interpretar música sincera y profundamente. Frases todas ellas aplicables en esencia al concepto y la trayectoria artística de Alex Ortega, un músico hecho y curtido en el corazón de la geografía aragonesa y que ha bebido de muchas y variadas fuentes hasta dar con un proyecto ciertamente embriagador. Tras varias aventuras previas y el fiasco final, pese a su proyección, de su anterior aventura grupal bajo el nombre de Limnopolar, decidió dar luz a otra criatura de fisonomía parecida y las mismas nulas ambiciones, salvo las de delimitar un sonido y unas ideas sobre el oficio de hacer canciones bien concretadas en sus nueva ocho canciones. Las que se incluyen en Espejismos y ya con el alter ego de Calavera como estilete. Un nuevo comienzo igual de adorable que los otros.

En el radiante armario pop de Calavera caben trajes hechos con sintetizadores, vestidos tejidos con los teclados como tela básica y zapatos con lazos de psicodelia suave. Si hablamos de experimentación con sonidos sintéticos o incluso apuntes de soft rock americano, también se podrían citar algunos buenos momentos de este disco. “En una isla”, por ejemplo, es el capítulo más introspectivo al respecto, y “Malas hierbas” sería el contrapunto rabioso que pone los puntos sobre las íes tanto a nivel musical como lírico, con una descripción casi perfecta de la huida obligada de lugares tóxicos a nivel emocional. Es ese el poso que dejan la mayoría de las canciones, el de compartir algún lugar común en el que todos y todas alguna vez hemos vivido temporalmente, abandonados a nuestras propias necesidades y deseos sin ser conscientes de que a la hora de la verdad es el amor (y sobre todo el desamor) el que nos pone en el lugar que nos corresponde. “Secretos” está marcada por un romanticismo tremendista, y en “No te das cuenta” la paradoja es que somos plenamente conscientes de que lo que nos pasa le está pasando a la vez a muchísima gente. Como la sonrisa de gozo ante el pop intemporal de “Sayonara” o el colofón a la faena perfecta aportado por Eva Amaral –pocas voces casarían mejor con el gusto melódico de Ortega- en una deliciosa “Ámbar”. Todo bien armado y con el espacio suficiente para disfrutar.

Grabado a medias y con la segmentación propia del confinamiento que retuvo parte de la grabación, Javi Carasueño se ocupa de rellenar los espacios sueltos, y al final todo encaja como en un puzzle que desde el principio ya necesitaba de pocas piezas. En la misma onda de su paisano Copiloto o los propios Maronda, otros nombres injustamente marginales de la escena, la senda de Calavera empieza a ensancharse poco a poco con grabaciones que aciertan a la primera. Algo que solo se puede conseguir si se tienen grandes canciones.

Escucha Calavera – Espejismos

 

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