Entrevistamos a Quique González

Poco se puede añadir a la extensa y exitosa carrera de Quique González. En mi caso personal, a diferencia de muchos otros oyentes y periodistas, llegué mucho más tarde a su música. La edad, en este caso, jugó en mi contra. Nunca compré un casete con sus primeras canciones ni compartí un momento mágico con mi pareja escuchando en directo álbumes como Me Mata Si Me Necesitas. Aun así, cuando lo descubrí, fue como encontrar un tesoro, una joya que debía compartir. Porque sí, lo más hermoso de la música, y especialmente la de este artesano, es poder compartirla.

En el 2024 se celebra el vigésimo quinto aniversario del inicio de su carrera musical. Como parte de la celebración, ha iniciado una gira por diferentes salas españolas en las que el músico repasará toda su discografía. Además, ha presentado un nuevo trabajo titulado Copas de Yate que sigue a Sur en el valle, un disco en el que interpreta magistralmente ocho canciones de grandes artistas a quienes admira. Estas versiones son inesperadas por su eclecticismo y por ser poco previsibles, tan personales que, a pesar de ser de diferentes músicos, suenan a Quique, ya que las ha hecho completamente suyas.

“Había algo de audacia en mí, tenía muchas ganas y creía en mí mismo, aunque esto se daba principalmente por la falta de experiencia y la inocencia”.

Un placer hablar contigo, Quique. Espero que todo esté yendo estupendamente. ¿Cómo han sido estos días?

Bastante bien, inmerso en la vorágine de la promoción. Un poco cansado del fin de semana, ya que hemos tocado un par de días y arrastrando un poco el cansancio de los viajes y los conciertos, pero en general, me siento bien y muy contento.

Durante los últimos dos años, has estado en constante movimiento. De hecho, finalizaste la gira de tu último trabajo en la primavera de este año y ya has comenzado una nueva gira para celebrar tus veinticinco años de carrera musical.

Entre semana, si no hay promoción, suelo descansar. Es cierto que en los últimos veinticinco años ha sido un proceso constante de escribir canciones durante unos meses, grabarlas, salir a tocar en presentaciones, promocionar, terminar la gira y volver a la casilla de salida. Esto hace que tengas la sensación de que todo ha pasado muy rápido. Cuando he necesitado un paréntesis, me lo he tomado. En este caso, al enlazar la gira del último disco con la grabación de este en medio de la gira, hay un poco más de ajetreo, pero también hace que la banda esté en mejor forma. La máquina está engrasada.

 

Un elemento muy interesante de esta nueva gira es que la banda que forma parte de tu proyecto musical es capaz de interpretar actualmente más de setenta canciones de tu discografía. ¿Cómo es trabajar con ellos?

Para esta gira, solo hemos estado ensayando dos semanas. Nos hemos preparado unas cuantas canciones y tres discos para comenzar, aunque añadiremos alguno más según vayamos avanzando. Tengo la suerte de contar con una banda maravillosa con la que tengo una química impresionante; son músicos de primer nivel con mucha intuición, cariño y conocimiento de mis canciones. Con Edu llevo tocando doce años, con Jacob también, Toni ha producido los últimos discos. Con Raúl he tocado esporádicamente, pero ahora llevamos dos años tocando juntos y lo considero parte de mi familia.

Siempre he querido formar parte de una banda, no he querido considerarme un artista que va con músicos de acompañamiento. Necesito sentir cercanía y familia, y que la convivencia sea buena. No podría tocar con alguien que me cae mal; ni siquiera me sentiría cómodo si hubiera dos miembros de la banda que no se llevan bien o que hay tensión entre ellos. El buen rollo y la convivencia, además de tocar con buena gente, también hacen que hagas buena música y que sea más fácil. Sé que es exigente para ellos pedirles tantas canciones, pero también pasa que cuando llevas un volumen de setenta canciones, te cuesta menos abordar canciones nuevas. Ya estás acostumbrado.

Ese es el rasgo que distingue a este tour, ya que en cada lugar en el que tocáis, una primera parte está destinada a interpretar un disco en concreto de toda tu trayectoria. ¿Cómo se planifica y organiza este aspecto de la gira?

Por ejemplo, tocamos este fin de semana que viene en Toledo y Guadalajara, y hoy lunes he decidido qué discos tocamos. En Toledo, Daikiri Blues, y en Guadalajara, Salitre 48. Esa es la primera parte del concierto. Luego paramos cinco minutos y tocamos canciones de distintos álbumes.

Esto hace que haya un porcentaje de riesgo, que me gusta mucho, y vamos añadiendo discos según lo vamos preparando. A lo mejor, dentro de un mes, hacemos Me mata Si me necesitas. La idea es que cada noche sea un concierto distinto. Tenemos la suerte de que hay gente que viene a varios conciertos y las dos veces que vengan tengan un álbum y un repertorio distinto.

Esta idea de conciertos temáticos es realmente interesante. Actualmente, otros grupos también la están llevando a cabo. Por ejemplo, recientemente entrevistamos y asistimos al concierto de Calexico en Madrid, quienes estaban presentando su álbum Feast of Wire de 2003.

Creo que también para el público es interesante porque si ese disco los ha acompañado durante veinte años… es esa parte que tiene la música de magia, que te transporta y te hace viajar años atrás. Ese reencuentro con gente a la que le apareciste en la pista, pero hiciste un disco que fue importante para ellos y vienen a verte, creo que emocionalmente es un viaje muy potente y chulo.

En los primeros días que hemos hecho ‘Salitre’, pues claro, veías a parejas que se conocieron cuando estabas haciéndolo y están con los ojos cerrados, abrazados mientras estás tú cantando las canciones, y eso es un privilegio verlo desde arriba. Me hace sentir afortunado de ser músico.

Eso sí, debido al tiempo que acarrea preparar esta gira, también es menos extensa que, por ejemplo, la de Sur en el Valle. ¿Cuántos conciertos has ofrecido en la presentación de este disco?

Probablemente entre cuarenta o cincuenta en un año.

¿Cuál de todos los álbumes de tu carrera ha tenido la gira de presentación más extensa?

En el tour de «Avería y Redención», dimos como ochenta conciertos, justo antes de la crisis del 2008.

En momentos como estos, ¿cómo equilibras tu vida personal y tu carrera musical?

No puedes estar en todos los sitios. Normalmente tocamos los fines de semana, que es cuando tus amigos quedan para hacer planes. Lo he llevado siempre bien porque durante muchísimos años he vivido solo, sin pareja ni familia. Ahora, desde hace cinco años, es más complicado porque tengo una familia y ya hay una parte de tu cabeza que se está preguntando si estarán bien. La conciliación es más complicada, pero tengo la suerte de que mi pareja y mi hija me lo ponen muy fácil.

También tiene sus cosas positivas, como que no suelo tener conciertos entre semana, me permite hacer cosas como llevar a mi hija al colegio y pasar tiempo con ella. Si tuviera un trabajo de oficina, no podría hacerlo. Tiene sus ventajas e inconvenientes, como todo.

 

Retrocediendo en el tiempo, como se mencionó en un programa dedicado a tus inicios en la SER (Sofá Sonoro), desde la publicación de tu primer disco (Personal) y tu segundo trabajo (Salitre 48), estuviste viviendo como podías, especialmente gracias a los royalties que recibías de «Aunque tú no lo sepas«, una canción que escribiste para Enrique Urquijo. ¿Cómo recuerdas aquellos días?

Ahora lo recuerdo como días felices, pero en el momento en que estaba, tenía mucha incertidumbre. Había meses en los que te costaba llegar a fin de mes. Eran otros tiempos y los alquileres estaban más baratos. También hacía algunos conciertos solos e iba apañándomelas. Vivía al día realmente. Pedí un adelanto de autores por la canción que hice para Enrique, y eso me permitió salir adelante un poco. Ahora lo recuerdo como un tiempo más feliz de lo que en su momento vivía. En aquel momento se pasaba frío en aquella buhardilla.

¿Tanta confianza tenías en las canciones que estabas componiendo para «Salitre 48»?

Sí, bueno, pero en ocasiones la confianza surge debido a la inconsciencia, la juventud y la ingenuidad. Había algo de audacia en mí, tenía muchas ganas y creía en mí mismo, aunque esto se daba principalmente por la falta de experiencia y la inocencia propias de la juventud.

A los treinta y cinco años, la situación se vuelve mucho más complicada. Lanzarme a tocar en garitos, palmando pasta y volver a casa… Es más sencillo hacerlo a los veinticinco, pero a medida que envejecemos, se valora más la seguridad que la valentía.

Comenzar suele ser lo más difícil en una carrera musical. ¿Cómo valoras el camino que has ido construyendo en estos 25 años?

Um… arrancar siempre es lo más difícil en todo. Yo tuve la suerte de que a partir de «Salitre» y «Pájaros Mojados», sí que había, no una legión de fieles que me hicieran llenar estadios, pero sí un público fiel y muy pesado con sus amigos que recomendaban mis canciones y mis discos. Esto hizo que fuera más fácil. De repente, iba a Murcia, a la Puerta Falsa, y había cien personas. Como iba solo con la acústica, pues ya salían los números y podía empezar a funcionar de una manera digna. Luego ha sido más fácil, aunque en este oficio y en veinticinco años tienes tus picos y tus valles. Me siento afortunado al ver cómo han ido las cosas y lo bien que he estado acompañado, tanto arriba del escenario como debajo también.

Siempre necesito a alguien a mi lado que me dé perspectiva con mis propias canciones, con mis composiciones. Me gusta tocar, viajar y trabajar con gente que es mejor que yo y que tiene autenticidad y honestidad por la música. Todo esto lo pone más fácil. Es fundamental. Me gusta tocar también solo, de hecho he dado un montón de acústicos, pero cuando estás tocando con una banda que tiene un rollo especial, que te ríes con ellos, donde la convivencia funciona y te pones a tocar, es un regalo de la vida y del oficio.

Para celebrar estos veinticinco años de carrera, además de la gira, también has presentado un nuevo álbum titulado «Copas de Yate». Un nuevo trabajo en el que versionas canciones de artistas como Juan Perro, Josele Santiago, Carlos Cano o Kiko Veneno. ¿Cómo ha sido la selección de estas canciones?, ¿Ha surgido de un acuerdo con el resto de los músicos que te acompañan?

Me gusta consensuar. Hay cosas que tengo claras y otras que no tanto, y pregunto e intento que haya quórum entre todos. En ese sentido, son muy generosos conmigo. En el aspecto de la composición no ha tenido nada que ver porque son canciones de otros, pero para llevar esas canciones a mi terreno sí ha habido un consenso entre todos. También hemos descartado canciones que hemos probado y que no nos sonaban tan bien. Al final, con naturalidad y sentido común, y buena voluntad, es fácil llegar a los sitios.

Personalmente, una de las canciones que más me ha sorprendido es la perteneciente a Charly García, titulada «De Mi». En este caso, los cambios musicales respecto a la original son más notables.

En el caso de Charlie, fue un poco más complejo que otras, porque en el rock argentino utilizan cosas muy suyas: reverbs kilométricas, muchos sintetizadores de los ochenta… es parte del ADN del rock argentino. Queríamos sacarla de ese paisaje sonoro y llevarla al nuestro. Creo que suena a una especie de Charlie norteamericano.

A mí me fascina Charlie como artista y lo sigo muchísimo. De hecho, estuve barajando unas cuatro canciones suyas y al final nos quedamos con ‘De mí’ porque creo que era la que mejor llevamos a mi terreno.

 

Es cierto que el rock nacional tiene una forma única de crear estribillos; las líneas de guitarra parecen estar diseñadas para convertirse en himnos futboleros. Todo muy pasional.

También en su letra, fíjate en la canción de “Los Dinosaurios” donde hablaban de los militares. El rock argentino fue uno de los muros de resistencia y también un nexo de unión entre un montón de generaciones de argentinos que sufrieron la dictadura. Creo que el rock argentino lo ha contado y lo ha cantado muy bien. Charlie, Spinetta, Fito, son artistas que me interesan mucho. También he conocido parte de esa historia negra de la dictadura de Videla gracias a estos artistas.

¿Qué relevancia crees que ha tenido el rock nacional en la construcción del rock en España?

El rock argentino cantado en español ha ayudado a construir el rock en España. Ellos fueron pioneros; de hecho, Moris fue importantísimo para gente como Ariel Rot o Alejo Stivel. De alguna manera, nos enseñaron que se podía hacer rock en castellano. Ya había gente en España, pero hubo mucha influencia de ellos hacia nosotros.

Otro elemento que encuentro muy interesante en la música, especialmente en tus composiciones, es el entorno en el que se crean las canciones. En tu caso, los viajes siempre han funcionado como una fuente de inspiración.

El entorno se cuela en la canción y la condiciona absolutamente. El hecho de que estés parado en un lugar escribiendo una canción o que la estés escribiendo mientras estés viajando cambia sustancialmente el tipo de canción y de lo que hablas. También el lugar donde vives. Me interesa mucho este tema.

Una de las canciones más destacadas de este nuevo álbum es «Herida y Cicatriz», del artista Fabián D. Cuesta. Personalmente, no lo conocía y ahora estoy explorando toda su discografía. Es realmente maravillosa.

Fabián es uno de los mejores autores que tenemos en castellano. Es un maestro y un artista fundamental en su generación. Todos en la banda somos muy fans suyos. Esto también es cuestión de suerte, el hecho de que no haya tenido la trascendencia que yo creo que se merece me parece injusto, como le pasa a muchos artistas que admiro. Me gustaría que fueran más conocidos. Haciendo buenas canciones es más fácil que lleguen a algún sitio. Si este disco sirve para que más gente conozca a Fabián, pues ya ha merecido la pena este álbum.

Ha sido un verdadero placer hablar contigo, Quique. Para finalizar, ¿qué significa la música para ti?

Para mí, la música como oyente me ha salvado la vida. Como ejecutante, como artesano de canciones, me ha dado una forma de vivir. Pasar por la vida haciendo canciones es lo que más me gusta del mundo. Es un privilegio, siempre voy a estar en deuda con la música, porque por mucho que yo le haya dado, la música me ha ofrecido más cosas. Me ha hecho conocer ciudades que nunca hubiera visitado si no fuera por este oficio, conocer personas. Solo tengo agradecimiento. La música para mí es lo máximo.

Escucha ‘Copas de yate (Vo. I)’ de Quique González

 

 

 

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