Christina Rosenvinge + Tulsa – Sala El Sol (Madrid)

Hay algunas cosas buenas que son, por naturaleza, breves. No me voy a extender en esto, esto no es el gabinete de la Dra. Ochoa, pero mencionaré las canciones de Chuck Berry, los sprints de Romario y los cuentos de Fante, entre otros.  La pena es que los conciertos duran más, al menos 45 minutos, Christina y tú quemaste tus mejores canciones en 15 minutos. No es mal tiempo para según qué cosas pero en general se queda corto, lo siento. “Nadie como tú”, “La distancia adecuada”, “Negro cinturón” son muy buenas, y me gustan ronroneadas como tú sabes hacerlo con tu boca pequeña pintada de rojo.

Me gustan sus letras melancólicas y un poco cínicas y sus melodías como de vieja caja de música rota en el ampli de Lee Ranaldo. Me hacen desear que las hubiesen escrito para mi, tengo que reconocerlo. Pero, ¿y después? No me puedes hacer esto… después nada… bueno… “King Size” se salvó y, quizá, “Tok Tok” pero el resto… Hay que ponerle algo más de intensidad a la música, más si es en directo.

Las nuevas no funcionaron en absoluto y cuando subiste al piano comencé a bostezar… ¿Dónde dejaste “Tu boca” o “Verano fatal”? Ah… con las ganas que tenía…

Por otro lado Tulsa sonó mejor, con una banda y unos temas que se escucharon mucho más redondos, más sólidos y con momentos realmente brillantes como en “Carretera”, “Príncipe”, “Algo ha cambiado”. Su música, que a mí me recuerda, para bien, a Jesse Sykes, tiene su punto fronterizo (americano, claro) y tiene sus buenas dosis de desamor y autovías eternas. Si sólo se soltase un poco más esta Miren

También sonaron muy bien “Dylan Thomas” y una fantástica versión en español del “Into My Arms” de ese oscuro y poderoso predicador australiano llamado Nick Cave. ¿Lo conocéis? Soy adepto. Una buena sorpresa. Al menos me llevé algo.

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