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Crónica: Los 10 momentos más destacados de Tomavistas

Consolidado como reputado festival ajeno a las modas y con evidente buen gusto a la hora de trazar su cartel cada año, el Tomavistas madrileño celebraba su quinta edición con todos los abonos vendidos. Un trazado sin solapaciones entre los dos escenarios principales –Wondo y Dr. Martens–, además de un tercero algo anecdótico pero en ocasiones práctico –Jägermeister–, todo ello bien situado en el Parque Tierno Galván.

El caso es que el Tomavistas volvió a triunfar, con una nómina de artistas que sobre el escenario probarían el porqué de su fama, y a lo que cabe añadir el excelente ambiente de un público mayoritariamente en torno a los cuarenta. Desde Muzikalia repasamos, por orden acontecido, los diez conciertos que por una u otra razón destacaron a lo largo del pasado fin de semana.

Triángulo de Amor Bizarro

A estas alturas todo el mundo sabe de sobra cómo son y cómo funcionan los conciertos de Triángulo de Amor Bizarro. Pero algo deben de tener los gallegos cuando, bolo tras bolo, la fórmula vuelve a funcionar y el torrente sonoro surgido desde las tablas termina arrastrando inevitable e indiscriminadamente tras de sí al público presente. La contundencia del cuarteto resulta determinante en el desenlace, claro, así como un repertorio igualmente arrasador (y gestado a lo largo de más de diez años) haciendo el resto, incluyendo paradas destacadas en “Barca Quemada”, “Les Llevaré Mi Cruz”, “O Isa”, “Baila Sumeria” o, por supuesto, la definitiva “De la Monarquía a la Criptocracia”. Poco importó que aún fuese de día o que la afluencia de público resultase todavía relativamente moderada, porque el escenario principal del Tomavistas asistió al desarrollo de otro directo con la marca de agua del grupo. Sí, otro más, para lo bueno y para lo malo. Si es que por malo se pude entenderse el hecho de volver a disfrutar con algo tan de sobra conocido como siempre satisfactorio.

Cigarettes After Sex

Las expectativas ante uno de los grupos de moda eran enormes, y Cigarettes After Sex ofrecieron un concierto delicado, maravillosamente fino en ejecución y, a lo largo del cual, la nostalgia logró transformarse en palpable belleza. La banda liderada por el vocalista Greg González apostó por desarrollar sus canciones con una austeridad tan necesaria y ajustada a la hora de retratar su propuesta, como seguramente poco adaptable a los parámetros habituales de un festival. Un entorno que no es el más favorecedor para plasmar la propuesta de lo tejanos, equilibrada entre el dream-pop y el slowcore y explícitamente intimista y emotiva. Pero a pesar de los elementos circunstanciales, el paso de la formación por el Tomavistas resultó precioso y dejó momentos realmente intensos. Sobre todo cuando el cuarteto ejecutó piezas de anormal calado con los que dejar poso, caso de “Crush”, “K.”, “Sunsetz” o el majestuoso trío final formado por “Nothing’s Gonna Hurt You Baby”, “Apocalypse”, “Dreaming Of You” rematando sensaciones.

Beach House

La de Beach House era, a priori, una de las presencias más celebradas del evento (si no la que más) y la dupla formada por Victoria Legrand y Alex Scally (completada en directo con un tercer músico a la batería) no defraudó, firmando a la postre el mejor concierto de la noche. Al igual que sucedía con la obra de Cigarettes After Sex, las coordenadas dream-pop (e indisimuladamente deudoras de Cocteau Twins) de los norteamericanos podía suscitar alguna duda acerca de su aceptación en el marco siempre festivo de este tipo de sarao. Pero el perfil del festival madrileño siempre se ha caracterizado por su exquisito gusto a la hora de la contratación, y eso es lo que también buscan los compradores de entradas. Por eso y por su grandeza ejecutiva, el trío disipo las dudas con una interpretación impecable, acompañada de acertadas proyecciones con las que realzar la propuesta y, sobre todo, una específica y determinante capacidad para modular las intensidades. Fue así como el combo logró aumentar el nervio de su presencia, potenciando y diversificando sensaciones con subidas y bajadas que hipnotizaban al espectador. A eso hay que añadir la base de su obra, con el preciosísimo de canciones como “Lemon Glow”, “Drank in LA”, “Levitation”, una “Myth” convertida en pura magia, o “Dive” fluyendo hacia un público rendido. Suya podría haber sido también la mejor actuación de todo el Tomavistas… si no fuese porque al día siguiente esperaban Deerhunter y, sobre todo, unos inconmensurables Spiritualized.

Toro Y Moi (por José Megía)

Chaz Bear llevaba demasiado tiempo sin visitar nuestro país con su proyecto Toro Y Moi, y por ello había muchas ganas de verlo… sobre todo tras editar un disco tan redondo como Outer Peace (Carpark, 19). Y lo cierto es que no defraudó. Con un setlist impecable, centrado en este trabajo que desgranaron casi al completo, y rescatando joyas de los anteriores (no faltaron “So Many Details”, “Still Sound”, “Say That”, “New Beat” o el cierre con “Rose Quartz”), el escenario Dr. Martens se convirtió en una pista de baile bien caldeada donde no faltaron ritmos adhesivos, canciones redondas y actitud. Se les podrá tachar de llevar demasiado sonido enlatado, pero su propuesta resulta sólida y creíble, sobre todo cuando el talento sobra.

Cass McCombs

Ya en la jornada del sábado, Tomavistas se permitió el lujo de programar un súper-clase a las ocho de la tarde. El imprescindible Cass McCombs venía con álbum reciente bajo el brazo, Tip Of The Sphere (Anti-, 19), y acompañado de una (muy) peculiar banda desplegó toda la clase que atesora desde hace década y media. El californiano aprovechó en extremo sus cuarenta y cinco minutos, hasta ofertar un concierto a medio camino entre el alt-folk, el country y el indie-rock que cundió mucho más que su medida real en tiempo. Una especie de aperitivo de lujo con el que muchos comenzaron el trazado de la segunda jornada, degustando exquisiteces pasadas como “Bum Bum Bum” o presentes del tipo de “Sleeping Volcanoes”. El suyo fue un concierto impecable con el que aumentar la admiración por un tipo de apariencia común que evidenció su enorme talento como compositor, probó sus aptitudes como vocalista y, en definitiva, dibujó en directo y con extrema precisión esa personalidad creativa única levantada a golpe de personalidad y elegancia.

Carolina Durante

Tocaba cambiar radicalmente de registro y volver al escenario Wondo para encontrarse con uno de los grupos más en auge de la actual escena nacional. Carolina Durante han pasado de promesa a realidad asentada en cuestión de meses, y la celebración masiva en la que terminó convertido su paso por el evento fue la enésima prueba de esa vigencia. El aforo del escenario a reventar de un publico cantando todas y cada una de sus canciones a voz en grito es evidencia incontestable: estos cuatros jóvenes tienen esa chispa necesaria para pasar al siguiente nivel. Divertidos, descarados, e incluso despreocupados, con las influencias de Los Nikis (en primera línea) o Los Planetas (en el fondo) asimiladas hasta la médula y aplicadas en beneficio propio. Temas convertidos casi al instante en himnos contemporáneos como “Perdona (Ahora Sí Que Sí)”, “Cayetano”, “Joder, No Sé” o “El Himno Titular” hacen que el asunto caiga su propio peso hacia el triunfo absoluto. Habrá que ver cómo evoluciona la cosa en el futuro y hasta dónde son capaces de llegar, pero de momento el presente perece pertenecerles. Y eso, ya no se lo quita nadie.

Spiritualized

Seguramente ni los más fans de Jason Pierce estaban del todo preparados para el impacto que el británico y su séquito iban a ejercer sobre el público madrileño. Un total de seis músicos y un trío de coristas femeninas, todos eperfectamente engrasados en beneficio del conjunto y levantando un universo paralelo justo en frente de nosotros. Pierce y los suyos nos cogieron de la mano para levantarnos un par de metros sobre el suelo, sin fisuras ni altibajos a lo largo de la propia excelencia que mostraban ante el asombro de los presentes. El space-rock de Spiritualized sonó distinguido, detallado, medido y estratosférico, mientras los mortales nos dejábamos llevar de viaje por mundos inéditos y fascinantes levantados en base a incontables capas de sonido. Un concierto que comenzó con dos clásicos como “Come Together” y “Soul On Fire”, para después desgranar a conciencia esa maravilla que es And Nothing Hurt (Bella Union, 18) con paradas destacadas en “I’m Your Man”, “A Perfect Miracle” o “The Morning After”, y siempre manejando a antojo los tiempos de su éxodo creativo. Por supuesto suyo fue el mejor concierto del festival, pero seguramente también uno de los mejores que podremos ver en toda la temporada. Uno de esos, en definitiva, que nunca se llegan a olvidar del todo.

Deerhunter

Otro marciano que parece saber mucho acerca de espacios paralelos y de cómo retorcer el sonido a antojo hasta convertirlo en algo mágico es Bradford Cox, sobre todo al frente de Deerhunter, con quienes ha publicado hace sólo unos meses Why Hasn’t Everything Already Disappeared? (4AD, 18). Tomar el escenario después de la exhibición de poder mostrada por Spiritualized bien podría haber sido un hándicap para el estadounidense, pero éste supo aprovechar la estela para, junto con su (también espléndida) banda, completar otro concierto mayúsculo. Las artistas sonoras habituales en el pop con querencia psicodélica del grupo resultaron ampliamente realzadas en directo, y rarezas accesibles y deliciosas como “Death In Midsummer”, “What Happens To People?” o “Futurism” se tornaron arrolladoras al amparo de una presencia tan acongojante como la que proyecta el propio Cox desde las tablas. Todo un espectáculo, tan intenso y anómalo, que (seguramente) terminó por desbancar a Beach House del segundo puesto del podio en la general.

Joe Crepúsculo

Hay que reconocer que Joël Iriarte Parra –aka Joe Crepúsculo– ha terminado por montárselo francamente bien, disfrutando en la actualidad de un éxito que le ha llegado después de una larguísima carrera de fondo. Pero ahora que el catalán está viviendo su mejor momento, también demuestra que sabe cómo manejar a las masas en base al encanto de su electro-pop de mercadillo. Eso fue justo lo que hizo (elevado a la enésima potencia) la pasada noche del sábado, liando un buen jolgorio y subiendo al escenario a bailarines, público o cocteleros mientras disparaba la metralla seleccionada para lograr el objetivo: “Vete A La Mierda”, “La Canción de tu Vida” o la traca final en forma de “Mi Maquina de Baile”. Puede gustar más o menos, y su música tendrá un valor relativo en comparación con la de muchos otros nombres del cartel, pero Crepúsculo logró petar el espacio que se abría en frente de él y que la gente lo pasase francamente bien.

 Friendly Fires

Cualquier fin de fiesta que se precie tiene que contar con un grupo de este tipo al final del listado. Friendly Fires cerraban el sarao, con ese electro-pop con cierto músculo que en la actualidad está tan de moda. La verdad es que los británicos completaron un concierto efectivo pero sin mucha más miga ni historia, a pesar del ímpetu de su incansable vocalista Ed Macfarlane y el empeño por arrastrar tras de sí a los presentes. El problema viene de la escasez de canciones con auténtica pegada, y lo cierto es que resulta difícil no acordarse de grupos de perfil similar pero con bastante más recorrido, presencia escénica y, en definitiva, efectividad, como puedan ser !!! o Cut Copy.

Aún así y siendo algo magnánimos, podría afirmarse que la numerosa formación cumplió en su papel (al menos puntualmente) gracias a piezas como “Jump In The Pool”, “Paris” o la certera “Kiss Of Life”. Y así, hasta lograron el objetivo de que los asistentes abandonasen el recinto con una sonrisa en la cara.

Fotos: Tomavistas (Javier Rosa)

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