DarkMad 2024 (Autocine Madrid) 10 y 11 de mayo

Se me hace tremendamente difícil encarar la crónica del DarkMad en su edición 2024. El motivo no es otro que el gran cariño que adquirí por el festival en su pasado año, primera vez que lo disfrutaba, y cuya experiencia ya narré en estas mismas páginas. No es habitual contar con un festival dedicado íntegramente a sonidos góticos y electrónica oscura, y haberlo confeccionado, acudir y sentir la comunión del almas por allí fue algo realmente bonito y esperanzador.

Este año, lamentablemente, la experiencia no ha podido ser la misma. A poco que cualquier interesado en saber lo que ha ocurrido o haya pisado el Autocine Madrid, ya sabe los tremendos problemas de organización vividos. Retrasos en los horarios, reiterados cortes de corriente en mitad de algunos conciertos y pruebas de sonido interminables traducidas, en su mayoría, en un sonido disperso, bajo y, esencialmente, no demasiado bueno.

Fruto de todas las inclemencias sufridas, sin duda lo más lacerante fue la interrupción de Kælan Mikla a las tres canciones de comenzar su concierto siendo ésta la duración que finalmente tuvo. Un auténtico escándalo para las islandesas, auténtica atracción del festival en su primera jornada, y motivo por el cual muchas personas habían acudido desde diferentes puntos de España –e incluso de Europa– hasta Madrid. Indignación y queja mayúscula que, deseemos, no inflija un profundo rejón al Darkmad haciéndole perder credibilidad y confianza.

Dicho lo cual, y haciendo hincapié en que son este tipo de propuestas no tan mayoritarias y especializadas las que realmente hay que cuidar como contrapunto a los mastodónticos macrofestivales miméticos, animo  a la organización a ponerse las pilas y rearmar DarkMad para una futurible edición.

Entrando en las vicisitudes netamente musicales, el festival arrancó ya con los retrasos mencionados desde el inicio, y un sol de justicia disponía a buen recaudo los outfits negros que por allí deambulaban bajo cualquier agradecida sombra desde primera hora de la tarde.

La primera atracción la protagonizó Auger, con el escaso público que se aventuró al goce temprano y con un cambio de escenario, ya que estaba previamente anunciado en la carpa o escenario 2. Su propuesta de rock gótico aderezada de trazas industriales soft no es algo que me seduzca especialmente por el tamiz derivativo que despliega su cancionero, si bien “Oxygen” sirvió como primer himno lanzado a los cuatro vientos siendo el cierre de su actuación.

Destacaba ya de principio los retrasos descritos, la dilatación de tiempo para montar y desmontar grupos y, también, que la afluencia de público iba a ser sensiblemente menor a la de la anterior edición. Hay que decir que los consabidos anuncios/cancelaciones de bandas no es algo que juegue precisamente a favor. Este año incluso ocurrió prácticamente a última hora con la caída de Die Krupps.

Fue precisamente esa caída la que propició la programación de una banda sorpresa que, a la postre, fueron el dúo catalán Comando Suzie. Debo decir, aunque sea una unpopular opinion, que el cambió a mí me compensó, ya que conecto enormemente con el aroma dandy de sus letras y discos tan atractivos como Corazón o Plomo (20), del que sonó su magnética “Aldebarán”.

Tiempo de acercarse por primera vez al escenario 2. Menos mal que las inclemencias en su recogida ubicación no afloraron como en el escenario principal. Llegué para disfrutar con la exigencia electrónica de Spherical Disrupted, probablemente uno de los artistas más oblicuos y experimentales a través de una plasmación abstracta sintética que haría las delicias de los sibaritas del tecno más selecto.

El regreso al escenario principal, calculando un poco a ojo los retrasos, suponía encontrarse en escena con The March Violets. Capitaneados por una simpática y locuaz Rosie Garland, su legendario post-punk adquirió una pátina de garage que ensuciaba su sonido, para mí, que no comulgo tanto con su lado más endulzado, agradecidamente.

Una de las atracciones más destacadas del día para quien les escribe era, sobre el papel, Girls under glass. Su gótico clásico, sin que vaya a salvarte la vida, es bastante recomendable para cualquier fan del género. Eso sí, los problemas de sonido en este caso hicieron estragos: Incontables cortes de electricidad y parones que me hicieron, tras disfrutar de su particular versión del “Frozen” de Madonna, abandonar su show para irme de nuevo a la carpa donde me congratulé con el que fue, habida cuenta de lo ocurrido, el mejor concierto de la jornada. Me refiero al despliegue árido, oscuro y blindado de estructura EBM e incluso blacksynthgaze, por inventarme yo también una etiqueta (risas enlatadas) de Amnistia.

Un Tino Claus desatadísimo en su interpretación vocal y las programaciones electro-industriales de Stefan Schoetz nos hicieron entrar en un trance infernal, incluso a unas horas donde el sol continuaba mostrando su cara (otro día ya, si eso, hablamos de la programación de horarios de DarkMad 2024). Tras una actuación que me resultó algo plana por culpa del sonido de Neon Electronics, llegaba el momento más esperado por mí y otras tantas personas en el festival: la llegada de Kælan Mikla.

La llegada del trío de jóvenes islandesas al escenario, desgraciadamente mil veces antes de empezar el concierto para hacer millones de pruebas de voz, instrumentos, etc. la podría definir como una de las más magnéticas presencias que he divisado nunca sobre unas tablas.

Este año han publicado una re-imaginación de la banda sonora del clásico mudo de los años 20 The Phantom Carriage junto al compositor Barði Jóhannsson, inspirador score que recomiendo, si bien los fans allí congregados ardíamos en deseos de disfrutar con las numerosas virtudes de Nótt eftir nótt (18) y Undir köldum norðurljósum (21), disco éste con el que las conocí por introducir una colaboración con mis dioses Alcest.

Su darkwave hermoso, impropio de este nuestro mundo, acompañado de teclados, un profundísimo bajo, flauta y voces venidas de cualquier lugar indefinido de los sueños iba a dar comienzo ya con la noche echada sobre nosotros. El sonido no es que fuera el que hubiéramos deseado, pero ver allí encima a Kælan Mikla lo compensaba con creces y al poco de comenzar su concierto sabíamos que estábamos ante algo especial que tardaríamos en olvidar.

Lo que nunca nos íbamos a imaginar que sería por, al terminar la segunda canción, Laufey Soffía, nos diera las gracias y nos dijera que, tras la siguiente, se veían obligadas a abandonar el escenario por los retrasos sufridos. Increíble indignación la vivida allí, estupor, gritos, impotencia, todo ello mientras sonó una interpretación realmente demoníaca a la par que bella de  “Sólstöður”. Les habían recortado el set list literalmente por la mitad cuando salieron al escenario, y, al final, se tuvieron que ir tocando tres temas. Algo inconcebible y que tardará en sanar. Cabeza de cartel real del día y máxima atracción.

Tras lo vivido, pocas ganas había de nada, pero supongo que el fluir de cervezas y demás que nos corría por dentro nos permitieron, después de cenar, desfogarnos un poquito con el aggrotech de los mexicanos Amduscia (los sustitutos de Hocico, que también se cayeron entre las primeras confirmaciones de esta edición) y terminar a las tantas, casi amaneciendo, con Neuronal (DJ Pepo) pinchando  “Espiral” de Dunne. A la felicidad por la electrónica, qué otra cosa queda.

Temblando llegábamos a las inmediaciones del autocine en la segunda jornada del Darkmad. Y temprano también. Me resultaba emocionante poder disfrutar, treinta años después, nuevamente de Miranda Sex Garden en directo. En el que fue segundo concierto serio de mi vida, hace tres décadas les recuerdo teloneando en la desaparecida sala Aqualung a Hole en su gira de Live through this (94). Ay. Rostro torcido de primeras con los más de veinticinco minutos de retraso sonorizando ya el escenario, con el propio técnico de la banda bajando a la mesa a poner las cosas en su sitio. Peso a este barrunto, y aunque los retrasos siguieron haciendo aparición, las cosas funcionaron bastante mejor el sábado.

Miranda Sex Garden, realmente conservados, serios y profesionales, ofrecieron un show con mucho cuerpo, pese a ser hora temprana y con bastante concurrencia en comparación a los primeros envites de la víspera. Venían, además, a presentar nuevo trabajo, su reciente EP Velventine (24). Capitaneados por su frontwoman Katharine Blake, única miembro original que perdura en el combo su inclasificable mezcla de sonido gótico, neoclásico, riot grrrl y hasta ecos a The Birthday Party, encandiló a los allí presentes, si bien su propuesta no es algo precisamente fácil de digerir para cualquier advenedizo.

Gran concierto que tuvo su continuidad majestuosa y entusiasta con Empathy Test, otro de los mejores momentos del Darkmad con su legado mucho más próximo a sonoridades synthwave, y es que el trío británico recuerda muy mucho el sonido de paisanos como Wolfclub, sin ir más lejos. Electropop de gran sensibilidad que pedía a todas luces nocturnidad y neón, pero que pudimos disfrutar allí plantados con el Nivea y la cerveza corriendo por el gaznate. “Losing touch”, “Demons” o, sobre todo, “Last night on Earth” brindaron los momentos más emocionantes para quien les escribe y ya están tatuados en el mapa del corazón, guardados a buen recaudo.

El momento dulce terminaría por concatenarse con el sólido concierto que ofrecieron Clan of Xymox, a la postre diría que el concierto favorito del festival por aclamación popular. Hace un par de años vibramos de manera superlativa con su show en la Copérnico del todo punto inolvidable que ya comentamos por aquí. Por desgracia, los dichosos retrasos les llevaron a acortar su repertorio, pero aun así, gozamos entre bailes y ensoñación de grandes momentos desde su apertura con “There’s no tomorrow”, la bonita “Louise”, la arrasadora “Emily” o un final por todo lo alto con “She”. Ganadores sin despeinarse de la edición.

Tiempo para la banda que más adeptos había congregado desde el punto de vista estrictamente siniestro: los míticos Christian Death. Tras la muerte del genial Rozz Williams, Valor Kand y, posteriormente, la bajista y vocalista Maitri tomaron las riendas de una banda que, pese a no tener obras a la altura de sus comienzos a primeros de los ochenta con el aclamado Only theatre of pain (82) son capaces aún a día de hoy de disponer de un concierto sostenible en el que, evidentemente, juegan para ellos mismos y los apasionados fans de su deathrock de toda la vida que percibieron el concierto en religioso silencio y respetuosa atención. Sólo los problemas de sonido entre bajo y guitarra, compitiendo por cuál sonaba más alto o más bajo, empañaron en parte un show en el  que quienes tampoco profesamos un culto devoto a la banda, nos contoneamos de lo lindo con ese himno del “siniestrismo” que es “Romeo’s distress”.

Lo que en principio iba a ser un solape con Putilatex, no fue un problema para quienes desearan disfrutar de su propuesta en el escenario 2.Tienen su público y su fiel parroquia, pero it’s not my cup of tea (XD). Cosa bien distinta fue el techno industrial que defendió Blac Kolor, auténticamente contundente y revelador, otro de los grandes momentos del día.

Tocaba espacio para los “supuestos” cabezas del cartel del día: OST Front, una suerte de Rammstein de marca blanca, como comentábamos mi compañero Álvaro y yo, que me abrasaron lo suficiente como para irme a los sillones a descansar un buen rato de esa carnicería grotesca que no me dice absolutamente nada antes de acudir a la masiva invasión de pista con los geniales Rue Oberkampf, inteligentemente reprogramados más tarde para ser un merecido fin de fiesta. Celebradísima comunión nocturna y momento realmente bonito y multitudinario el vivido con los alemanes, una de las propuestas más brillantes de la electrónica europea actual; auténtica euforia bailar sus canciones, en especial las de su último disco, Liebe (22), del que sonó un imperial “Control”.

Resulta realmente complicado no disfrutar de la compañía, la singularidad de las bandas y el rito que existe para mi persona en torno a DarkMad, Sólo pido, o pedimos, mayor seriedad, respeto y compromiso con artistas y público para que la música se enriquezca con todos los aliados que merece legítimamente.

Fotos DarkMad 2024: Álvaro de Benito

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