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Entrevista a Carlos López

Carlos López es una de las voces creativas que, desde los márgenes del foco mediático, se está labrando una considerable reputación dentro de la frontera de la música instrumental que bebe del folk, el jazz primigenio, la improvisación, o las viñetas sonoras para documentales.

El músico sevillano lleva a sus espaldas dos excelentes discos, Nada Será Como Antes y La Otra Cara, editado el año pasado. Sentido y sensibilidad.

«Me he visto a mí mismo como el artesano de pueblo tallando algo de manera tranquila, concienzuda, poco pragmática, mientras los turistas pasan de largo y compran en el todo a cien de más arriba»

Me gustaría que me explicaras algo sobre una frase que vi hace unos meses en tu cuenta de FB y que me interpela como consumidor de música: “Vaciarse como una forma de llegar a lo esencial”

Es una frase que escuché a Oliver Laxe. Durante la gestación de La otra cara estuve muy conectado a su cine. Esa forma que tiene de plantearlo, sin sobresaltos y con ese ritmo pausado, casi como un mantra. Viendo su película Mimosas me hizo reflexionar sobre mi música y lo que está pasando con la actual, especialmente la manera que nos relacionamos con ella. En mi caso esa frase se podría interpretar como un leitmotiv. El tocar solo, sin más apoyo que tu guitarra, es algo que me obsesiona y en lo que llevo trabajando unos años; hay muchas decisiones que tomar; sobre qué tocar y sobre todo qué no tocar.

¿Existe diferencias sustanciales cuando te enfrentas a unas imágenes para ponerles música a un trabajo autónomo?

Totalmente, cuando haces música para una película o un documental es como si sintiera estar en deuda con las imágenes, y compongo en cuanto a lo que creo que necesitan. Tanto que, en muchos casos, esos temas no se sostienen por sí mismos. En mi proyecto solo es todo lo contrario, aunque para alguna gente les sugiera imágenes o cierto carácter cinematográfico, para mí se tienen que valer como canciones o piezas, llámalo como quieras, con una estructura y un carácter determinado. Además, esos proyectos de bandas sonoras han sido creados siempre bajo presión de una fecha, muy espontáneos, a veces incluso improvisados. Mis dos discos han tenido un proceso entre la gestación y la grabación de años.

Tu música tiene unas resonancias en las que parece que tiendas puentes entre la vanguardia y lo popular. ¿Piensas que estas sinergias se están escindiendo cada vez más? Pienso que hay artistas que de nuevo están creando lazos, pero en algunos casos de forma impostada.

Esa resonancia es fruto de mis gustos musicales. Desde que empecé a tocar he estado muy unido al folk americano y al blues. Tocando en bandas y escuchando mucho a Dylan, Neil Young, Townes Van Zant, y el blues más rural y acústico de Robert Johnson, Son House… En el blues siempre me interesó más ese estilo más primigenio, más visceral. También me interesa mucho la música cubana, la bossa, la africana, o de cualquier parte del mundo, siempre que me diga cosas.

En cuanto a la vanguardia también es algo que me ha interesado siempre. No sólo en la música, recuerdo ver de pequeño el programa “Metrópolis” y sentir esa curiosidad por todo lo que salía; creo que, sin duda, ese programa nos perfiló a muchos de esa generación, que no entendíamos mucho de lo que estaba pasando ahí, pero algo se fue germinando en todas esas cintas grabadas en VHS.

No sé si estos estilos se están dividiendo, no estoy muy al tanto de lo que sucede hoy en día como antes, ahora escucho menos variedad de música, me concentro en unos pocos discos y los devoro una y otra vez. Lo que sí veo es que cierta música popular, como el Flamenco, está abriendo puertas para muchos. Recuerdo cuando ibas a los festivales de ese estilo, y no había gente joven. Ahora parece que sí, eso es positivo, claro, lo que no me lo parece es lo que sugieres, que en algunos casos parecen forzados.

Yo no he escuchado mucho Flamenco, pero he crecido con él y hay artistas que adoro. Si tengo algún “deje” en mi música es algo totalmente inconsciente. Tanto es así, que tengo algún tema nuevo que justo al terminar de componerlo he visto cercanía a este estilo. En otro momento de mi vida, por prejuicios, más que por otra cosa, lo hubiese desechado.

 

Yo te veo como un artesano de la música, como una persona que se entrega como un orfebre con el fin de conseguir una pieza única. ¿Cómo se lleva esto en tiempos cada vez más estandarizados en lo musical?

Me he visto a mí mismo como el artesano de pueblo tallando algo de manera tranquila, concienzuda, poco pragmática, mientras los turistas pasan de largo y compran en el todo a cien de más arriba.

Yo tengo la suerte de no vivir de mi música, pero sí de la enseñanza musical. No podría mantenerla honesta y sin expectativas si no fuese así. Son tiempos muy difíciles en los que muchas veces se premia la mediocridad, realmente hay algo perverso en ello, así que lejos de ser más permeable a todo eso, intento alejarme cada vez más.

¿Qué evolución podemos encontrar en el autor de “Nada será como antes” con respecto a tu último “La otra cara?

Nada será como antes fue el culmen de un sueño, de un objetivo, de un hito personal casi imposible cuando lo planteé. Grabar un disco a solas con una guitarra acústica, sin overdubs, en un estudio como “La Mina”, en un solo día, en un ocho pistas analógico de cinta. Tenía en mi mente esos discos de blues o folk antiguos, en los que se grababa y listo, intentando capturar la emoción y algún que otro error. Como una foto que no puedes repetir.

Practicarlo de manera obsesiva y grabarlo me dejó marcado y pasé un tiempo bastante mal, estuve a punto de no sacarlo y tirarlo a la basura. Terminé derrotado, sufrí mucho.

Cuando me recuperé y decidí sacarlo, tomé la decisión de embarcarme en otro, pero en absoluto iba a dejarme llevar por las cosas que me paralizaron ni iba a permitir que la obra en cierta manera me sobreviviera. Curiosamente el tomarlo desde otro prisma me llevó a terrenos más complejos, pero sin sufrimiento.”

Grabar tu último disco en pleno confinamiento, ¿te hizo ir concibiéndolo de diferente manera?

Sí, con tan pocas posibilidades musicales y con todas las restricciones que vivimos intenté ser muy disciplinado, eso me ayudó a sobrellevar todo ese tiempo encerrado. De alguna manera está conectado, sí. También, el tipo de música; durante ese tiempo escuché muchos discos de piano solo; Keith Jarret, Jason Moran, Paul Bley… y me ponía Pillars de Tyshawn Sorey , un triple disco que es una fuerza que contrarresta absolutamente con la sociedad actual en la que la música se escucha en listas de reproducción, en el móvil, o tienes que subir un video de un minuto a las redes, porque básicamente nadie tiene tiempo de pararse. Hay que hacer un ejercicio titánico para escuchar un disco de arriba a abajo.

En cuanto a la grabación fue en pleno confinamiento, aprovechando la movilidad por trabajo del técnico Joaquín Pachón que trajo su estudio portátil a un edificio antiguo de techos altos. Lo hicimos en dos días.

Me parece preciosa la portada de “La otra cara” realizada por el fotógrafo Quino Castro sobre una escultura de Eusebio Rico. ¿Qué querías poner en relieve en ella?

Me alegra que te guste, a mí también. Quino es amigo mío desde mi adolescencia y hemos compartido mucho, incluso escenarios. Es un fotógrafo fantástico, te animo a que visites su web y veas algunas exposiciones como la de “Bielorrusia”. Eusebio es también amigo y un magnífico artista y escultor, cuando vi en redes la escultura del pájaro supe que iba a ser la portada del disco. Guardé la foto durante meses y cuando empezamos a diseñar el concepto gráfico, le pedí prestada la escultura y Quino la fotografió.

Para mí tiene varios sentidos; el pájaro, que podría representar libertad, está hecho en malla, que curiosamente es lo contrario, es una paradoja absolutamente.

También el título y el aspecto más sombrío del diseño, en contraposición al blanco del anterior disco, refleja que siempre tienes que estar dispuesto a perder algo si quieres arriesgar”.

 

Después de este parón por la pandemia, has vuelto a los escenarios. ¿Qué es lo que nos vamos a encontrar en estas presentaciones?

El no poder tocar en público en mi caso ha sido muy difícil. Recuerdo el primer concierto tras tanto tiempo… fue horrible, me costó sobreponerme, pues tenía otros dos días después. Pero aprendí una lección muy importante sobre mis composiciones. Eso me ha ayudado en las siguientes actuaciones, que tampoco han sido muchas, la verdad, es el precio a pagar supongo por no pertenecer a un género determinado, el gestionarlo todo uno mismo, y tocar solo”.

Por otro lado, ¿qué sacaste de positivo y negativo de los conciertos en streaming que estuviste haciendo en pandemia?

Solo hice un concierto streaming con la gente de Vackstage, me lo pusieron muy fácil y pude hacerlo en un estudio, con gente muy profesional. Durante la pandemia estuve pensado sobre si hacer alguno en redes, pero sinceramente creo que estaba todo colapsado de gente haciendo lo mismo y no me apeteció”.

¿Cuáles son los guitarristas que más te han influenciado?

Sin lugar a dudas Julian Lage, al que tuve la suerte de conocer hace muchos años en un concierto en Almería. Hemos establecido durante años contacto a través de mail y cuando toca por España y puedo me acerco a verlo. Me animó desde un principio a sacar los discos, escuchando mis maquetas. Es algo increíble que uno de los mejores músicos del mundo se pare a escuchar tu música; de hecho, en Nada será como antes aparece una cita que me escribió. Su disco World´s Fair, para mí es uno de los mejores discos de guitarra acústica, y adoro todo lo que hace. Es una inspiración constante.

Me gusta mucho Mary Halvorson, su último doble disco es maravilloso, me gustan especialmente cuando los guitarristas “se abandonan” en cierta manera en servicio de la composición, y éste disco es una lección magistral sobre ello, Bill Frisell también es así. Jeff Parker me apasiona, la visceralidad y la fuerza de Marc Ribot ha sido siempre muy inspiradora. Y luego Blake Mills, John Fahey, Nels Cline, Ricardo Gallén, Julian Bream… y por supuesto Jim Hall y todos los clásicos del Jazz . He oído mucho a artistas como Joe Morris o Derek Bailey, pero últimamente tiendo más a cosas más melódicas. También siempre estarán en mi corazón Neil Young, Ian Mackaye y Guy Picciotto de Fugazi, Ali Farka Touré, Ry Cooder, Jeff Buckley y Zappa.

 

Tu música también tiene resonancias a la música minimalista y al jazz. ¿Estos géneros te han ido influenciando?

Como minimalista, a mi juicio, podríamos hablar también de artistas folk como Dave Van Ronk, Townes Van Zant e incluso Dylan en los que algunos temas prácticamente todo sucede en un par de acordes, incluso algunos artistas del blues más rural.

He escuchado a Steve Reich, Morton Feldman o el citado Tyshawn Sorey, y durante una época escuché mucha música electrónica como Alva Noto con Riyuichi Sakamoto, Autechre…cosas así. Pero supongo que me ha influenciado más el jazz, porque es lo que más he oído y estudiado. Cuando me meten en esta clasificación creo que es más un cajón de sastre que una definición per se.

No hago música buscando algo concreto, y menos un género, pero también he de reconocer que estoy buscando mi estilo, aunque eso me parezca un poco pretencioso, y al final sea más bien mi manera de hacer las cosas”.

¿En qué proyectos andas embarcado para el futuro?

Estoy totalmente inmerso en el siguiente disco, el tercero. Tengo ya casi todo compuesto y aprovecharé el verano para aprender a tocarlo, aún no tengo fecha para grabarlo, ni de qué manera, y básicamente lo haré sin prisas. Estoy muy motivado con el nuevo material, ya veremos cómo queda, intento que los discos tengan un nexo, una cierta coherencia entre los temas, como una pequeña historia.

También tengo la enorme suerte de anticiparte que tocaré en el Festival de la Guitarra de Sierra Morena, que se celebrará en Cazalla de la Sierra (Sevilla) en octubre, y estamos cerrando una actuación en Sofar Sounds Sevilla.

 

Un comentario en «Entrevista a Carlos López»

  • Me ha encantado poder entender un poco más sobre la música de Carlos López, gran amigo y guitarrista. Sus temas te emplazan a lugares recónditos donde has estado vagando con otros sentidos… Su música invita a viajar a tus oídos 🙂

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