DestacadaEntrevistas

Entrevistamos a Cachito Turulo

Ernesto Avelino tras la ruptura de Fasenuova tiene nuevo proyecto bajo el alias de Cachito Turulo. En su nuevo disco Sexo Salvaje A Escondidas (Humo Internacional) de nuevo nos deleita con sonidos que se dejan mecer por sonoridades agrestes, en donde toma especial protagonismo su voz para narrar historias descarnadas sobre la complejidad del ser humano. Hablamos con su autor a continuación.

«Cachito Turulo es un personaje hecho a jirones con recuerdos, y que soy yo mismo también. Es un canto a la amistad y al amor, que deben ser lo mismo» 

Me gustaría que nos comentaras: ¿por qué derivó en ruptura tu relación con Roberto Lobo en el proyecto Fasenuova?

Fueron momentos duros y me cuesta rememorarlos. Puesto a ello he de decirte que se mezclaron muchas cosas para que la cosa llegase a la solución final, nunca mejor dicho, la extinción de Fasenuova. Por mi parte seguro que no hice las cosas del todo bien, y es lo que debería de empezar a reconocer. Si hablo de lo que sentí en esos días digo que la banda era algo que me hacía mucho daño, a nivel emocional. Me queda la pena de la ruptura con Roberto, que fue muy triste, y la rabia de haber perdido muchísimas canciones, muchas, las que habían quedado antes por el camino y no habíamos tenido el tiempo o la opción, o el dinero, que es un factor muy importante para darles la forma final; o las que estábamos haciendo en la temporada de la ruptura -que me parecen temas increíbles – y los que se veía que estaban por llegar, algo de esto puede verse en nuestro directo en Encajados. Queda un hueco muy grande y triste, y es duro para mí pensar en todo esto. Yo me sentía muy preso en esos momentos por todo lo relacionado con el grupo.

 

¿Qué es lo que destacarías de vuestra trayectoria junto a Roberto?

Ensayos maravillosos, grabaciones inolvidables, conciertos irrepetibles, aventuras, una gran campaña de guerra, un viaje iniciático…

Erais un dúo que se regía por una insobornable independencia ajeno a modas o tendencias varias. ¿Cómo se consigue subsistir en el underground de este país sin caer en el cliché fácil o el encasillamiento dentro de las coordenadas del indie?

Nuestras coordenadas eran otras, la forma de enfocar la música, la forma de crearla. Lo que buscábamos era tener nuestro propio espacio de libertad, un búnker. Orson Welles decía que estaba muy bien tener amigos, relacionarse con la gente, pero en lo que se refiere a la creación un artista debe de estar muy aislado, ese aislamiento fue el que nosotros procuramos en todo momento. De hecho, al final se había roto de alguna manera, y eso también contribuyó a la separación. Y yo tengo mi parte de responsabilidad en todo ello.

Si, por otro lado, te refieres a la subsistencia vital, no solo a la creativa, he de contarte una pequeña historia. Cuando era niño quería ser afilador, me atraía mucho el oficio de una manera romántica; me atraía la figura de aquél vagabundo, mal vestido, que llegaba andando a mi pueblo haciendo sonar una especie de quena de la que salía una melodía muy dulce, que llenaba todo el valle y se fundía con el canto de los pájaros y el correr del agua del río. Venía empujando un armazón de madera, con una gran rueda en el centro, del que colgaban todo tipo de artilugios y herramientas. Luego se paraba delante de las casas, le daba la vuelta y de repente cobraba vida, se convertía en la máquina de afilar impulsada por una especie de pedal alargado de madera al que el afilador iba empujando con el pie. Un domingo bajé a Mieres, a la plaza de abastos, donde siempre estaba aquel personaje de otro tiempo, y le pregunté si yo podía ser afilador también, que cómo tendría que hacer, siendo yo un niño de 11 o 12 años. Le hizo mucha gracia y me contestó con mucha ironía: me dijo que, si me gustaba comer tocino y pan todos los días – que era lo que comía él – no tendría ningún problema y podría ser afilador. Marché de allí pensativo y un poco colorado, pero hoy en día puedo afirmar rotundamente que sobrevivir en el Reino de España, siendo miembro de un grupo del sub-infra-underground es eso, comer tocino rancio y pan duro todos los días.

Tu trayectoria se remonta a los ochenta donde formas parte de Hegemonía, y en los noventa Goodbye, creo que junto a Roberto. ¿Qué recuerdas de toda aquella movida underground en Mieres? ¿De qué forma la orografía de un espacio determinado (Mieres en tu caso) sirve para tejer un determinado sonido?

Hegemonía, que es previo a conocer a Roberto, y Goodbye, ya los dos juntos, son proyectos de los 90; en los ochenta yo estaba en el colectivo Ética Makinal, un colectivo que tuvo cierta repercusión en el que hicimos muchas cosas, cuya banda señera era la del mismo nombre. En Mieres había muchas bandas de todo tipo, aunque siempre abundan, hasta hoy en día, las bandas con raíces sesenteras y setenteras cuando no cincuenteras haciendo rockabilly. Todo eso era difícil de entender para mí. Me llevaba bien, en general, con la gente de todas esas bandas, pero yo estaba en otro mundo.

Se estrena la película “Generación Xixón Sound” de Aure Roces en donde se explica el advenimiento de cantidad de grupos en los noventa. ¿Cómo viviste aquella época y no sé si te sentiste identificado con esa “Generación»?

La viví saliendo por Xixón y siendo cercano o en ocasiones amigo de muchos y muchas de los que formaban parte de esos grupos. Musical y artísticamente yo en ese momento seguía igual, en otro planeta. Era su momento, no el mío.

 

Una curiosidad, ¿qué significa Cachito Turulo? Sé que proviene de una canción de Fasenuova, pero no sé a qué hace referencia.

Cachito Turulo es un personaje hecho a jirones con recuerdos, y que soy yo mismo también. Es un canto a la amistad y al amor, que deben ser lo mismo. Musicalmente era un nombre de proyecto que me permitía salir de los parámetros de la fase, y navegar con otros rumbos.

Tu último trabajo “Sexo Salvaje a escondidas” es un disco muy carnal, con una producción muy voluptuosa. La portada, con una instantánea de tu rostro es la puerta de entrada a esta bacanal de sonidos. ¿De quién fue la idea de la portada? ¿Qué aspectos destacarías de la producción de Jaime Tellado?

Desde el primer momento fuimos a por una portada así, con mi cara. La foto la hizo Samuel Montes Presa en mi casa. La idea de elegir esa foto fue consensuada en el sello. Con Jaime Tellado las cosas fueron muy fáciles y fructíferas desde el primer instante. Le enseñé primero los embriones de canciones y a partir de ahí nos pusimos a construir el disco entre los dos. Hablamos mucho, ensayamos todo juntos, estos fueron muy buenos momentos. Las sesiones de grabación tuvieron también días inolvidables. Buena vida currando de sol a sol en perfecta compenetración. Es la mitad de lo que al final fue el disco.

Hay trazas de canción de autor a lo crooner. Por ejemplo, el inicio con “Ganada” me ha recordado a Scott Walker o a Javier Corcobado. ¿Tenías ganas de dar protagonismo a tu voz?

Es un disco centrado en la voz, con el tiempo me he decantado por dejar sonar mi voz, recorrerla para expresar la condición humana tratando de hacerlo de la manera más sencilla y profunda.

 

Las letras tratan temas como la sexualidad, pero desde una óptica no normativa, alejada de arquetipos. ¿A nivel lírico qué mensajes querías dar a conocer?

La multiplicidad de seres que nos componen a cada uno, la realidad de que la diversidad empieza en uno mismo pues somos diversos de uno en uno, somos diversos en nuestro interior. No existe, creo que es una falacia, sobre todo en el caso de los hombres – que es el lado de la realidad que me toca vivir – un hombre como tal, único y distinto. Nuestras hermanas, nuestras madres, nuestras amigas están dentro de nosotros, pero no solo por amor o por un simple reconocimiento, están en nuestra forma de ver y de estar en el mundo. Pienso que aquél que no lo vive así tiene cercenada una parte fundamental de su ser. No existo como hombre. Reniego de mi aparente y exclusiva unicidad. De eso trata fundamentalmente el disco. Hay varias canciones que apuntan en esa dirección, en realidad casi todas. “Quimera”, “Ángel de Andrómeda”, “A mí ya me”, son eso…

Por otro lado, las letras pueden resultar un tanto crípticas, y ahora pienso en “A mí ya me” que parece un ejercicio performativo con el uso de la voz al límite. ¿En qué te has inspirado en las letras así a nivel general?

Las letras han salido de un trabajo que ha girado siempre alrededor de ese concepto, la diversidad interior, mi lado femenino, mi lado masculino, o quizás mejor, una quimera interior que representa mejor lo que soy y lo que creo, sinceramente, que somos.

¿Qué tal es la relación con un sello cada vez con más importancia mediática como Humo Internacional?

No es una relación, es una hermandad. Las gentes de Humo somos una especie de soldados, pertenecemos a un comando, vamos en el barco pirata en la singladura del tiempo, queremos vivir en nuestra isla tortuga, como filibusteros y crear nuestros propios medios, nuestras propias herramientas. Aunque parece que todo está ocupado por el imperio de la industria y el gran capital financiero existen playas desiertas por conquistar.

¿Cómo serán las presentaciones en directo? Un disco tan físico, sexi y a la vez virulento se ponen en juego un sinfín de sensaciones que tienen que dialogar entre sí.

Carnales, desnudas, obsesivas, a viva voz. Habrá también muchas otras canciones, algunas inéditas y otras del trabajo anterior, y lo hago porque así he llegado a construir un concierto que me gusta mucho, y que es muy intenso.

 

¿Qué opinión tienes de estos conciertos en donde solistas y/o grupos se suben a un escenario en aras de sacar tajada de la nostalgia?

Procuro no mirar atrás – no me suelen gustar ese tipo de reuniones – aunque entiendo que cada uno hace lo que puede, si no da más de sí en lo creativo tan solo queda el recuerdo. Entiendo que es legítimo; gente que vivió su momento, en su juventud, que lo quieren rememorar. Supongo que es un ejercicio sano y hasta necesario, pero yo procuro centrarme más en lo creativo y en el presente.

Por último, con qué grupos de la actualidad te sientes más identificado

A mí la música me impacta mucho. Escuchar música es algo muy intenso para mí, me absorbe totalmente y me abre mucho la mente. Si he de listar algunos momentos importantes de esta última década he de señalar por ejemplo el trabajo de María Arnal que me dejó estupefacto, un disco redondo que me hizo pensar mucho, que obligó a replantearme muchas cosas. No han caído en saco roto los trabajos de Rosalía, pero en lo más reciente, y aunque pueda parecer que barro para casa, el disco de Jai/Egun me llegó muy adentro, es un trabajo que define totalmente lo que de alguna manera yo persigo. Somos la Herencia creo que son una banda con mucho recorrido y tienen muchas cosas que decir, me gustan mucho y los siento muy cercanos. Sal del Coche ha sido otra sorpresa refrescante que me hace vivir la música con toda el alma y a todo placer. Pero como te digo esto te añado que esta temporada me ha dado por repasar, hasta el fondo, todo Brassens y todo Paco Ibáñez. ¿Estaré un poco melancólico?

Escucha Cachito Turulo – Sexo Salvaje A Escondida

 

WP-Backgrounds Lite by InoPlugs Web Design and Juwelier Schönmann 1010 Wien