Entrevistamos a El Kanka, que cierra su gira
Después de una pausa indefinida que finalmente se extendió por nueve meses, El Kanka regresó a los escenarios este año con la gira Cosas de los vivientes. Un nuevo viaje que inició en Murcia en el mes de marzo y a lo largo de todo el año 2023 ha llevado su música a través de España y Latinoamérica.
En su quinto álbum, titulado Cosas de los vivientes, este cantautor nos ha presentado una obra completa y cuidadosamente elaborada. En este proyecto, el artista malagueño optó por un enfoque de composición que evoca tiempos pasados, colaborando estrechamente con sus músicos durante los ensayos. La producción se destaca por su autenticidad, sin artificios que distorsionen la esencia de las canciones. Las letras continúan explorando lo cotidiano, manteniendo siempre la distintiva narrativa que caracteriza al músico en su forma de entender y cantar sobre el mundo que le rodea.
Una gira que está llegando a su fin, con cinco conciertos programados para octubre, tres de ellos en Tenerife con entradas agotadas, y dos más en noviembre: uno el 23 en la Sala La Riviera en Madrid (entradas) y otro el 25 en Santiago de Compostela (Patio de Cristal San Francisco Hotel Monumento – entradas).
“Los discos anteriores los he grabado de gira, con dos o tres conciertos por fin de semana”
Es un placer hablar contigo. Para iniciar esta entrevista, me gustaría preguntarte sobre tus comienzos. Según lo que he leído, antes de dedicarte a la música de manera profesional, comenzaste a estudiar Economía y posteriormente Filosofía.
En Económicas no me tendría que haber metido. Yo tenía dieciocho años y no sabía ni dónde tenía la cara, pero se me daban bien los números, así que entré para estudiar algo que tenía salidas… el típico discurso.
Me metí en esta carrera pensando que no se me daría mal y que podría trabajar en algo relacionado mientras me dedicaba a la música, que era lo que verdaderamente me gustaba, pero al final, odié con todas mis fuerzas estudiar Economía y me dije: ‘¡coño!, me voy a tirar cuatro años estudiando para luego trabajar en algo que detesto. ¿No habrá otras opciones, carajo?
Entonces me incliné un poco más hacia la música, pero como es una profesión incierta… yo no hacía ni canciones por aquel momento, pensé: voy a ver si consigo una licenciatura en algo que me guste. Por eso di el salto hacia la filosofía y mientras tanto, voy viendo qué pasa con la música. Al final, se impuso la música.
Nunca llegaste a completar ninguna de las dos carreras, ¿verdad?
Ni Economía, ni Filosofía, ni el conservatorio. También estudié guitarra clásica, hice ocho años, pero los primeros cuatro años los hice en dos. Es como si hubiera hecho diez. El último año lo dejé también porque ya me estaba dedicando a esto, y los conciertos y todo eso no me dejaban tanto tiempo, al menos en aquella época en la que hacíamos muchos shows, mal pagados y en condiciones muy pobres. Dormíamos en malas condiciones y tenía que compaginarlo con otro trabajo.
Esos primeros conciertos los realizabas con un grupo llamado Doctor Desastre. ¿Qué recuerdos tienes de esos años?
Sí, estaba con ellos en Málaga. Llegamos a Madrid todavía como Doctor Desastre, pero me pasó una paranoia: me quitaron el nombre. Otro artista, que no voy a decir quién porque es conocido, registró Doctor Desastre a su nombre, aunque finalmente no llegó a usarlo.
Nosotros nos cambiamos el nombre a ‘T de Trapo’, un nombre un poco de chichinabo donde los haya. Lo que pasó es que las canciones eran mías; algunos de los miembros de ambos grupos estaban en Málaga, otros se dedicaban a otra cosa. De repente, yo empecé a presentarme a concursos de canción de autor y también a ir a algunos conciertos para muy poca gente. No tenía sentido que fuéramos cuatro personas; empecé a ir yo solo como ‘El Kanka’, y el nombre empezó a tener más peso que el de Doctor Desastre, pero por una cuestión estructural.
¿Fue esa la razón que te llevó a iniciar tu carrera en solitario?
Yo podía ir solo a Barcelona, por ejemplo, quedarme a dormir en el sofá de un colega y vender 30 entradas, lo que me salía más o menos a cuenta. Si íbamos los cuatro, no nos podíamos quedar a dormir en casa de mi colega, ni repartiéndonos los gastos nos salía a cuenta. Llegó un punto en el que pensé: Tío, no tiene sentido que siendo las mismas canciones, cuando voy solo me llame El Kanka y cuando voy con vosotros nos llamemos Doctor Desastre. Además, todas las canciones eran de composición propia.
Además, en la primera gira de El Kanka, los músicos que te acompañaban precisamente eran parte de tus grupos anteriores.
La gira del primer disco contaba con el bajista, el percusionista y los vientos de Doctor Desastre. Sin embargo, más tarde, el bajista comenzó a tocar con Izal, lo que hacía imposible que participara en ambas giras, y el músico de vientos se quedó en Málaga y se convirtió en profesor. Por eso fue, todavía mantengo una excelente relación con ellos.
Quizás esta fue la única manera de hacer conciertos y que la cosa nos saliera rentable mínimamente. Si el proyecto hubiera funcionado como una banda, tal vez ahora me llamaría Doctor Desastre. A mí solo llamarme así no me parecía justo porque empecé con ellos. Tal vez si hubiéramos tenido éxito y la música hubiera tenido un lugar más destacado en este país y hubiéramos entrado en la escena como grupo…
¿Consideras que la situación socioeconómica en la industria musical ha experimentado cambios significativos en esta última década?
No lo sé, no lo creo especialmente. En España, hay una falta estructural, hay muy pocas ayudas para los proyectos incipientes. No solo faltan ayudas, sino también reconocimiento. Estamos muy lejos del modelo francés o belga, donde si demuestras que eres relativamente profesional y has realizado un número de conciertos, creo que eran unos veinte o treinta al año, te proporcionan una ayuda mensual para que tu proyecto avance. Tengo la sensación de que nos faltan muchas estructuras para apoyar a los proyectos jóvenes, donde reside la matraca, la creatividad y la frescura.
Creo que se irá avanzando, incluso a nivel de salas de conciertos. Estuve hace poco en un evento en el que se ofrecía ayuda a las salas de conciertos. Quizás sean los primeros pasos hacia un desarrollo futuro. Esa es mi esperanza, pero de momento estamos bastante cojitos.
Precisamente en esta última década, tu ciudad natal, Málaga, ha experimentado una serie de cambios urbanísticos y sociales destacados en comparación con el resto de España. Uno de los ejemplos más notables es el proceso de gentrificación que está experimentando la ciudad, que está estrechamente relacionado con el aumento masivo del turismo. ¿Cómo percibes estos cambios desde tu perspectiva?
Yo estoy un poco desconectado porque hace muchísimos años que no vivo allí y no estoy tan en contacto, pero sí que lo noto cuando vuelvo. El centro ha cambiado muchísimo… lo veo muy turístico, pero turístico para mal. Empieza a aparecer un poco como cartón piedra, donde se pierde el casco antiguo, la autenticidad, los malagueños dejan de vivir allí y se convierte en algo extraño. Más allá de eso, no te puedo comentar mucho.
En cuanto a la música, tiene cosas buenas, pero le faltan pequeñas salas como un ‘Libertad Ocho’… hablo desde mi experiencia en la canción de autor. Aquí en Madrid, tienes varias opciones y lugares donde puedes aparecerte y encontrarte con micros abiertos y músicos similares a ti.
Ese ambiente, lo he visto en Madrid, pero en Málaga nunca. Algo parecido era ‘La Botica’, estaba cerca de la Plaza de la Catedral. Allí se reunían muchos cantautores los jueves y los viernes o después de un concierto en una sala más grande, íbamos allí. Era el típico lugar bohemio, pero a día de hoy ya no existe. Si un artista de otra ciudad, que nunca ha estado en Málaga, y sabe que va a vender 30 o 50 entradas, quiere tocar en la ciudad, no tiene muchas opciones, y Málaga es la quinta o sexta ciudad más grande de España.
Por otro lado, estamos viendo la aparición de numerosos macrofestivales vinculados a grandes conglomerados empresariales. ¿Cómo crees que esto afecta a la escena musical independiente y a los artistas emergentes?
A las salas de concierto en el centro les están poniendo las cosas difíciles y quieren trasladarlas al puerto o a los polígonos industriales, lo que las hace menos accesibles. Según tengo entendido, está bastante complicado abrir una sala en la ciudad. Entiendo que dependemos en gran medida del turismo y que puede ser un desafío, ya que no tengo ni puta idea de cómo se gestiona una ciudad. Pero en lo que a mí respecta, me entristece que no existan esos lugares donde se fomente la creatividad humana, donde los grupos y cantantes más emergentes tengan un espacio.
En este 2023, has vuelto a la carretera después de un parón de nueve meses. ¿Cómo viviste este regreso? ¿Fue algo planificado o más bien espontáneo?
Es verdad que, como se vio, parecía que se me había ocurrido el día anterior. Nosotros teníamos pensado hacer un parón desde mucho antes. La pandemia y toda esta locura lo enturbió todo mucho, pero teníamos en mente hacer un descanso. Finalmente, fue más radical de lo que yo pensé al principio. Yo pensaba que no íbamos a dar conciertos, pero al final decidimos no tener ninguna comunicación, ni entrevistas, ni redes, ni nada.
A los cinco meses, empezamos a hacer una pequeña vuelta. No sé cómo será con otros artistas, pero yo en febrero no puedo decir ‘empezamos la gira en marzo’, tengo que empezar un poco antes, hacer un poco de ruido y hacernos notar. Por eso lo hicimos así.
Desde una perspectiva personal, no pareció ser un parón tan prolongado, al menos en términos de tiempo. No se trató de nueve meses de retiro en una playa del Caribe. En agosto, estuviste ocupado grabando temas como “Autorretrato” y componiendo las canciones del próximo disco. ¿Fue más bien un trabajo en la sombra durante ese período?
Totalmente, finalmente la cosa no ha sido para tanto. También te digo, desde donde yo venía, sí. Llevaba diez años de gira ininterrumpida a un nivel alto, haciendo unos 90 conciertos al año, grabando discos, haciendo mil colaboraciones. Después de tanto trajín, estar nueve meses sin comunicarme sí que lo noté como algo radical. En total, he tenido muchos meses totalmente libres, lo cual es una cosa muy extraña para mí. Enteramente sin trabajo, no quiero decir sabáticos, porque sí que le estuve dando vueltas a las cosas.
Al final, la cabeza se iba inclinando hacia el trabajo, pero de una forma muy relajada. Luego estuve grabando el disco durante un mes y medio en Barcelona, pero también hice cosas como irme de vacaciones en el verano del 2022, algo que para mí es impensable porque en verano suele haber bastante trabajo, con los festivales y demás. No es tan normal que yo diga me voy por unos días a Málaga o a Cádiz.
Desde que comenzó el proyecto de El Kanka, aproximadamente en 2013, parece que no has tenido la oportunidad de descansar ni siquiera unos quince días, ¿es así?
Al menos en mi caso concreto, hay proyectos y proyectos. El nuestro ha sido muy gradual. Invertir todo lo que teníamos para que nos fuera un poco mejor, intentar que el siguiente disco llegara a más gente.
En el primer disco hicimos una mi primera gira en salas para 200 personas sin llenarlas… todo así. Ha sido un proyecto que ha sido exigente en ese sentido. Imagino que alguien con un primer disco que vende varias miles de copias de repente tiene un colchón más grande para tomarse su proceso, pero yo, por ejemplo, los discos anteriores los he grabado de gira, con dos o tres conciertos por fin de semana.
Una de las cosas que más me resultaron extrañas fue no publicar en redes. Estoy tan acostumbrado a comunicarme y a tener el feedback de la gente, que nueve meses sin eso es un montón de tiempo.
Muy relacionado con una de tus últimas canciones, «No es cuestión de suerte», me gustaría preguntarte, ¿qué significa la música para ti?
Podría decirlo todo, pero sería pasarme. Significa casi todo para mí. Siento que soy músico desde que me levanto hasta que me acuesto. Me define la palabra músico. Es mi pasión, es como una especie de hobby pero algo más intenso. Es mi obsesión, porque nunca dejo de pensar en ello. Es mi trabajo, pero también soy un gran aficionado a escuchar música. Todas las semanas escucho unos 15 álbumes. Es algo que me ayuda a conectarme conmigo mismo, es terapéutico, algo que me ayuda a comunicarme con los demás. Abarca tantas esquinas de mi vida que no podría concebirla si no fuera a través de la música.
Escucha ‘Cosas de los vivientes’ de El Kanka