Entrevistamos a Jupiter & Okwess, vitalidad y raíces en su regreso

Na Kozonga, así es como se titula el nuevo álbum de la banda congoleña Jupiter & Okwess, producido por Mario Caldato Jr. y que publican ahora en Zamora label. Una cuadrilla explosiva capaz de sondearnos el cuerpo a base del duende de las raíces africanas así como chispazos provenientes del rock, los ritmos latino-caribeños o el funk. Para muestra, la canción que presta su título al disco –que por cierto, viene a significar algo así como “me vuelvo a casa”– donde se recrean en la famosa melodía del “Gotta Go Home” de Boney M, tema a su vez original de Nitghtrain (“Hallo Bimmelbahn”).

El mismo Jupiter Bokondji asegura convencido que “el rock ha regresado a su origen… así como todos los seres humanos tienen ascendencia africana, también toda música tiene ancestros africanos.” Hay ganas de saber más.

¿Qué tal estás y cómo has llevado todo este tiempo tan incierto? De hecho, ¿Cómo ha impactado la pandemia en tu vida diaria, tu música e incluso tu creatividad?

En nuestro caso regresamos de París a finales de octubre de 2020. Antes de aquello, nos quedamos confinados en la capital francesa como todo el mundo, tuvimos la gira cancelada desde marzo, y hemos estado casi sin ensayar. Por otro lado en Kinshasa la vida continúa como si nada, como de costumbre ya que el virus no se ha cobrado tantas víctimas como en otros lugares del mundo. Ahora mismo estamos bajo toque de queda de 10 p.m. a 4 a.m. Organizamos ensayos y conciertos online, supervisamos bandas de jóvenes que ensayan en otras estancias de nuestra casa, y nos ocupamos de la asociación KInarmonik la cual podéis visitar en www.kinarmonik.com. Esto mientras vamos observando cómo va evolucionando toda la situación.

Tu carrera artística es estupenda… ¿Cómo y cuándo empezó todo el interés por la música? ¿Ya estabas en el Congo, quizás eso sucedió en Alemania…?

Meterme a hacer música no fue una elección consciente por mi parte. Y si, lo segundo, fue en Alemania donde tuve un grupo bastante poco profesional montado con unos amigos. Cuando regresé a Kinshasa, mi abuela, que era curandera, me dejó un tambor y lo aprendí a tocar. Aquel fue el verdadero detonante. Todo empezó a partir de ahí. Pero, de hecho, nosotros, la mayoría de los africanos, hemos sentido la música desde el mismísimo vientre de nuestras madres. Y aquello, de generación en generación.

Estamos deseando conocer tu aporte, que nos introduzcas un poco más sobre cómo suena el Congo. Tanto tradicional como la reconocida rumba, como en ritmos contemporáneos y nuevos proyectos. ¿Algún héroe local?

Las raíces de toda esta música me inspiraron, especialmente la más tradicional. Me cercioré de que la música que escuchaba cuando aún estaba en Occidente era música local, y dentro de esta, tradicional, en su estado más puro. Y esto es lo que nos impulsó a revalorizar tanta riqueza cultural dándole una dimensión universal inagotable. Es de este modo que el menú propuesto por Okwess sea devorado emocionalmente por todo el mundo.

Ese imparable nervio africano del Congo: ¿cómo describiría ese efecto acumulativo en las pistas de baile occidentales que cualquier otra música africana? Si estás de acuerdo con eso, por supuesto.

El mapa de África tiene forma de arma, y el gatillo está en la República Democrática del Congo, que es además el pulmón de toda la riqueza del mundo, bien sea cultural, minera, etc. Mi país siempre ha sabido imponer su música más allá de sus fronteras, sin importar el estilo de música, sea la rumba u otros estilos. Todos ellos conformados por ritmos infinitos, es lógico que exista este efecto acumulativo que mencionas, ya que la República Democrática del Congo fue la base de la contribución de la esclavitud en todo el mundo.

Por otro lado; ¿Cómo te influyó musicalmente crecer en Berlín Oriental?

Tuve la oportunidad de escuchar toda la música posible porque en ese momento Alemania era el epicentro de la música occidental. Escuché a artistas de la talle de James Brown, los Jackson Five, Boney M, Claude François, ABBA, The Beatles… Creo que, sin dudarlo un segundo, todo aquello moldeó mi mente de alguna manera.

¿Cómo llegaste luego a dar coherencia a tantos géneros musicales para finalmente definir el particular sonido de Jupiter & Okwess?

No a la ligera. Este ha sido el resultado de varios años de intenso trabajo, a ello se suma la experiencia adquirida durante las giras, colaboraciones, una bonita apertura hacia los demás, percepción de consejos…

¿Por qué ahora mismo, y hablando por supuesto de vuestro último disco “Na Kozonga”, reafirmas la necesidad de volver a casa, a la familia, a los orígenes?

En la vida, volver a casa es inevitable, te quieras dar cuenta, o no. El regreso a casa en sus ‘dos formas’. Podemos volver a casa después de un trabajo, de una excursión, o de un largo recorrido como ha sido nuestro caso. Pero también para volver a la profundidad infinita, a revisar de dónde venimos. Y a descubrir porque la vida y la muerte son gemelas.

Teniendo en cuenta de nuevo el álbum “Na Kozonga”. ¿Cuáles son los lugares más inusuales de los que sacas inspiración musical?

La inspiración fluye en Kinshasa, en mi propio barrio, y en los ritmos de donde viene mi familia, de la selva ecuatorial. Mi inspiración está realmente en el Congo, así ha sido siempre, y en ello se fundamente «Na Kozonga». Ahora mismo no estoy buscando de ninguna manera irme a vivir a otro lugar.

¿Qué es lo próximo tanto para ti como para la banda? ¿Qué esperáis con más ansias lo que resta de año… o el que viene, asumiendo que toda la situación global realmente mejore?

Una cosa es cierta, esta pandemia lo ha cambiado todo y esto no excluye en absoluto a los músicos. Aquí no se salva nadie. Todos esperamos que las cosas mejoren rápidamente para volver al escenario (real, no online) lo antes posible, porque lo echamos verdaderamente de menos. Estamos deseando compartir toda nuestra energía con el público de todo el planeta.

¿Algo más de sabiduría que quieras añadir con nuestras lectores?

Nosotros, los de la generación sacrificada, terca pero consciente, sabemos que en la profundidad infinita no hay color, no hay líneas divisorias. Debemos unirnos, ahora más que nunca, para construir un mundo mejor, ya no solo por nosotros sino para edificar el futuro de nuestros nietos.

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