Ken Stringfellow – Moby Dick Club (Madrid)

En un día en el que perdió su bolsa de viaje en un taxi y a punto estuvo de perder la fe en la bondad intrínseca del ser humano, Ken Stringfellow se subió al escenario de Moby Dick e interpretó sus canciones como si tratase de exorcizar todo lo malo que llevaba dentro.

El motivo de este concierto era la presentación ante el público madrileño de su nuevo trabajo en solitario, «Touched», editado por la británica Poptones y distribuido en nuestro país por Caroline. Ken comenzó al teclado con uno de esos temas nuevos e inmediatamente me vino a la memoria la imagen de un Stringfellow en un escenario mucho más grande y acompañando a un grupo sublime llamado REM. Se me sigue haciendo un poco raro verlo sentado, moviendo la cabeza como si fuera Tori Amos -en serio, el estribillo de «Spanish Waltz» podría ser perfectamente una de las melodías de la preciosa pelirroja-.

Aunque creo que el movimiento de cabeza se debía más bien al exceso de alcohol que a otra cosa…Pronto dejó a un lado el teclado y cogió su guitarra -la Danelectro que sustituyó a su Telecaster Thinline hace ya algún tiempo- y fue entonces cuando surgieron los momentos más bonitos de la noche. Las canciones que abren y cierran el disco respectivamente, «Down like me» y «Here´s to the future» destacaron especialmente, la primera por la preciosidad de una letra encajada por los pelos en una nostálgica melodía y la segunda por ser ya una conocida para los que somos seguidores de Ken desde hace años.

Así es,»Here´s to the future» -aunque en otra versión diferente- pertenece a «This sounds like goodbye», el disco que editó Munster en el 97. Sólo eché de menos otro Ken para acompañar al primero a los coros. «The lover´s hymn» arrancó los falsetes más bonitos y dulces, y las pequeñas variaciones en la melodía de «Beautiful one» -uno de los tres temas deThe Posies que incluyó Ken en el repertorio- hicieron que el público disfrutara de un espectáculo intimísimo y único. Y ¿por qué no?, también humorístico teniendo en cuenta que Ken se encontraba con ganas de contarnos cositas entre canción y canción…Al final del concierto unas veinte personas acompañaban a Ken en el escenario, y la versión de «God only knows» se convirtió en un himno.

Para cerrar, la historia del taxista malo que no dejó en Objetos Perdidos la bolsa que contenía el diario, la cámara, el libro y las fotos de las novias de Ken -con ropa-. Y como dedicatoria especial, y para hacerle entender al taxista que no hay que ser mala persona para ser feliz porque todo lo que necesitamos nos lo da «el de arriba»… tachán…

«Everybody is a fucking liar» al piano. SÍ!.

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