La Habitación Roja – Años Luz (Intromúsica)

Como amante de las artes escénicas este disco del que os voy a hablar me ha recordado un libro que leí hace años. A ver, voy a explicarme que el comienzo ha sido regulero. No es que el disco sea antiguo, no es que esté hablando de que esto es una obra de teatro. Es que hace años leí un libro donde el protagonista va al teatro para ver ‘El maestro constructor’, y todo se torna en una especie de espejo helado. Y para que no me llaméis pedante y un “¿Esto a qué viene?” lo justifico porque ese libro se titula Años luz es una obra literaria de James Salter, y resulta que este disco es un tributo a dicha obra literaria. ¿Veis como sabía por dónde iba? Son sensaciones musicales plasmadas desde una óptica melancólica, pero con una sonoridad muy La Habitación Roja. Y aunque Salter tenía una sensibilidad finísima para la escritura, nunca creó ninguna obra dramática. La Habitación Roja sí, porque podríamos decir que estamos ante una tragicomedia clásica que versa sobre la incomunicación y la distancia que nos separa tanto física como emocional. Teatro metafísico, vamos.

Los valencianos vienen con un manojo de diez buenas canciones que tendrá su continuación a finales de año con la salida de una segunda parte, la misma que grabarán durante este verano. Siete de las canciones incluidas fueron escritas antes de la pandemia y ya trataban esta temática, mientras que las tres restantes son de los meses de confinamiento y ahondan en las consecuencias que ha supuesto «las separaciones forzosas de este tiempo tan extraño y anómalo».

Según el grupo ha declarado las canciones se presentan como una «forma de expiar las penas, como método para acortar las distancias, como desahogo para purgar la ansiedad». Una vez más, a través de las mismas tratamos de reivindicar la música que nos une y siempre nos acompaña». Meses atrás habíamos escuchado pistas como “El Miedo Abierto”, “Yo Me Pregunto“, “Patria” o “Taquicardia“ o “1986”. Ahora podemos disfrutarlas junto al resto.

Suenan como acostumbran, con la elegancia y la óptica melancólica que los caracteriza. El primer track, “Taquicardia”, está muy en la onda Joy Division que tanto adoran, un buen inicio para un show teatral. “Patria” es más cañera, más pop, más dance, pero con letra profunda, como un perfecto entreacto. En “1986” destilan ese sonido tan suyo, de varias guitarras haciéndose guiños y podría ser la balada de turno, con guiño a una emblemática canción de The Smiths. “Yo me pregunto” es pop electrónico genuino donde se escuchan frases como “yo me pregunto quién eres, cuando no sabes ya quién eres, cuando niegas lo que eres” y que, en una obra de teatro, sería la típica que cantarían varios protagonistas a la vez para dar relumbrón al texto.

“Años Luz”, la que da nombre al disco, tiene un ritmo muy persuasivo y es perfecta como soliloquio. Con “Quiero” entran en tropel con una batería acompasada y una guitarra que entroncan con ella, también una letra de traca y muy señor nuestro, como un drama ruso. Escuchando “El miedo abierto” crees que ya todo lo bueno del álbum está escuchado, y no, bajo un punteo y un sintetizador va elevando la tonada según avanza y vuelves a engancharte. “Cuando el mundo colapse” nos pone en la situación actual para hacernos pensar y que no olvidemos todo esto que nos ha pasado. “La luz”, aunque se subtitule canción para Whitney, me imagino que va en genérico para todas las personas que sufren Alzheimer o demencia que, como ya nos mostró su líder Jorge Martí, forma parte de su otra faceta profesional; véase el documental ‘In the middle of Norway‘ (2018), para entender de donde procede la ternura y humanidad de sus letras. Finaliza la obra con una tema casi acústico, como hablándonos de que la luz está al final del camino que lleva por título “Las canciones” y es una apoteosis escénica. Sí, tal como dije al principio, un disco que se puede escuchar como una tragedia griega, una tragicomedia francesa o algo de Tennessee Williams.

Si en La moneda en el aire (2014) os cautivaron, luego os emocionaron en Sagrado corazón (2016) y Memoria (2018), aquí, en Años Luz, están para abrazarlos y no querer soltaros nunca. Musicalmente hablando, ¿Eh?, no te estoy animando a ser un fan fatal.

Escucha La Habitación Roja – Años Luz

 

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