Nashville Pussy (Sala El Sol) Madrid 09/08/23

Lemmy dijo una vez que Nashville Pussy eran la última gran banda de rock & roll americano y que no había nadie como ellos para tocar con Motörhead. Exageración o no, lo cierto es que el matrimonio Blaine Cartwright (guitarra y voces) y Ruyter Suys (guitarra y coros) llevan pateando cabezas y tímpanos desde mediados de los noventa y parece que todavía les queda partido.

La propia Ruyter siempre cuenta que conoció a Blaine porque ambos coincidieron en una fiesta llevando sendas camisetas de Motörhead. Así que, podemos decir sin miedo a equivocarnos que sin los de Lemmy no podríamos disfrutar de Nashville Pussy.

Los de Atlanta están de gira por Europa con unas cuantas paradas en nuestro país, en una gira, propiciada por El Beasto y Fun House. El show de Madrid era en El Sol, después de cambiar de sala, ya que –suponemos– el Fun House se quedaba pequeño. El caso es que allí estábamos una vez más presentes en la homilía de Blaine y Ruyter, acompañados de Bonnie Buitrago al bajo y el mítico baterista Dusty Watson, que ha estado en tantas bandas importantes, que sería imposible enumerar en esta crónica, pero algunas como: The Sonics, Supersuckers, Agent Orange o con el mismísimo Dick Dale. ¿Así cómo va a salir mal un concierto?

Salían al escenario y comenzaba a apostarse en sus puestos, saludando al personal escuetamente y comenzaban ya descarga monolítica de hard rock y rock and roll “punkerizado” marca de la casa. Con la urgencia inherente a estos macarras y sus conciertos trepidantes, las primeras sacudidas sin paradas ni tonterías fueron: “Pussy’s Not a Dirty Word”, “Piece of Ass” y “High as Hell”. Estas dos últimas de uno de sus discos cumbre – prueba de ello es que gran parte de sus directos se sustenta en él – High as Hell (TVT Records 2000).

Para ese entonces una abarrotada sala El Sol ¡en pleno agosto, oiga! ya respondía sudorosa en su totalidad en busca de más gresca por parte del cuarteto. No defraudaron, continuaron con grandes trallazos como: “Rub it to Death”, “Come On Come On”, o la esperada “High as Hell”.

Aunque ya lo sabíamos, por mucho que el bueno de Blaine esté al frente de la banda en el escenario; y sin desmerecer para nada su voz y presencia escénica, su pareja Ruyter Suys es la que sostiene en gran medida el directo de la banda. Tanto por su show, como por el sonido de su guitarra y la forma de dirigir con la mirada todo lo que pasa en el escenario.

“(I Wanna) Testify”, el cover de la banda de funk Parliament y que Nashville Pussy han hecho ya casi suya, sirvió para cambiar un poco el ritmo salvaje de la actuación y para que Blaine se pegará unos bailes, después de hacer de reverendo con un sermón nada religioso, mientras el resto de la banda cocía a fuego lento una soberbia mezcla de rock sureño y funk.

Llegábamos casi final de un concierto soberbio y sin fisuras, la muestra de que Lemmy quizás tuviera razón, una banda de amigos enganchados de por vida al rock and roll, que son capaces de tocar en un festival ante miles de personas, pero que no se cortan en “bajar al barro” y hacerse una gira por salas y garitos. En definitiva; unos currantes del rock.

Antes de despedirse de la audiencia madrileña no pudieron faltar otras canciones inapelables como: “Pillbilly Blues”, “Why Why Why” y su eterno hit inmortal “Go Motherfucker Go” en el que Ruyter Suys acabó literalmente por los suelos destrozando todas las cuerdas de su guitarra. ¿Sorpresas en su directo? Ninguna ni falta que hace, rock and roll de alto voltaje ejecutado a todo volumen, sin paradas, sin pedir permiso y sin dar las gracias.

Ya sabes lo que dicen por ahí; “O eres de los Nasville Pussy, o eres de los otros”. Aunque no me hagáis mucho caso por si la frase no era así.

Fotos Nashville Pussy: Fernando del Río

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