Paul Simon – In The Blue Light (Legacy Recordings)

El 7 de septiembre, como la canción de Mecano, salió al mercado el último disco de Paul Simon. Y se podría resumir como raruno que ha pasado sin pena ni gloria. En lo musical el disco, oye, no es que sea para tirarlo por un barranco. No es eso. Lo que pasa que uno ya, a artistas de este calibre, le pide su poquito de más.

Lo componen diez canciones y que, según sus palabras en las notas del disco, “estaban casi bien o resultaron demasiado raras en su momento y fueron pasadas por alto”. El eterno camarada de Art Garfunkel —y con el que ha tarifado de una muy nada callada manera— ha rehecho arreglos, estructuras armónicas e incluso textos intentando ajustar las composiciones a lo que “ya tenía más claro en su cabeza”. Para ello ha contado con gente fetén del sector jazz; a saber Wynton Marsalis, Joe Lovano Bill Frisell, Jack DeJohnette y hasta Bryce Dessner de la banda The National. Incluso ha tenido la colaboración de un sexteto de cámara. Son grabaciones con su siempre sugerente exquisitez. Pero como no me caso con nadie he de decir, en honor a la verdad, que aunque no ha sido un disco top sí tiene la voz más delicada el muchacho. Pero eso también lo da la edad.

Y casi esto es todo lo reseñable porque después escuchas el disco y se te queda cara como de WTF en todo el momento. El disco es una revisión de “clásicos” suyos, pero cuando digo clásicos no me refiero a su etapa Simon & Garfunkel, no. Ni siquiera del Graceland, para nada. Ha elegido temas setenteros (‘One man’s ceiling is another man’s floor’ y ‘Some folks’ lives roll easy’), ochenteros unos cuántos (How the heart approaches what it yearns’ y ‘René and Georgette Magritte with their dog after the war’), un temilla de los 90 (‘Can’t run but’), cuatro del año 2000 (‘Love’, ‘Pigs, sheep and wolves’, ‘The teacher’, ‘Darling Lorraine’) y uno de 2011 (‘Questions for the angels’). Las dos últimas tandas corresponden a los álbumes So beautiful or so what (2011) y You’re the one (2000), y parece ser este último trabajo el que encierra en buena medida la razón de ser del nuevo álbum de Simon.

Quien hemos seguido de forma intermitente el sonido Paul Simon (lo reconozco, me va y me viene con frecuencia) sabemos que el You’re the one supuso el comienzo de una nueva etapa en su discurrir musical. Y todo porque venía del éxito mundial de sus dos discos étnicos (Graceland y The rhythm of the saints) y luego se quedó atrancado en los 90, perdiéndole este que escribe toda pista. Sí, mejor hago mutis por el foro del fracasísimo en el musical The capeman. Quiso ponerse las pilas para el nuevo milenio y se metió de lleno en el estudio queriendo sacar algo más “modernito”. Pero es lo que tienen los riesgos; tanta novedad se tradujo en que pasó sin pena ni gloria. Y eso fijo que lo dejó bastante tocado. Y como hacemos todos con los malos recuerdos, que intentamos bañarlos de un nuevo aire para relajarlos, ese ha sido su cometido en este disco; rescatarlos y presentarlos con un nuevo envoltorio.

Y, bueno, digamos que tampoco lo ha logrado. La tanda de canciones confeccionadas entre 2000 y 2011 están igualicas; tal vez acentúe el carácter satírico de ‘Pigs, sheep and wolves’ dándole un aire muy New Orleans y que luego quiera que uno baile a lo loco con ‘Darling Lorraine’ que termina en una especie de vals raruno, pero es eso; anecdotillas musicales. Y luego el resto del disco no son temas que tú digas “menudo temarraken”, tal vez la relectura que hace con los neoyorquinos yMusic del ‘René and Georgette Magritte with their dog after the war’ y ‘Can’t run but’ quedan en mejor estado de gracia. Ya, tampoco estoy siendo muy efusivo en el comentario sobre el disco, pero es que cuando algo me llena, no lo disimulo y cuando no, pues tampoco, oye. Pero sí puedo decir que me gusta cuando Marsalis coge la trompeta y se pone a lo loco en el ‘How the heart approaches what it yearns’. Y mi lado jazzístico también se pone burraco con Joe Lovano tocando el saxo en ‘Some folks’ lives roll easy’. Pero he de decir que no me produjo demasiado subidón. Aunque, a decir verdad, lo tengo en la repisa para próximas escuchas. Soy de darle segundas y terceras escuchas a los discos que no me han pegado fuerte a la primera. A veces no pasa. Pero otras me enganchan. A ver si con Paul tengo suerte.

Leí por ahí que intentó abrir el disco con una relectura del ‘The sound of silence’, pero que no llegó a buen puerto. Lo mismo se lo tendría que pensar y sacarla en la reedición del mismo, si es que llega, claro. Y mira, si el Art le dice que no quiere cantarla podría hacer una cosa; pedirle a Amaia Romero, sí, la de OT, que le hiciese la segunda voz. Esta chica de Pamplona es lo más parecido a Art que puede encontrar ahora mismo en el panorama musical ya que no estamos muy duchos de voces que lo peten. Hazme caso, Paul, y vente p´aspaña.

Resumen del disco: a ver, que el Paul nos tiene acostumbrados a cambiar la estructura de sus canciones en directo, es habitual. Por eso, que ahora haga esto con esa misma idea no es malo. Sólo que ha errado en el repertorio, que tal vez no es el más mainstream de lo suyo. Pero tampoco te lo tomes a mal; que tú ya estás en un nivel y unas edades y, oye, donde yo caliente, ríase la gente. La próxima vez, y si quiere estar en boca de todo el mundo, que haga regrabaciones de los clásicos con el famoso dúo y seguro que lo peta. Y más en estas épocas que voces, lo que se dicen voces así, de llevarte al nirvana, tenemos nivel penco. Lo de Amaia piénsatelo.

Escucha Paul Simon – In The Blue Light

 

 

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