Especial Paul Simon: Sus mejores canciones

Después de desvincularse por segunda vez del locuaz Art Garfunkel, en 1970, la creencia general fue que el tímido Paul Simon no conseguiría nada tomando su propio camino (¡y al fin y al cabo era el que lo componía todo!) pero lo que, de verdad, logró este super-héroe del pop es que resultara dificultoso de elegir el mejor de los incontables milagros que compuso en solitario. Ahora que, uno de los más destacables solistas de la toda la cronología del Rock, como es el propio Simon, se apartó, durante este 2018, de los escenarios estableceré, como merecido tributo, un ranking sobre sus 12 temas más colosales aunque, por descontado, también Paul atesore infinidad de otras piedras preciosas dentro de su repertorio y a lo largo de su carrera, matizo.

Las que no me dispongo a considerar de su periodo, él solo, fueron las piezas de su Songbook de 1965, ya que luego cantó las mismas con el propio Garfunkel, sino que únicamente tendremos en cuenta y elegiremos, en Muzikalia, entre todo lo que creó Paul a partir de 1972.

12 –You can call me Al

Sin duda, “Puedes llamarme Al” es uno de los temas-estrella perteneciente a una de las obras maestras de Simon como es Graceland (1986), o sea, el resurgimiento por todo lo alto de este intérprete hermanando, de fábula, pop con sonidos del continente africano. También estelar es la aparición de Chevy Chase en el gracioso video-clip, donde uno de los posibles significados, ya más serios, del estribillo es la adicción al alcoholismo (llamado familiarmente “Al”)  del propio actor, el cual ingresó en la clínica de desintoxicación Betty Ford. Advierto que las letras de Simon siempre resultan bastante interpretables para el oyente y algo herméticas, así que surgieron otras elucubraciones como que este corte es una revisión de Dante y La Divina Comedia (sobre el propio Aligheri y su amada Beatrice) o también existe la historia sobre un compositor francés, el cual pronunció erróneamente los nombres de pila, en una fiesta, de la esposa de por entonces del cantante, Peggy y del propio Paul, denominándoles Betty y Al.

Durante la, algo bromista, narración de la canción propiamente dicha, parecen emerger una serie de quejas de un hombre de mediana edad y para desconectar de ellas y buscar un estímulo espiritual en su vida, dicha persona viaja a un mundo extraño para un americano como es África. Una temática constante, en este álbum, la de este último continente. La saltarina sección de viento, el elocuente bajo o el solo de flauta de “You can call me Al” te atrapan sin remedio.

11- One-trick pony

Aunque la canción más representativa de este LP podría ser la jaranera “Late in the evening”, me parece aún más notoria la que concede título a lo que fue también la banda sonora de la película One-Trick Pony (1980) y la cual, el propio Simon protagonizó de manera levemente autobiográfica. Lou Reed también dio vida a un productor musical en el mismo film. El término “pony de una sola habilidad” es una frase hecha del idioma inglés que se refiere a una persona  que solo sabe hacer una cosa pero que la sabe ejecutar a la perfección y en este caso concreto, Simon, se refiere a un músico que lo borda en su única especialidad. El tema, con su thrilleresco compás de folk-funk, fue nominado a un Grammy aunque no pasó del nº40 en las listas. Tampoco el LP en sí, obtuvo una acogida positiva aunque para mí, personalmente, sí que es un excelso trabajo compuesto también por otros cortes tan atrayentes como “Ace in the Hole” , “Nobody” y demás listado.

10 –  The obvious child

1990 es el año de “El Ritmo de los Santos” según Paul Simon, con primorosas canciones como el espectacular tema-título, además de “Can’t run but” , “The Coast” o “Born at the right time”  en un LP con nada menos que ¡82 músicos participantes! y lujosas colaboraciones como la de J.J. Cale. Sin embargo, es este single, “The obvious child”, el que encabeza la ampliación de fusiones, ya que además de los ritmos africanos (cameruneses, en esta ocasión), se incorporan también los brasileños. El ejército de briosos tamborileros, llamado Olodum, marca dicho tema para bien, donde el relato podría aludir a una persona mayor que hace un repaso interior por cosa de su vida como la paternidad, el fallecimiento y demás obviedades que son consideradas por el propio protagonista del texto, el cual también cavila acerca de que dichas verdades son falseadas o mitificadas por otra gente.

Este inicio de década noventera, insisto, es otro momento de triunfo para Paul con The Rhythm of the Saints (4 millones de ejemplares despachados), antes de entrar en un silencio de estudio que duraría 7 años. No había sido la primera ocasión que Simon sumaría sonidos latinoamericanos a sus obras, ya que otros temas como “El Condor Pasa” de 1967, junto al propio Garfunkel o también “Duncan” y “Me and Julio down by the schoolyard” de 1972, ya había efectuado aisladas pero muy afortunadas incursiones de este tipo.

9 – Still crazy after all these years

Un tema de belleza extrema, el cual quizás insinúa acerca de la nostalgia por los viejos tiempos que, por un instante, el acomodado narrador revive como, por ejemplo, charlar con una antigua novia o hacer alguna travesura juvenil pero de otra banda, también podría referirse a cosas que nunca nos atrevimos a hacer y nunca haremos por culpa de la desaprobación social. Lo que es cierto es que Paul Simon se alza como uno de los más increíbles baladistas pop-rock que a uno le pueden sobrecoger el oído con su voz siempre apacible, melancólica y amable. Además de esta “tittle-track” de 1975 que pinchamos hoy aquí, son innumerables su cantidad de canciones fabricadas con el terciopelo particular de este estadounidense.

Consecuentemente y como otros dorados ejemplos arquetípicos de la impagable y talentosa delicadeza “simoniana”, se elevan también las ilimitadamente cautivadoras “St. Judy’s Comet” (1973), “Something so right” (1973), “Slip Slidin’ away” (1977), “Rene and Georgette Magritte with the dog after the war” (1983)  o “Heart and Bones” (1983), entre muchas más, aunque todas no nos caben hoy aquí. Solo resta proclamar: todavía locos por la música de este neoyorquino después de todos estos años, incluidos también varios cortes de sus LPs de entre 1997 y 2018.

8 – Fifty ways to leave your lover

Una mujer indeterminada, durante la narración, parece dar consejos al protagonista masculino acerca de múltiples modos de quebrar fácilmente una relación extra-matrimonial o incluso conyugal, aunque la verdadera dificultad parece residir en que emocionalmente no resultará tan sencillo el sobrellevarlo. El estribillo que va citando nombres de pila es realmente pegadizo y mítico. Tema perteneciente al propio disco de 1975 ( LP que además alcanzó el nº1 en U.S.A y recibió dos Grammys), en el que, por cierto, el mismo Paul se rodeó de lo más granado de interpretes de estudio de los 70 como Hugh McCracken, Steve Gadd o Michael Brecker y también contó con la colaboración las vocalistas de la talla de Phoebe Snow o Patti Austin, entre otros/as.

Si deseas descubrir 50 maneras de dejar a tu amante, tal vez, en esta formidable canción de Simon halles la respuesta y es que Still crazy after all these years es un álbum marcado por la separación de Paul de su primera esposa, Peggy Harper, en aquel mismo año 75.

7 – Mother and child reunion

Una contagiosa tonada de reggae-pop que llegó al nº5 a ambos lados del Atlántico y aún mejor le fue al total del álbum, de 1972, que accedió al nº1. Como he ido e iré expresando a lo largo de este monográfico, cada lector deberá desencriptar la canción como guste ya que han surgido las más variadas teorías como que, por ejemplo, “La reunión de la madre y el hijo” es un frase que sacó  Paul Simon de uno de esos nombres de las comidas de los restaurantes chinos (como esos de “Familia Feliz”, “Hormigas en el árbol” y cosas así). Una de las interpretaciones más lógicas es acerca de una madre que va a perder a su hijo y tras los comentarios del padre de no tener muchas esperanzas de que viva, ella piensa en que alguna vez se reunirá con su retoño en otra vida. Como alternativa descifradora, hasta podría resultar un mensaje en clave en respuesta contraria al tema “Let it be”, de los Beatles, se ha llegado a especular en ocasiones (hay referencias en el interior de la propia “Mother and child reunion” que podrían recordar a todo ésto).

6 – Train in the distance

Temazo pleno de suavidad sónica, de 1983, el cual parece sugerir la primera ruptura matrimonial de Simon, concretamente, con la mentada Peggy Harper, en 1975. Después, en 1984 se produjo su segundo divorcio, aquí de la actriz Carrie Fisher (la princesa Leia de Star Wars), aunque ésto se refractaría en la propia canción que da título al disco Heart and Bones, del propio año 83. Consecuentemente, a la propia Carrie (ya malograda, por desgracia), Paul le dedicó también algunas otras melodías, posteriormente. Así que todas estas circunstancias de rupturas sentimentales marcaron a Paul Simon por esta época y en buena parte de su carrera profesional como hemos mencionado también, anteriormente.

Por otro lado, este LP iba ser el retorno triunfal en un repertorio entero de estudio de Simon y Garfunkel (tras 13 años de ausencia discográfica como pareja, exceptuando su colaboración en el tema “My little town”, de 1975) pero, a pesar de que también la dupla se había reunido en directo, en 1981, surgieron de nuevo las considerables desavenencias artísticas entre ambos y la cosa no se concretó, solo figurando nuestro protagonista en los créditos. El que sí intervino en “Train in the distance” fue su fiel ingeniero, Roy Halee, siempre es un valor seguro de calidad y finalmente, a esta inmensa canción sobre diversas fases amorosas de una pareja y al álbum correspondiente, le ha otorgado la razón el tiempo, tras las pésimas críticas y ventas cosechadas en aquel 1983, donde nada le pareció salir bien a este portentoso artista de la Gran Manzana.

5 – The Boy in the Bubble

Son impagables, por ejemplo, el bajo de Bakithi Kumalo, el acordeón de Forere Motloheloa y demás instrumentos que, de modo fascinante, suenan en “El chico en la burbuja”, de 1986. Paul Simon no inventó la fusión de sonidos con África pero fue él, quizás, el que lo llevo a un nivel de mega-éxito planetario.

Conociendo un poco la sutil tendencia cáustica del intérprete, podrían existir durante la narración referencias anti-belicistas sobre complejas armas y sobre que el propio mundo occidental, más preocupado por los muy ambiguos milagros de la comunicación tecnológica y de la medicina, tampoco es que hiciera excesivo caso de lo que ocurría en la propia África ni a la Madre Naturaleza, en general. Paul es un letrista sensacional aunque, como digo, siempre pueda hacer especular, sin parar, al melómano de turno acerca de lo que plasma realmente en los párrafos, ya que en ocasiones este músico aparenta trenzar varias vías argumentales.

4 – Me and Julio down in the schoolyard

Incluida en su álbum homónimo de 1972 y desde cierto punto de vista, “opera prima” (dejando aparte su Songbook  de1965, insisto), “Julio y yo en el patio de la escuela” constituye los primeros devaneos del propio Simon con la música brasileira, algo que en aquella época supuso una verdadera sorpresa en su caso. La letra ha generado multitud de controversia interpretativa ya que podría tratar de la relación de un hombre adulto que tiene sometido sexualmente a un jovencísimo universitario latinoamericano, ante la indignación y denuncia de los familiares más el escándalo sobre todo ello que aparece en la prensa, con el clero tratando de mediar en el asunto.

Otros curvos argumentos como la marihuana, el racismo o un simple crimen podrían situarse por en medio como otras temáticas alusorias. Así que, en fin, repetir que son vueltas y más vueltas a las que te pueden conducir los textos de Paul Simon, el cual parece contarlo siempre todo para que el oyente revuelva sus cábalas, al igual que ocurría con las narraciones de sus paisanos neoyorkinos de Steely Dan. El  marchoso compás de dicha canción (David Spinozza a la formidable guitarra acústica) no hace pensar en nada de ningún asunto turbio, a primera vista.

3 – Diamonds of the soles of her shoes

Una muy célebre pieza donde la metáfora reside en que la verdadera riqueza se halla en el amor, en este caso entre una chica adinerada y un chico sin un céntimo en el bolsillo.

Gente como Johnny Clegg influyó a Paul en sus planteamientos fusionadores y otros músicos sudafricanos participaron en el LP Graceland. Sin embargo, de manera algo desafortunada e injusta, músicos británicos como Billy Bragg o Paul Weller  y algún medio internacional se pusieron en contra en aquel 1986, acusando a Simon de desvincularse del boicot anti-Apartheid y  un jazzman nativo como Jonas Gwangwa achacó al mismo Paul de aprovecharse de los intérpretes negros de allí.

Como respuesta a estas lanzas, Hugh Masekela, precisamente un trompetista exiliado de Sudáfrica, apoyó y defendió, acaloradamente, a Paul Simon, el cual solo intentaba dar a conocer al mundo la valía de los sonidos de aquella zona y es que además, había dado oportunidad de aparecer en esta canción y en otras del álbum a talentosos grupos vocales de aquella nación del Sur, como Ladysmith Black Mambazo. Éstos, con este single por ejemplo, lograron pulir un verdadero diamante de canción, uniendo su chispeante Arte al del vocalista norteamericano y superando además las dificultades de amalgamar y grabar en el estudio dos culturas musicales tan aparentemente diferentes, en un principio.

2 – Kodachrome

Una de las emblemáticas del disco There goes rhymin’ Simon (1973) y de toda su trayectoria. Esta canción no guarda relación con la fotografía sino más bien con que cuando imaginamos situaciones, basándonos en nuestra memoria (como si fuera una cámara Kodachrome), el mundo parece más bonito y colorido que si lo observamos como es realmente, en ciertos grises aspectos como una educación escolar demasiado estricta (siempre siguiendo el alegórico hilo de la letra ¡ojo!), por ejemplo. Por enésima vez, Paul emplea una fina ironía de cierto corte arcano, como en muchos de sus otros sones, aunque con ritmo alegre y endulzante, para ésta ocasión. Sin duda, uno de los inmensos bombazos de Paul Simon en solitario ya que el single se puso nº2 en Estados Unidos y nº1 en Canadá y con la mayoría de la crítica a favor del álbum.

1 – Graceland

La melodía titular de este disco de leyenda, más que estar relacionada la misma con la mansión de Elvis Presley (aunque “El Rey” era un ídolo de Paul cuando éste era adolescente), parece más exactamente una búsqueda espiritual del propio Simon en lo que denominó “Tierra de Gracia” (¿África quizás?), en la cual son bienvenidos pobres y peregrinos. Sin embargo, también parece existir un hueco para sus continuas referencias cifradas sobre alguno de sus divorcios, de los cuales quizás desee desconectar con dicha odisea viajera. El caso es que tras 14 millones de copias vendidas, le llovieron los premios Grammy a este irrepetible artista, afincado en Nueva York, por este trabajo y ascendió hasta el nº3 en las listas de Estados Unidos (cosa que jamás consiguió ni antes ni después), además de colocarse el LP, de 1986, en altos puestos de los rankings de históricos.

Casi 50 músicos colaboraron en la obra, entre ellos gente del calibre de Linda Ronstadt, The Everly Brothers, Alan Rubin o Los Lobos (aunque hubo una controversia de Simon con éstos últimos, todo hay que decirlo). Retornando a la canción-título, es considerada por el intérprete como “la mejor que he escrito nunca”, según sus propias declaraciones y aquí en Muzikalia no vamos a contradecir al genial autor nacido en New Jersey, así que le damos la razón gustosamente y colocamos en primera posición “Graceland”.

5 comentarios en «Especial Paul Simon: Sus mejores canciones»

  • el 21 noviembre, 2018 a las 10:13 am
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    Gracias a dos grandes entendidos en buena música como son Julio y Raúl por sus palabras hacia mi especial sobre el inigualable Paul Simon.
    Un saludo para los seguidores del artista.

  • el 23 noviembre, 2018 a las 11:46 pm
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    Muchas gracias a Txus Iglesias y a Muzikalia por tan entrañable retrospectiva de uno de los artistas norteamericanos más admirados de la segunda mitad del siglo XX, y que, efectivamente, este año ha abandonado los escenarios. Si Garfunkel tiene una voz incomparable, también lo es el talento compositivo de Simon, que es lo que destaca de él, aunque su voz también tenga cualidades como las mencionadas por Iglesias en el artículo, y en sus álbumes en solitario ha seguido una trayectoria musical de calidad incuestionable, aunque sus más recientes discos no hayan tenido mucha repercusión. Lo mejor, sin duda, de su trabajo en solitario, está muy bien reflejado en este monográfico, y cabe agradecer especialmente la instrucción en el significado de las letras de algunas canciones de las que, aún gustándonos muchos, desconocíamos sus motivaciones y significados. Adelante con muchos más dossieres de este tipo. Saludos.

  • el 24 noviembre, 2018 a las 12:57 am
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    Muchas Gracias a ti, F. Xavier, por tus opiniones acerca del artículo y del mítico Paul Simon, aquí en Muzikalia.

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