The Birkins – Châteaux en Espagne (El Genio Equivocado)

Los canarios The Birkins tuvieron un inicio, hace apenas dos años, a lo grande. La victoria en el Heineken Greenspace les permitió grabar su disco de debut con Paco Loco y contar con importantes colaboraciones, la más sorprendente de las cuales fue la brillante intervención de Dayna Kurtz en el single «Frapuccino lovers». Su pop-folk de vieja escuela, cantado a partes (más o menos) iguales en francés e inglés, consiguió entonces unas críticas positivas.

Su segundo álbum, en un gesto que parece agradecer la buena acogida de su debut y justificar cierta continuidad, arranca donde se quedó el primero. Châteaux en Espagne se abre con una pieza de menos de dos minutos que funciona como continuación (la misma distorsión, parecida melodía) de la que cerraba The Birkins (El Genio Equivocado, 2011). A partir de ahí desfilan ante el oyente una docena de canciones que, unas con más fortuna que otras, mantienen el espíritu clásico, preciosista y desenfadado de su primer trabajo. «Belle de Jour» potencia su faceta más rockera, «Ophelia (just sing)» desprende alegría de vivir con su fondo a lo Springsteen y su estribillo a lo Costello, «Curtain call» se mueve entre la elegancia y el ruidismo, mientras que «Brouillon #3» se beneficia de una gran melodía y un acabado muy acertado, llegando a conmover por su aroma a inocencia. Estos serían los puntos fuertes del álbum.

Pero hay que hablar también de los menos fuertes. «A.Rimbaud and her long way home» se arrima con timidez al Bowie de principios de los 70 pero con cierta pretenciosidad que desconcierta, como también lo hace la mezcla de estilos en «La chatte de mon amie» generando un resultado que, personalmente, me parece una mezcla de influencias sin mucho sentido. Reconozco, sin embargo, que cuando entra la voz femenina la habitación se ilumina. Algo parecido ocurre con «The signature», que despista con sus referencias cruzadas a las bandas sonoras de spaghetti western y al soul festivo de la Motown. Los experimentos y giros sonoros de «Confessional drinker» y «Tell me what you want» no me acaban de enganchar, y a «Toute cette lumière» le sobra, en mi opinión, el recitado. La despedida con «Châteaux en Espagne» vuelve a combinar guitarras acústicas y distorsiones, seguramente con la idea de salirse de los típicos patrones folk, aunque al menos yo la hubiese preferido más desnuda, potenciando su aparente poso melancólico.

The Birkins no decepcionan con su segundo disco, pero lo pueden hacer mejor. Con dos o tres canciones menos, y cambiando alguna otra por una buena versión de Gainsbourg (su revisión de «Initials B.B.», incluida en su debut, me parece sublime), estaríamos hablando de un álbum superior. Tiempo tienen para superarse, sobre todo para encontrar un foco, una línea a seguir que vertebre sus trabajos y los haga más sólidos y menos dispersos.

 

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