Virginia Labuat
Mi paso por OT me cierra algunas puertas y me exige un esfuerzo extra para desmarcarme del perfil artístico que acostumbra a vender ese entorno. Pero no por ello voy a dejar de hacer la música que me gusta.
Con motivo de la aparición de Night & Day (Sony, 2013), el nuevo disco de Virginia Labuat que se publicará el próximo 19 de marzo, tuvimos ocasión de charlar con la antigua ganadora de Operación Triunfo, hoy convertida en toda una pin-up rubia de los 50 que defiende a capa y espada su reivindicación de la música americana de estilo más clásico, su personalidad propia y su independencia creativa.
Hola Virginia. En breve se publicará tu nuevo disco, Night and day (Sony, 2013). ¿Nos puedes hablar un poco de lo que podemos encontrar en él?
Un intenso recorrido por la música americana a través de mis canciones. Es muy paisajista y a su vez muy icónico sin la pretensión de querer forzar el sonido de otra época. Se encontrarán guiños a la América rural desde Memphis hasta Nueva Orleans. Se encontrarán también melodías pop enraizadas en la tradición de los años 50 y 60 de la música americana. Es sin duda un recorrido por toda la música que me apasiona llevado a cabo desde el respeto y la tradición. Encontraréis también letras de mis vivencias hablando de amores y desamores, sufrimiento y esperanza. En definitiva cuento toda esa espiral que encierra el drama humano.
¿Son todas las composiciones obra tuya?
Así es. En el CD comparto autoría en dos temas con Iñaki García, mi anterior productor y pianista. El resto han sido compuestas en casa, con mi guitarra, la grabadora y bajo la necesidad de relatar todo aquello que me ha sucedido, aquello que por diversos motivos necesitaba expresar. La vida.
¿No hay ninguna versión?
Lo cierto es que no, pero ese es otro disco que tengo en mente. Más adelante. Una espina que aún está por resolver.
Parece ser que por primera vez todos los temas serán en inglés. ¿Te sientes más cómoda componiendo en inglés que en castellano?
Sin duda. Pese a que me resulta mucho más complejo en el proceso de composición, al escribir las letras. Es la fuerza de la costumbre, cuando una se pasa la vida escuchando música americana tiende a escribir e interpretar en inglés. Ha sido así desde que yo recuerdo, y en consecuencia me siento más capaz de comunicarme tanto con el público como conmigo misma en este idioma. Los artistas que me conmueven utilizan este idioma e inevitablemente me ha marcado.
El respeto y la libertad creativa con la que he contado por parte de Sony Music para hacer Night & Day es el motivo de este cambio de idioma.
Comentaste una vez que con Dulce Hogar(Sony, 2011) volvías a tus orígenes. ¿Cómo valorarías entonces tu primer álbum Labuat(Sony,2009)? ¿Y qué significado crees que puede tener entonces este Night and day para tu carrera? ¿Es otro paso adelante, otra nueva meta que te habías propuesto?
Bueno, este es el disco que siempre quise hacer. Entiendo que este es un punto muy importante de encuentro en mi carrera, tras la gran experiencia de los discos anteriores. Ya en Dulce Hogar estuve involucrada en la producción y eso supuso un acercamiento a mi misma artísticamente hablando. En Night & Day hemos contado con total libertad creativa. He sido miembro activo en la producción desde el primer al último día y eso se ha traducido en un proceso de realización personal que ha quedado impreso desde la primera a la última canción de un álbum que no es más que ese proceso tan intenso y gratificante que nos ha llevado esos tres meses de trabajo. Es un orgullo poder haber creado un disco con tanta alma.
Por lo que hemos escuchado, tiene un sonido muy especial. Digamos que suena actual pero a la vez con un toque retro. ¿Es exactamente eso lo que buscabas?
Sin duda. No hemos querido hacer un ejercicio de replicar el sonido de otra época, sin embargo el disco tiene guiños estéticos a iconos sonoros de las décadas doradas de la música americana. En cualquier caso se caracteriza por un sonido crudo y áspero de tendencia oscura. El timbre de la guitarra acústica es el que domina en casi su totalidad. También, en muchos cortes intentamos evocar un carácter rural con el uso de instrumentos tradicionales americanos como el banjo y la mandolina, siempre tratados con mucha aspereza. La selección de los timbres del disco son sin duda otro factor determinante en la personalidad de ese sonido global.
Tus influencias más claras siempre han sido el jazz, el blues, el soul…Esta vez, con tu primer sencillo “Dream man”, a pesar de esa línea de bajo tan Motown, parece que te acercas más al country o incluso al rockabilly. ¿Está también la música country entre tus debilidades?
Por supuesto. La americana, el folk y el country tienen un espacio en este disco. En algunos casos por la producción, en otros por el tipo de composición.
¿Hasta qué punto ha tenido que ver la producción de Bernie Calvo con ese sonido del álbum?
Bueno, me consta que Bernie de alguna manera forma parte de vuestra casa, así que creo que vosotros mismos mejor que nadie conocéis sus inclinaciones musicales. Os podéis hacer una idea de lo que ha podido influir en el resultado del disco conociendo el profundo conocimiento que tiene de toda esta música. Sus gustos e inclinaciones artísticas han estado en constante sintonía con los míos, esto ha facilitado mucho el proceso. Bernie tomó referencias concretas desde Alain Toussant, pasando por Tom Waits, Al Green, Johnny Cash, Neil Young, sonido Motown e incluso de Phil Spector.
Como dato contaros que las grabaciones de las percusiones y baterías han sido realmente peculiares y divertidas. Minimalismo con el uso de los micrófonos, es algunos casos hemos usado fuentes percusivas corporales, los kits de percusión/batería se han customizado de una manera distinta para cada canción. Ha sido un proceso muy artesano y divertido. Se ha personalizado mucho el tratamiento de cada tema y eso le da mucho recorrido al sonido del disco.
¿Qué otras personas han intervenido en la producción o como músicos invitados?
El equipo de producción, junto a Bernie, lo hemos formado yo misma, Pete Nollan (un joven talento que además se ha hecho cargo de las percusiones principales) y Sergio Fernandez, un reconocido musico/bajista del circuito del jazz nacional que por supuesto se hizo cargo de los bajos del disco. La sensación en esta producción es que todo el equipo (Bernie, Pete, Sergio y yo) hemos remado hacia el mismo lado. Ha habido mucha empatía durante el proceso, y una sensación de estar jugando en el estudio como si de una producción de las míticas de los Beatles se tratara. Hemos complementado todas nuestras aptitudes de un modo muy natural. En cuanto a colaboraciones hemos contado con Nacho Mastretta al clarinete, haciendo un trabajo excepcional en Get the Check, y también con el gran Julian Maeso al organo Hammond, que siempre aporta un punto de frescura en los temas que interviene. Mención especial al trabajo que ha hecho con las guitarras Amable Rodriguez. Este es un disco con mucha guitarra (predominando sobre la tecla) y el peso y responsabilidad de Amable en el resultado final es definitivo.
Hablando de productores, me resulta curioso que en cada álbum cambies de productor, a pesar de que tus anteriores trabajos tuvieron un notable éxito. ¿Necesitas estar reinventándote constantemente, buscando una identidad definitiva? ¿Tiene que ver también con tus cambios de nombre y, ahora, también de imagen?
Bueno, la carrera de un músico es un proceso de búsqueda, desde tu voz propia hasta las personas que son capaces de sacar los mejor de ti. A lo largo del tiempo durante esa búsqueda se van dando encuentros y desencuentros con las personas en el plano artístico. Más que la necesidad de reinventarme, tengo la necesidad de encontrarme, de sentir un trabajo mío al 100%, y cada paso ha sido muy valioso, porque me ha hecho ver que es lo que quiero y lo que no quiero para mi carrera artística. Evidentemente siempre es de agradecer dar un giro estético a tu trabajo e intentar no repetir siempre lo mismo, pero hasta el día de hoy puedo decir que estado inmersa en un proceso de búsqueda. He aprendido mucho en el proceso de mis otros discos, y ahora he tenido la fortuna de dar con un equipo de producción con mucha complicidad, con el que he podido no solo encontrar mi voz, sino disfrutar del proceso creativo.
La gente suele pensar que las multinacionales condicionan al artista en muchos sentidos. ¿Hasta qué punto te sientes libre para crear y seleccionar tus canciones, decidir los tiempos de tus lanzamientos, escoger productor, músicos, etc.?
Pues he de confesarte que en este caso concreto, y lo digo con mucho orgullo, he sido libre por completo. El repertorio lo he elegido yo, sin filtros ni «peros». De hecho, al reunir 23 temas tras varias cribas de un total de 80 borradores, la idea y el concepto de Night&Day (Cd y DvD) surge en mi cabeza como remedio para no renunciar a ninguna de las canciones. Para mi fortuna, al proponer el proyecto de esta manera, la compañía aceptó con gusto la idea. Los productores lo elegí yo con absoluta libertad al igual que los músicos. Si algo se proponía y yo no estaba de acuerdo mi decisión se respetaba.
En cuanto a los tiempos de lanzamiento sí he delegado en la compañía puesto que nadie mejor que ellos sabe manejarlos con eficiencia. A mí esto se me escapa un poco más, prefiero centrarme en el lado artístico. Son muchos factores que hay que tener en cuenta que no controlo. Cada detalle es importante y eso lo saben manejar las compañías. Hay que aprender a delegar y confiar.
Me gustaría preguntarte por Risto Mejide. Con el tiempo se ha labrado una imagen mediática muy peculiar, pero me gustaría saber lo que representó para ti trabajar con él en tu primer álbum, tanto en lo humano como en lo musical.
Fue fascinante, aprendí mucho en ambos aspectos. Es un tipo muy perfeccionista y exigente, tanto consigo mismo como con los demás. Yo creo que eso es necesario para, como bien dices tú, reinventarse, o en mi caso reencontrarme. Se involucra mucho en lo que hace y no olvida detalle alguno. Preocupado de que sus compañeros de trabajo se sientan a gusto, de sacar lo mejor de cada persona, tanto en lo humano como en lo profesional, aspectos para mí difíciles de separar. Observándole aprendí a relativizar y trató de transmitirme el disfrute del día a día, como filosofía de vida. Algo que confieso me cuesta bastante, y rara vez consigo. Como he dicho en varias ocasiones lo asocio al que sin duda supone el mayor punto de inflexión en mi vida hasta ahora, que llega con este álbum.
Creo que fue él quien te bautizó como Labuat. Un nombre con resonancias jazzísticas, como muy New Orleans. ¿Es así, o me equivoco y significa algo totalmente distinto?
Es cierto, me lo propuso como el inicio de un nuevo comienzo, un nuevo proyecto. Según recuerdo no dudé, me pareció una gran idea. Como sabes procede del francés «La Boite», él lo castellanizó.
¿Por qué dejasteis de colaborar en tu segundo disco? ¿De quién fue la decisión?
Fue algo mutuo. Él empezaba a preparar nuevos proyectos y yo estaba ya componiendo para Dulce Hogar, disco con el que quería emprender mi carrera en solitario, pues es lo que siempre quise hacer. Un día nos contamos estos planes tomando un café y nos deseamos suerte el uno al otro. El primer disco fue algo que a todos nos hizo ilusión compartir. Como en la vida sucede, una vez que pasó esa etapa, simplemente otra empezó.
Sé que no te gusta hablar de ello, pero en tus biografías suele ocultarse, o tocarse muy de pasada, tu intervención (con victoria, no lo olvidemos) en el concurso Operación Triunfo. ¿Realmente te has arrepentido en algún momento de aquello, o sientes que era un paso necesario para ayudarte en tus inicios? Con ya tres discos a tus espaldas, ¿Estás más en paz con tu pasado?
En cuanto a mi paso por OT, he de decir que en absoluto me arrepiento. Simplemente haber tenido la oportunidad de producir este disco, un disco de libertad artística con el que me siento al 100% identificada, ya justifica haber pasado por el programa. Cierto es que el paso por OT me cierra algunas puertas y me exige un esfuerzo extra para desmarcarme del perfil artístico que acostumbra a vender ese entorno. Pero no por ello voy a dejar de hacer la música que me gusta. He luchado mucho por ello y ahora es un momento dulce de mi carrera artísticamente hablando. Tengo plena confianza en las posibilidades de este trabajo y creo que perfectamente puede superar los prejuicios enfundados por haber pasado por OT. En cualquier caso no tengo ningún problema ahora mismo en hablar sobre esa etapa, es algo que ha ocurrido en el pasado y puedo hablar sin tapujos perfectamente de ello. De hecho abro el disco con Let me talk, un tema en el que transmito la experiencia con mis ex compañeros. Quedé muy contenta del resultado, tanto con el texto como con la producción, que transmite con mucha intensidad las vísceras de la letra.
Precisamente en una de tus canciones nuevas, creo que es «Main Street», te quejas de los prejuicios del mundillo indie respecto a la música que suelen calificar como «comercial». Esta entrevista es para una revista indie, así que tienes la ocasión de hablarles directamente y explicarles por qué tu música puede ser tan interesante como la que ellos escuchan. Incluso puedes intentar convencerles de que compren tu disco.
Para mi la diferencia principal entre las etiquetas de mainstream e indie radica en el tratamiento del sonido y las normas de estilo en términos de producción. Por lo general el mainstream apuesta más por un armazón easy listening, lo cual no significa que detrás no tengamos buenas canciones. A mi desde luego me entusiasma la música para publico minoritario. Me apasiona el sonido/producción de artistas como Lucinda Williams, pasando por esas producciones tan crudas como puedan ser las de Bonnie Prince Billy, o directamente de carácter lo-fi como Elliot Smith. De hecho en este nuevo disco afortunadamente he contado con la complicidad de Sony para poder abordar un tipo de producción más afín a esos ejemplos. Así que en lo que concierne a lo musical no tengo más que halagos hacia la libertad artística del «mundo indie». Lo que vengo a exponer/denunciar en «Main Street» es la predisposición y actitud de crítica por sistema. Y desde luego expresar mi incredulidad ante la actitud de opinar y juzgar antes de escuchar.
Más que intentar convencer a los lectores para que compren el disco, les animo a darle una escucha con la única pretensión de que valoren este intenso trabajo en su justa medida. Han sido tres meses de mi vida con mucha implicación emocional. Es un disco muy humano, sencillo y minimalista. Lo siento sincero y muy arraigado a mí, acorde a mi visión visceral de la música. Creo que perfectamente podría gustar a los lectores de esta revista, ya que es un disco muy directo y descarado, sin enredarse en el exceso de producción.