Yo La Tengo – Auditori (Barcelona)

Democracia. Eso es lo que son Yo La Tengo. Tres tipos de New Jersey que se van rotando los instrumentos, cual equipo de baloncesto y que son capaces de tocar durante casi 3 horas y dejar al público con ganas de más. También son uno de los grupos del indie rock más respetados, con una trayectoria impoluta después de casi tres décadas, 12 discos y cientos de canciones que son la banda sonora de varias generaciones. Porque hay que ser de una pasta especial para sobrevivir, sin la menor mancha, en un mundo tan crudo, salvaje y autofagocitador como el de la música.
Todas las claves de su éxito se plasmaron en un concierto arrollador en l´Auditori, escenario perfecto para las pretensiones de los americanos, por su acústica impecable.
Tras una puesta en escena sobria, con un decorado de tres árboles a la espalda de los músicos, Yo La Tengo dieron comienzo al show con un set acústico dónde repasaron en dicho formato temas de su último disco, el notable «Fade»(2013) junto con algunos clásicos de su dilatada discografía. Lo que quedó claro es que «Ohm», «Two Trains» o «Cornelia and Jane» tuvieron una acogida igual de positiva que hits como «Tom Courtenay» o «Big Day Coming». Asimismo, aprovecharon para rendir homenaje al recientemente fallecido Kevin Ayers con una versión de su «Walk On Water».
Ésta primera parte deja ver el lado vulnerable y tierno de los de Hoboken, ya que lo que vino después de una pausa de unos 20 minutos (a nadie cogió por sorpresa porque es lo que hicieron en Santiago y Madrid) fue una ola de energía pasional, locura colectiva (individualizada en Ira Kaplan) y catarsis. El set eléctrico estaba en marcha.
Y aquí, sin ningún tipo de pudor, descargaron sobre el personal una batería de canciones que dejan sin aliento…desde la aclamada «Stockholm Syndrome» con James McNew en el micro, a esa suerte de noise pop progresivo alucinante y alucinada que es «Blue Line Swinger» que cerró el set principal y que permitió a Kaplan demostrar ante el público como se hace el amor con su guitarra. Igualmente, sonaron piezas de su último trabajo cómo «Stupid Things» o la versión eléctrica de la anteriormente citada «Ohm».
En los bises, después de interpretar ese disparo sonoro que es «Double Dare» decidieron ir poniendo punto final al concierto con algunas versiones de sus grupos de referencia, de los neoyorkinos The Velvet Underground («She´s My Best Friend»), a los londinenses The Kinks («Till´ The End Of The Day / «There Is No Life Without Love) hasta el broche final, con una irresistible Georgia Hubley en la voz, versionando a George McRae y su «You Can Have It All», que sonó preciosa.
Y así, se retiraban del escenario victoriosos, tras haber facturado uno de los directos más pasionales y evocadores que se pueden degustar hoy en día.
 

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