Smoke Fairies – Blood Speaks (Everlasting)

Las británicas Katherine Blamire y Jessica Davies formaron, hace algunos años, el dúo Smoke Fairies. Con ese nombre (algo así como hadas vaporosas, o que se esfuman), y sabiendo que se hicieron amigas en la escuela al darse cuenta de que compartían gustos musicales bastante alejados de la actualidad en la que se movían sus compañeras, cabría esperar un disco de puro folk británico, con historias de hadas, cuentos de dragones, sonidos vaporosos y oníricas voces surgiendo de la bruma. Pues hay un poco de eso, sí, pero resulta que estas chicas también pasaron un tiempo en el sur de los Estados Unidos y en Canadá, de donde volvieron bien empapadas de música de raíces. Tan americanizadas que se convirtieron en el primer grupo británico que publicó en el sello de Jack White.

Blood Speaks (2012), su segundo disco tras Through Low Lights And Trees (2010), es el resultado de combinar el efecto de ese viaje iniciático a la cuna del blues con una pasión por el folk británico de los primeros 70. Esos callos en el alma que forman los primeros desengaños amorosos, propios de la edad, han hecho el resto. Katherine y Jessica van desgranando, uno tras otro, hasta diez temas con base en el folk y melodías de sonoridad celta, pero con un fondo vigoroso y oscuro. Un estilo que ya se podía entrever en su debut, pero que ha perdido algo de inocencia y ganado dureza en el camino. También en las letras, algo más amargas y centradas en aspectos terrenales de la naturaleza y el ser humano (el desamor, la separación), aunque sin perder su esencia mística.

El balance entre folk británico y blues/folk/psicodelia norteamericana (o entre luz y oscuridad, si queréis) se decanta en algunos temas hacia el primero («Daylight», «Hideaway»), pero en conjunto son mayoría los temas que rescatan sonidos del otro lado del Atlántico. «Let me know» recuerda a grupos como Jefferson Airplane o Quicksilver Messenger Service, mientras que en otros como «The three of us» o «Take me down when you go» se puede escuchar el melancólico sonido de una slide guitar. Y aún hay espacio para que se cuele algo de folk rock, blues y gótico sureño («Awake», «Feel it coming near»).   

Esta parejita ha realizado un viaje, el mismo que hizo la americana Jesse Sykes hace unos años, partiendo del folk clásico y descendiendo a los infiernos de la música más sucia. De allí han vuelto finalmente, después de escarbar un buen rato en el fango, embarrarse hasta el cuello y poner hecho un asco sus blancos vestidos vaporosos, con un gran disco en sus manos.

 

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