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Entrevistamos a Rusos Blancos

Rusos Blancos publicaban hace pocas fechas su nuevo trabajo, Bailando Hacia el Desastre (Intromúsica Records), un disco que presentarán en Madrid el próximo jueves 22 de noviembre en la Sala 0 (Palacio de la Prensa) entradas aquí.

Allí presentarán diez enérgicas canciones de pop bailable en las que las luminosas secuencias de acordes se dan la mano, con naturalidad, con las historias cotidianas cargadas de reflexiones y reproches que describen con su habitual habilidad. Un disco en el que Rusos Blancos han confiando la producción en Paco Loco y cuentan con la participación de Joaquín Pascual (Surfin’ Bichos, Mercromina). De todo ello hemos querido charlar con ellos.

«Que el oyente se pueda sentir reconocido es lo más importante, la mejor forma de conectar con él, que es la clave cuando quieres comunicar algo, y el uso de escenarios cotidianos, como puede ser el tren que usas para volver de trabajar o un buffet chino, ayudan a ello»

Lo primero que me ha llamado la atención de ‘Bailando hacia el desastre’ es la fragilidad sentimental que se percibe en las canciones.

Pues me alegra que lo menciones, porque era algo muy buscado. Mi idea con las letras del disco era que estas expusieran la mayor vulnerabilidad posible, que huyeran de toda impostura. Veníamos de ‘Museo del Romanticismo’, que también era bastante descarado en cuanto a lo explícito de las letras y que había tenido bastante éxito en este sentido, pero también era cierto que si bien muchas de las historias que contaba allí podían tener un trasfondo de exposición de la derrota, hasta cierto punto también eran el tipo de historias de perdedor que cuentas a tus amigos pero que de algún modo molan, que te dejan guay. Había bastante descreimiento y cinismo en ellas, y me preocupaba acabar cayendo en canallismo de baratillo si seguíamos por ese camino. Por eso quise pasar a un tipo de letras sin ningún tipo de coartada cool, a la vulnerabilidad emocional pura.

¿Hasta qué ‘Bailando hacia el desastre’ es el dietario de una persona -ya no entro en si real o ficticia- en crisis?

Hay mucha menos crisis de pareja que en discos anteriores, precisamente por situación sentimental actual (apenas No es tan difícil trata exclusivamente sobre eso, y luego hay retazos en alguna canción más). Pero sí es el primer disco en el que con las letras quiero mostrar un estado de crisis global, a nivel personal, a nivel laboral, a nivel social… Todas y cada una de las canciones nos hablan de alguien que está encaminándose hacia el desastre y de cómo lo afronta.

Algo importante del disco es que las canciones contienen una cierta cotidianeidad. ¿Es más fácil hablar temas universales partiendo de lo íntimo o lo pequeño, que al fin y al cabo es lo que toca a todo el mundo?

Eso creo yo. No soy partidario de utilizar palabras o conceptos muy grandilocuentes, sino de intentar ser lo más íntimo y personal posible. Para mí, que el oyente se pueda sentir reconocido es lo más importante, la mejor forma de conectar con él, que es la clave cuando quieres comunicar algo, y el uso de escenarios cotidianos, como puede ser el tren que usas para volver de trabajar o un buffet chino, ayudan a ello. Y luego, me gusta mucho usar expresiones o personajes que no parecen muy apropiados para la letra de una canción pop, como lo de “hacer la cucharita” o mencionar a Chenoa.

Las letras del disco me parecen su fuerte. Son crudas y realistas. De hecho, destacan los de la canción que lo titula, “Bailando hacia el desastre” y “Bravo Murillo”. Son brutales. Literalmente.

Muchas gracias. Especialmente con «Bailando hacia» el desastre quería transmitir todo el vacío que provoca la alienación laboral. Esa sensación de que tu vida es poco más que un bucle que en realidad ni siquiera has elegido y que se repite sin cesar, atrapándote, dejándote sin más salida que seguir hacia delante. Creo que es una sensación que, especialmente, muchos de nuestra generación hemos sentido. Luego, en «Bravo Murillo», sí que era un poco más un juego formal. En la canción enumero varias escenas y espacios entre cotidianos e insólitos con la idea de que si en ellos empieza una historia de amor, te imaginas cada una de ellas de manera bien distinta, mientras que si hablamos de cómo acaba el amor, en todas podemos visualizar más o menos lo mismo.

También hay un componente cosmopolita en vuestra música, pertenece a la ciudad. ¿Lo veis así?

Es que somos muy urbanitas todos, la verdad. Especialmente Laura, Betacam y yo, que somos el núcleo duro del grupo. Pablo, el batería, sí que podría hacer una serie rollo el último superviviente, porque es muy apañado en el campo, e incluso Iván ahora hace cosas con huertos y tal. Pero nosotros tres somos muy urbanitas y muy hechos a Madrid. Y, como te decía antes, el retratar el espacio urbano ayuda a que el oyente construya mentalmente el contexto de las canciones. Te deja la mitad del trabajo hecho.

El disco suena bastante natural, como si se hubiera grabado teniendo en cuenta la espontaneidad. ¿Es lo que buscabais?

Fue bastante espontáneo, porque la mayoría de las canciones, excepto dos o tres, las llevamos muy abiertas al estudio. Queríamos ir muy libres en cuanto a estructuras, sonido y todo, para que Paco pudiera meter mano. En el disco anterior, hicimos mucho trabajo de preproducción, y estuvo muy guay, pero en este queríamos tener más libertad en el estudio.

El arte del disco está realizado con colores muy intensos, ¿de qué manera refleja las canciones?, ¿qué conexión hay con la música de ‘Bailando hacia el desastre’?

Me parece que lo refleja muy bien. A mí me transmite la sensación de un trasfondo que está en llamas detrás de la oscuridad. Transmite cierta opresión, pero también una rebelión contra esa oscuridad, medio hedonista, medio salvaje. La idea es: si vamos hacia el abismo, vamos a divertirnos por el camino.

Los arreglos de cuerda los ha hecho el mítico Joaquín Pascual, ¿qué relación os une a él?, ¿qué ha aportado? Entiendo que casi ha sido el séptimo miembro del grupo, porque su mano se deja notar en casi la mitad del disco.

Joaquín nos produjo ‘Museo del Romanticismo’ y es un buen amigo, nuestro y de Paco. Todos teníamos ganas de volver a trabajar con Paco después de un tiempo sin hacerlo, pero también nos daba pena no poder contar con Joaquín después del buen trabajo del disco anterior. Y justo coincidió que mientras nosotros estábamos en el Puerto de Santa María, que es donde Paco vive y tiene su estudio, Joaquín se había ido unos meses allí. Así que enseguida hablamos de colaborar de alguna manera. Hacerlo con las cuerdas era lo mejor, porque aunque nosotros siempre habíamos hecho nuestros propios arreglos orquestales, en este disco queríamos hacer algo que nos distanciase de nosotros mismos para no caer en lo de siempre.

Habéis trabajado con Paco Loco, contadme un poco cómo ha sido.

Muy guay. Es el tercer disco que hacemos con él, y siempre es una maravilla. No solo es lo contentos que acabamos con el disco y con el trabajo, sino que poder estar con él un par de semanas ya es una maravilla de por sí. Es una persona muy generosa y muy divertida. Todos los grupos deberían grabar al menos un disco con Paco, de verdad.

¿De qué manera ha influido su estudio en el disco?

Este tipo de disco, tal y como queríamos hacerlo, no podríamos haberlo hecho con ningún otro productor. Como te decía, queríamos ir con las canciones muy abiertas, y eso solo podíamos hacerlo sabiendo que Paco se iba a involucrar en ellas en la misma medida que lo hacemos nosotros, sabiendo que nos entiende de la forma en que lo hace y que nos iba a yudar a llegar a donde nosotros queríamos (aunque en muchos casos nosotros aún no supiéramos a donde queríamos ir).

El disco se finalizó hace un año, ¿por qué ha tardado tanto en salir a la venta?

Conseguir cuadrar las agendas de un grupo que no vive de la música es muy complicado, especialmente uno como el nuestro, que tiene a la mitad de la banda desperdigada (uno vive en Logroño, otro en Valencia y otro en Alicante), mientras los otros tres estamos en Madrid. Veníamos de haber crecido un montón con Museo del Romanticismo y también con el EP Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, teníamos varias ideas de canciones y de repente por agenda todos nos encajaban esas dos semanas de diciembre de 2017, así que nos tiramos de cabeza a ello. Igual habríamos tardado un año en volver a coincidir todos. Y la idea era sacarlo antes del verano, pero precisamente por lo bien que había ido lo anterior y lo bien que empezaba a ir esto, empezaban a salir muchas cosas a las que no podíamos no comprometernos o a las que directamente teníamos que decir que no. (Para que te hagas una idea, yo trabajo en una tienda, con fines de semanas incluidos, de manera que no puedo decir “oye, que este verano voy a estar tocando todos los sábados hasta septiembre”). Así que decidimos frenar un poco, tomarnos el verano pasado de manera un poco más tranquila, con unas pocas fechas, y sacarlo ahora con más tiempo para planificar todo.

¿Qué planes tenéis para presentarlo en directo? La temporada veraniega de festivales que hoy día es tan importante para exponer a un grupo ya ha pasado y os enfrentáis al invierno. Aunque sinceramente, creo que estáis más que preparados y que vuestra propuesta va más allá de la que pueda esperar el público festivalero.

Pues hemos preparado un formato muy guay, con muchas bases y algunas cosas muy electrónicas también, y la idea es tocar tanto como sea posible. Y espero que entre ello haya muchos festivales que, como dices, ahora son la principal forma de exposición de la música en directo. Ha pasado la temporada de 2018, pero llegamos a tope para la de 2019. Y luego, nos gustaría hacer muchas salas también, porque el tipo de concierto que ofreces en un festival y el que surge en una sala pequeña, con un público que te conoce mejor, es muy distinto. No queremos renunciar a ninguna de las dos cosas.

 

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