Alan Sparhawk (Galileo Galilei) Madrid 20/11/23

Un mensaje a las siete y media de la mañana del sábado, cortesía de Luis Moner, sugería que el espectáculo de Alan Sparhawk sería uno de esos eventos que quedan grabados en la memoria. Un auténtico concierto de culto, una reunión íntima. En ese momento, Moner aún no había redactado la crónica del recital que el músico estadounidense ofreció en la Sala Nau de Barcelona. Lo haría horas después, pero su mensaje matutino era lo suficientemente sutil como para anticiparnos la experiencia que nos aguardaba: «Buenos días. Si podéis ir al concierto de Alan. Es maravilloso».

Esta frase, breve y concisa, me despertó con una sonrisa. Desde entonces, durante estos dos días transcurridos, la música de Low me ha acompañado en cada una de mis tareas diarias. Más tarde, descubrí que el músico de Duluth (Minnesota) no tenía previsto interpretar ninguna canción conocida. La intriga superó la situación. Todos los temas serían composiciones nuevas surgidas a raíz de la prematura muerte de su compañera de vida, Mimi Parker, quien falleció debido a un cáncer de ovarios a finales de 2022.

Por un lado, quería dejarme sorprender. Quería ir al concierto con la mente en blanco y poder disfrutar de algo único. Por otro, la necesidad de saber hizo que buscara por todos los rincones de internet el setlist que me habían enviado. No encontré nada. La primera opción había triunfado irremediablemente.

Finalmente, llegó el lunes 20 de noviembre. El lugar seleccionado en Madrid para el concierto de Alan Sparhawk no era otro que el Galileo Galilei, organizado por el ciclo de conciertos Momentos Alhambra. Nada más llegar, la sala estaba hasta la bandera de fans de todo tipo de pelaje y condición. Gran parte de ellos eran músicos de diferentes bandas, algunas ya consolidadas como Vetusta Morla y otras en proceso de serlo como Pena Máxima. Si levantabas la cabeza, veías caras conocidas de la escena musical independiente nacional por doquier. La cita musical era inigualable.

El concierto comenzó pasado las 22:10 de la noche. Alan, con su larga y canosa melena ceniza, se subió al escenario bajo una lluvia de aplausos y vítores. Junto a él, varios músicos que tendrían una veintena de años menos le acompañaban como su guardia pretoriana, entre ellos Cyrus Sparhawk, su propio hijo, se encargaba del bajo. A diferencia de Barcelona, que sí contaban con un teclado, en Madrid la formación musical se complementó con un banjo y una batería, y por supuesto él a la guitarra y voz.

La selección de sus acompañantes, en cierta manera, marcó el sonido de Sparhawk en varias de las canciones. Su hijo cuenta con una banda, que prácticamente acaba de comenzar (y en la que también participa su padre) llamada Derecho Rhythm Section. Un conjunto donde las bases funk son las que confluyen en el sonido. Este hecho posibilitó que la canción con la que abrió el concierto, “Liquid Love”, fuera un ejercicio de funk instrumental, bajo un estribillo jazzístico. Lo mismo ocurrió con la canción que cerró el espectáculo, “Want It Back”.

A nivel general, el setlist estuvo conformado en torno a las 13 canciones distribuidas en unos setenta y cinco minutos de duración. Salvo el preludio y el epílogo funk, el resto de los temas fueron un corolario perfecto de los estilos y géneros que Low ha desarrollado a lo largo de su trayectoria, mostrando la importancia que ha tenido este grupo en el desarrollo musical de la escena independiente internacional. En su gira europea, Alan Sparhawk ha brindado apenas seis conciertos, siendo tres de ellos en España, el primero en Utrecht y los siguientes en Oporto y Lisboa.

Tras esta apertura funk, continuó con dos canciones tituladas “Screaming Song” y “J.C.M.F”. Tal y como habíamos mencionado en la crónica de su concierto en Barcelona, la letra en la primera era desgarradora: «Cuando saliste volando por la ventana hacia la puesta de sol, pensé que nunca dejaría de gritar tu nombre… si el amor entre tú y yo es para siempre, entonces probablemente seguiré gritando todo ese tiempo».

Los sentimientos se encontraban a flor de piel, sobre todo cuando veíamos cómo la canción pasaba de ser una balada a un tema ruidista y observábamos cómo Alan se dejaba llevar por la música, manteniéndose buenamente como podía mientras deambulaba zigzagueando cerca de la batería.

Durante el concierto, también hubo momentos que nos arrancaron una sonrisa de oreja a oreja, subrayando así su habilidad musical. Un ejemplo destacado fue en «Get High», el quinto tema de la noche, donde el último acorde del estribillo lo dejó libre, completándolo con su distintiva voz. Otro momento peculiar ocurrió durante «Stranger», cuando Alan sacó una libreta para mostrar otro tema nuevo en el que estaba trabajando, solicitando a uno de los oyentes en la primera fila que le sujetara la libreta a modo de atril para poder ver los acordes.

Los ritmos y estilos se entrelazaban de manera única, influenciados fuertemente por el sonido de «Harvest» de Neil Young en temas como «Torn and in Ashes» o «Princess Road Surgery». También se percibía, al menos para un servidor, la crudeza sonora de Josh Homme en «Trophy», el tema más breve de la noche, que apenas superó los dos minutos y medio. Incluso algunas de las canciones presentadas, como «Impossible Day» o la ya mencionada «Get High», forman parte del repertorio de la banda Derecho Rhythm Section y están disponibles, por ejemplo, en Bandcamp.

La valentía tanto de Alan como de su hijo al enfrentarse a las adversidades de la vida y expresarse en el escenario demuestra el poder sanador de la música. El concierto fue una experiencia emocionante que, estoy seguro, adquirirá aún más significado con el tiempo. Después de que se encendieran las luces y el público abandonara la sala, mi amigo y yo nos acercamos al escenario para obtener las firmas en el disco y el tan ansiado setlist. Para nuestra sorpresa, Alan bajó del escenario; le expresamos nuestro agradecimiento por la noche, a lo que él respondió: «Gracias a vosotros por arroparme». Este encuentro cercano añadió un toque especial a una velada ya inolvidable. Con el eco de las últimas notas resonando en nuestra memoria, nos retiramos, llevándonos consigo la magia de un concierto que quedará grabado en nuestros corazones.

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