Entrevistamos a Coque Malla

Hay pocas sensaciones, para quienes intentamos apreciar el trabajo de un músico o de una banda en todos sus matices e intenciones, como la de ponerte los cascos y olvidarte del mundo durante unos minutos mientras el artista o artistas en cuestión te cuentan historias con las que apelar a alguna de tus más primigenias emociones. Dejando el comentario filosófico y hablando del porqué de dicha reflexión, recién escuchado Aunque Estemos Muertos, el nuevo y excelente disco de Coque Malla no podíamos por menos que preguntarle acerca de sus motivaciones, el camino largo y tortuoso que lo han traído a la primera línea de combate del rock español y cómo se enfrenta a la grabación y promoción de un trabajo que, una vez más, se aparta de cualquier camino previsible. El reciente premio Ondas a una trayectoria musical que se adorna de puntuales y efectivas incursiones en el cine sólo es una justificación innecesaria al prestigio de un músico íntegro que sigue entregando pequeñas gemas sonoras hechas a medida de su talento. A vueltas con la muerte y el concepto de incertidumbre por el tiempo que nos queda y cómo afrontarlo, la charla resulta mucho más luminosa de lo que se puede extraer de sus recientes textos.

«Cuando somos muy jóvenes sabemos que las cosas se acaban pero pensamos que eso les pasa a los otros, ¿no?, pero a partir de un momento te das cuenta de que de verdad se acaban y lo que haces es exprimirlas a tope y sacarles el mayor partido, y de eso va el disco yo creo»

Hay en Aunque Estemos Muertos un cierto aroma a pesadumbre, que no quiere decir pesimismo, como si algún fantasma en forma de muerte o desgracia le sobrevolara y las canciones funcionaran precisamente como huida de todo ello.

Cuando se empieza a ser consciente de que nuestro tiempo es limitado, de que todo se acaba, tanto en las relaciones personales, las amistades… Esos son los asuntos de los que trata el disco, del fin de las cosas. Pero eso en general te da vitalidad, porque cuando tú eres consciente de que las cosas se acaban las exprimes a muerte, y yo creo que no es un disco para nada de bajón, es un disco con una energía y una vitalidad que hacen que no haya salido como mortuorio; al revés, es un disco como con una luz y una fuerza de la hostia, y yo creo que es porque es la reacción lógica, a no ser que te entre una depresión y te tires por la ventana, que no es el caso, a cuando uno madura y toma consciencia, y es la parte mala y la parte buena de la madurez, de que las cosas se acaban tarde o temprano. Cuando somos muy jóvenes sabemos que las cosas se acaban pero pensamos que eso les pasa a los otros, ¿no?, pero a partir de un momento te das cuenta de que de verdad se acaban y lo que haces es exprimirlas a tope y sacarles el mayor partido, y de eso va el disco yo creo.

Se escuchan más capas de sonido, y eso que en tu anterior disco ya trabajaste bastante en ello, pero ahora los arreglos, o mejor dicho, la fisonomía de las canciones, son especialmente brillantes. ¿Fuiste vistiéndolas a medida que avanzaban o desde el principio tenías un traje hecho a medida para cada una?

No, traje a medida para nada. Yo creo que ha sido el disco más creativo, de improvisación, de trabajo en el local con la banda, luego con Jose Nortes, el coproductor del disco, en el estudio… Las canciones y luego el proceso de grabarlas y producirlas ha sido un proceso vivo continuamente. De hecho, íbamos al local, improvisábamos y no fijábamos las cosas, que es lo que se suele hacer cuando das con algo que te gusta, lo fijas, lo repites para que ya no se te olvide. Muchas veces, en algunos casos no, pero en algunas canciones llegábamos al día siguiente al local y se nos olvidaba lo que habíamos hecho y teníamos un poco que volver a empezar. Esa improvisación, esa frescura, se nota mucho en el disco porque ha estado presente durante todos los ensayos, las grabaciones, etc.

 

Sigues empecinado en avanzar, en dejarte llevar por la intuición creativa y explorar caminos nuevos sin perder nunca la identidad. Aquí queda claro que en tu ADN sigue estando la impronta garagera y la semilla del rock and roll que te inspiró al principio, como se escucha en “Bla, bla, bla”, por ejemplo. ¿Quedó definitivamente atrás aquella vieja idea, que tú mismo expresaste en alguna ocasión, de volver a hacer un disco puramente orientado al rock?

Bueno, yo creo que sí es un disco de rock and roll. El rock and roll amplió sus límites hace ya mucho tiempo. Hay gente que hace rock and roll clásico, pero Radiohead es un grupo de rock, o los Beatles evidentemente eran un grupo de rock. Quiero decir que los límites del rock se abrieron hace mucho y yo creo que efectivamente tienes razón en que en el disco hay mucho sonido de banda, que quizá no se había perdido pero había pasado a un segundo plano en El Último Hombre En La Tierra y en ¿Revolución?, y aquí la banda y el sonido de guitarras es protagonista absoluto, ¿no? Yo sí creo que es un disco de rock. No un disco de rock clásico, pero sí un disco de rock, creo que hay mucho rock, mucha energía roquera de banda y de guitarras en el disco.

En un libro que repasa tu biografía artística cuentas por todo lo que pasaste en momentos realmente bajos de tu carrera: Tocar para diez personas, hacer giras acústicas con fieles compañeros de viaje, sufrir el ostracismo de la industria… ¿Cómo se sobrepone alguien que pasó de llenar pabellones y recintos de miles de personas a una situación como esa? Por tus palabras, parece que la palabra fracaso nunca existió en tu diccionario.

Bueno, yo no lo viví como un fracaso, yo lo viví como un aprendizaje, y fue brutal, con momentos duros, tristes, frustrantes sobre todo, porque yo intentaba presentar al nuevo Coque, un Coque más autor, más personal, etc., y la gente en principio no lo aceptaba porque quería las canciones de Los Ronaldos, pero esa etapa me enseñó muchísimo y claro, echando la vista atrás y desde el sitio que estoy ahora, pues fue una etapa fundamental.

¿Hay algún punto de inflexión en tu carrera, en el que pensaras que todo podría irse al carajo o, con la perspectiva del tiempo, intuyeras como un antes y un después?

Yo creo que me dieron así como rabietas, quería mandarlo todo al carajo pero no, en el fondo yo sabía que no sé hacer otra cosa ni me planteo hacer otra cosa, y si hubiera tenido que estar toda la vida tocando en garitos pues lo hubiera hecho. Algo en mí sabía que esa situación no iba a ser permanente, pero si hubiera sido permanente ahí me habría quedado y habría seguido haciendo discos y conciertos de esa manera, porque no sé hacer otra cosa. No podría haberlo dejado y dedicarme, no sé, a ser carpintero, pues no. Mi profesión es esa y habría tenido que seguir adelante con ella.

Tantos años después de aquellos momentos y con la experiencia y éxito personal acumulados, ¿desde qué estado emocional se compone y se plasma el concepto y las canciones de este disco?

Sí, la verdad es que es un momento muy dulce y maravilloso. De hecho yo creo que es un éxito porque además la industria y el país están también en un momento mejor que en los ochenta, para mí, por lo menos la industria del directo. Ahora las producciones cuando vas de gira son una maravilla, es una gozada. Creo que estamos a nivel europeo, pero en los ochenta y noventa era terroríficamente precario y cutre lo que te encontrabas para incluso un grupo de éxito, y entonces claro, vivir el éxito ahora es mucho más placentero. Hay un reconocimiento mucho más serio y la gente paga por ver a un artista, paga entradas y paga entradas caras, demasiado a veces. Nosotros, Los Ronaldos, tocábamos mayoritariamente de forma gratuita, y eso era muy frustrante, porque una cosa es que las entradas sean muy caras y otra cosa es que la gente ni se plantee pagar por ver un concierto, que eso tampoco es. Yo creo que ya hay una cultura de pagar entradas por ver a grupos. Hombre, los grupos emergentes lo tienen más difícil como todos cuando lo hemos sido, pero es que antes la gente no pagaba ni por ver a Los Ronaldos o a Gabinete Caligari, les parecía insultante que les cobrasen una entrada por ver a un grupo que estaba arrasando, y eso ha cambiado afortunadamente. Se vive de otra manera el éxito ahora.

 

La banda que te ha acompañado en el estudio es la misma que lleva bastante tiempo tocando en directo contigo, y supongo que eso es un plus a la hora de crear un ambiente determinado y sentirte más cómodo. ¿Han adquirido los músicos un nuevo rol en esta ocasión?

Sí, es fundamental. Ha habido un trabajo de frescura, de creatividad inmediata, de llegar al local y ponerse a improvisar. Ha habido varias canciones que figuran en el disco que eran riffs nada más, no había ni estructura ni melodía ni letra ni nada. Solo había unos riffs, como en “Baila en la oscuridad”, “El dragón”, “Místico” y creo que alguna más, y yo las llevé al local así, sin terminar, sólo los riffs, empecé a tocarlo y ellos empezaron a improvisar sobre él y terminaron siendo canciones. El papel de la banda ha sido crucial.

O sea, que has sido más un catalizador de ese supuesto caos que el capitán del barco, ¿o has dirigido mucho?

Hombre, yo al final dirijo, no lo puedo evitar. He dirigido mucho pero sí, he hecho más la función de ir dirigiendo lo que se producía que planteando yo qué es lo que se tenía que hacer. Siempre es un poco así, pero en este caso con más motivo.

Vuelve José Nortes a figurar como productor en uno de tus discos. ¿Es quien mejor ha entendido tus necesidades en cada momento?

Desde luego que es el que mejor ha entendido lo que quiero hacer en cada momento, pero con una diferencia de eones con el siguiente. Jose tiene una tensión que hace que me enseñe cosas y sea mi soporte para grabar discos. Y luego la banda, que ha hecho un trabajo espectacular, y Álex Olmedo con los coros, y Anni B Sweet, y Jacobo Serra… Ha sido un equipazo, la verdad.

¿Has tocado mucho, físicamente hablando? ¿Has metido más guitarras que otras veces?

Sí, las guitarras están un poco compartidas. Amable (Rodríguez) ha metido muchas capas de guitarras, pedales, efectos, cosas que suenan por detrás, pero las dos guitarras principales que suenan en el núcleo de la banda somos él y yo.

Además se te ve y se te oye mucho más aplomado, con más recursos y en algún caso como un verdadero gran guitarrista. No sé si tú te ves así, pero desde luego escuchándote en directo la sensación es esa.

Bueno, no sé si gran guitarrista es la palabra, pero sí que pongo energía y atención a la guitarra, no me dedico a poner sólo tres acordes para acompañarme, ¿no? Digamos que trabajo las guitarras que hago, sí.

También parece que la orquestación que fue clave en la concepción de trabajos como “El último hombre en la tierra” y algunos momentos de “¿Revolución?” deja paso a otro tipo de arreglos más concretos, por decirlo de alguna manera. Esa influencia maravillosa del sonido de The Divine Comedy (me consta que adoras la obra de Neil Hannon), ¿a cuál ha cedido ahora?

Bueno, ha habido una influencia pero casi más filosófica de un grupo que me ha volado la cabeza, que es The Smile, el grupo paralelo de Radiohead con Thom Yorke y Jonny Greenwood. Hablaba además con Suso Sáiz el otro día, que los admira mucho también, y está convencido de que Radiohead no va a volver porque estos dos están felices ahí en The Smile, están como dos niños pequeños porque han descubierto algo que les ha renovado el espíritu creativo y musical. Es posible que tenga razón Suso… Bueno, Suso en ese tipo de cuestiones siempre tiene razón. A mí me han influido en el sentido experimental que tienen de hacer los discos, en el sentido de romper la estructura habitual, de que son canciones, producciones y estructuras que te sorprenden continuamente. Nunca nada es lo que esperas, siempre pegan volantazos musicalmente hablando, y eso es lo que yo he tenido en cuenta en el disco todo el rato, lo que hemos tenido en cuenta todo el equipo, pero lo primero que hice fue ponerle el disco de The Smile a todos para meterles ese espíritu juguetón y de sorpresa y de cambio de carril.

Y tanto que se nota en el disco, porque un tema como “Místico” juega a la perfección con esos cambios que dices haber buscado, hay una parte casi progresiva en esa canción que me encanta.

Bueno, me alegro. Esa es una de las primeras canciones que compuse y ese era el objetivo, así que me alegro mucho de que te haya gustado.

 

Ahí está también, para aportar la variedad necesaria, el tono soulero, casi góspel, de “Como los gatos salvajes”, en la que contaste con un buen grupo de amigos para rematarla.

Sí, ahí hay un trabajo espectacular de Anni B Sweet fundamentalmente, y yo pensaba que con ese registro de ella que conocemos más delicado, más puro, más afinadito y tal, le iba a decir que no cantase la parte góspel, y Jose me impulsó a hacerlo, me dijo “igual le sale”. Le pusimos esa parte y dijo “¿pero cómo queréis que lo haga, más así (voz más ronca), más así (voz más aguda) o más así en plan Aretha Franklin?”. Tiene unos registros Anni B Sweet que muchos desconocíamos y que algunos siguen sin conocer porque es una cantante espectacular. Yo me quedé boquiabierto y le dejamos que grabase todas las armonías y gran parte de esa potencia por supuesto también es de Araceli y María, pero está Anni poniendo varios registros y dándole una verdad a eso que parece realmente góspel, ¿no?, que es algo tan difícil de conseguir en España, porque no es nuestra cultura. Es brutal lo que ha hecho Anni en esa canción.

Antes incluso de la salida oficial del disco ya tienes bastantes fechas cerradas para presentarlo en directo. ¿Qué significa eso para ti, es un detonante claro de que eres una figura consolidada con una nutrida base de seguidores que esperan ansiosos tus nuevos temas cada dos o tres años?

Sí, la cosa va muy bien. Estamos muy contentos y yo creo que se ha notado el parón que hicimos y que anunciamos, un año y pico sin tocar, y la gente lo ha cogido con ganas y la gira va a ser muy brutal. Los sitios en los que tocamos además son espectaculares, tocamos en el Palau de la Música en Barcelona, que nunca he tocado y tengo unas ganas… Yo quería hacer por lo menos la primera parte de la gira, luego vendrán los conciertos grandes, los festivales y tal que ya es otra cosa y hay que plantear el show de otra manera, que es una primera parte más controlada por nosotros, pues que siempre que pudiésemos fuera en teatros, con la gente sentada, porque este disco requiere de una concentración y de olvidarse del mundo y concentrarse en lo que está pasando. En las canciones, el sonido, el clima, y ese clima con la gente de pie y una barra y tal pues es más difícil de conseguir, pero bueno, la mayor parte de los sitios son teatros y auditorios y donde no sean pues también haremos lo posible por recrear ese clima.

Escucha ‘Aunque estemos muertos’ de Coque Malla

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