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Entrevistamos a Javier de Diego Romero por ‘Peter Gabriel. Un Explorador Musical y su Tiempo’

Javier de Diego Romero (Madrid, 1977) es, además de colaborador en medios musicales como Rockdelux, doctor en historia especializado en política contemporánea. Como autor de libros musicales ha publicado The Kinks: Música, cultura y sociedad (Milenio) y recientemente, el interesante Peter Gabriel. Un Explorador Musical y su Tiempo (Silex), del que hemos querido charlar con él. 

«Peter Gabriel ha sido pionero en muchos frentes, pero creo que su legado más trascendental radica en haber enriquecido la corriente central del pop con nociones y sensibilidades tomadas de la periferia, en concreto de las músicas étnicas»

Analizando el poder casi terapéutico de “Don’t Give Up” comentas que gracias a un anuncio de la Fundación ONCE, en el que el tema de ‘So’ era la música incidental, llegó a tu vida la música de Peter Gabriel. ¿Cómo recuerdas esa experiencia que luego derivaría con el paso de los años en este libro?

Era un anuncio que ponían muy a menudo. Supongo que me afectaba de manera especial porque mi padre era casi invidente y la ONCE estaba muy presente en nuestra vida. “Don’t Give Up” me conmovía, la melodía me parecía preciosa, pero también un tanto extraña, no encajaba bien con la música que yo escuchaba en aquellas fechas, cuando tenía solo doce años, y no me llevó a profundizar en Gabriel. Eso ocurriría un par de años después, cuando se publicó “Digging In The Dirt”.

Uno de los aspectos que ya estaba muy trabajado en tu libro sobre los The Kinks es todo el andamiaje contextual que aplicas al libro. ¿Cómo un historiador de profesión como tú se plantea un libro sobre música un personaje pop? ¿Por qué crees que se hace tanto hincapié en el yo del personaje y no en los contextos que rodean a ese personaje tanto en la literatura como en la crítica musical?

La música siempre ha sido mi mayor pasión, de hecho ya en la adolescencia me planteé la posibilidad de colaborar en medios musicales, pero no llegué a intentarlo. Después estudié Historia y, tras acabar la carrera, inicié el doctorado, lo que me haría familiarizarme con la escritura. Cuando llevaba casi cuatro años trabajando en la tesis, escribí mi primer texto musical, para un fanzine que elaboraban unos amigos, Dead City Radio. Me salió de manera natural un artículo sobre un artista situado en su marco histórico; en concreto, era un estudio de los discos de Bowie Low y “Heroes” a la luz de su contexto centroeuropeo. Desde entonces, siempre que escribo sobre música y el texto lo permite, trato de situar el contexto histórico en el primer plano, mi formación me conduce a ello.

Sobre tu segunda pregunta, creo que influye el hecho de que buena parte de los libros pop estén escritos por fans del artista en cuestión. En estos casos, es fácil que el autor se entregue con pasión al músico que estudia y se olvide de todo lo demás. Tampoco ayuda esa idea, tan popular en la actualidad, de que los músicos que admiramos también deben ser personas maravillosas, modelos éticos. La persona devora al personaje (al artista), los aspectos biográficos imperan sobre los musicales o los contextuales. Uno no le da importancia al contexto por un afán de ser diferente o para que su libro sea más grueso, sino porque creo que ningún artista puede entenderse al margen de su época. La música no existe independientemente de la sociedad o de la política.

Te seduce Peter Gabriel a temprana edad y empiezas a ser fan de su obra, pero ¿en qué momento decides que todo este bagaje serviría para profundizar en su obra y dedicarle un libro de más de 500 páginas?

Tras publicarse el libro de los Kinks, me apetecía emprender otro proyecto de largo recorrido. Y para esta clase de proyectos busco un artista que no solo me atraiga por su música, sino que tenga también otras facetas de interés, ya sean aspectos literarios, políticos, culturales o de otra naturaleza. Peter Gabriel cumple este requisito, como también los Kinks.

«Uno no le da importancia al contexto por un afán de ser diferente o para que su libro sea más grueso, sino porque creo que ningún artista puede entenderse al margen de su época»

Tengo mucha curiosidad por saber cómo te has ido organizando el trabajo de selección de material bibliográfico alrededor del personaje habida cuenta de la cantidad de bibliografía que hay al respecto.

Cuando empiezo a trabajar en un libro, lo primero que hago es elaborar un esquema provisional, divido en capítulos el esbozo de libro que tengo en la cabeza. Y después avanzo capítulo a capítulo, de forma bastante sistemática. Por ejemplo, para el capítulo quinto, el dedicado a los primeros pasos de Gabriel en solitario, leo todas las partes de la bibliografía existente relativas a esa fase de su carrera, busco el mayor número posible de artículos o entrevistas de aquella época, escucho la música que produjo entonces y me documento sobre el contexto histórico con fuentes secundarias. Y eso hago con todos los capítulos, preferiblemente por orden.

Peter Gabriel siempre lo he admirado por ser un artista que supo muy bien desprenderse de clichés y eso le ha permitido jalonarse una carrera difícil de etiquetar. ¿Cuáles crees que son las aportaciones más valiosas de Gabriel al pop?

Su teatralidad con Genesis, sus innovaciones tecnológicas en los ochenta, un álbum tan exitoso como So, sus videoclips… Son muchas sus aportaciones valiosas, ha sido pionero en muchos frentes, pero creo que su legado más trascendental radica en haber enriquecido la corriente central del pop con nociones y sensibilidades tomadas de la periferia, en concreto de las músicas étnicas. Se le recordará sobre todo por esto.

¿Cómo crees que afectó la educación tan estricta (tanto familiar como educacional) que tuvo en su carácter y en su obra?

Como en tantas otras familias inglesas, en la suya se reprimían los afectos, no era habitual expresar físicamente los sentimientos. A ello remite el anhelo de comunicación, de contacto, que late en un gran número de canciones. Me vienen a la cabeza ahora “Flotsam And Jetsam”, “Lay Your Hands On Me”, “I Have The Touch”, “Come Talk To Me” o “Secret World”. Y a ello remite también el hecho de que en algunas giras entrara en las salas de conciertos por el fondo y caminara entre la multitud hasta llegar al escenario, o que se dejara caer sobre el público, que entregara su cuerpo a la audiencia. En cuanto a su educación en un colegio privado, Charterhouse, afectó muchísimo a su carrera en Inglaterra, un país obsesionado con las clases sociales. La prensa musical le afeaba muy a menudo sus orígenes acomodados, algo que le exasperaba: quería que le juzgaran solo por su música. Por otro lado, la rigidez inglesa en la que le educaron en Charterhouse explica en gran medida su atracción por las culturas africanas.

Genesis es un grupo que tiene acérrimos defensores, pero también voces que claman que el prog rock es un estilo relamido y tendente al exceso de egocentrismo. Sin perder la actitud crítica hacia la carrera de los inicios de Genesis con Peter, ¿qué signos de heterodoxia ofrecieron Genesis para poder afirmar que siguen siendo un grupo por reivindicar?

En mi opinión, algunas de las críticas que se hacen al rock progresivo están cargadas de prejuicios. Creo que el principal rasgo característico del género es la audacia, la experimentación formal, algo en lo que no hay nada malo, antes al contrario. Se cometieron excesos, desde luego, ahí están algunos discos delirantes de Rick Wakeman para demostrarlo, pero decir que esos excesos definían el género en su conjunto es tomar la parte por el todo. El exceso más criticado tal vez sea el virtuosismo mal entendido, los solos autocomplacientes; pues bien, esto no lo encontramos en Genesis, en ninguno de sus integrantes. Por otra parte, las melodías de Genesis son, con toda certeza, las más brillantes del prog rock. Si extraes “Willow Farm” de la suite en la que está incluida, la famosa “Supper’s Ready”, tienes una de las mejores canciones pop de los setenta… o de cualquier época. Luego está el timbre profundo y rugoso de la voz de Gabriel, casi negroide, algo excepcional en el rock progresivo, una voz que engrandece todas las composiciones del grupo. Y un tercer elemento: la teatralidad de Gabriel en directo, que emparentaba a Genesis con el glam de David Bowie o Alice Cooper.

«Algunas de las críticas que se hacen al rock progresivo están cargadas de prejuicios»

Otro de los aspectos en los que ahondas es en la pericia como letrista de Peter Gabriel. De alguna forma, tanto en Genesis como en solitario siempre ha tenido una cosmología muy propia. ¿Cómo definirías esta peculiar actividad como letrista?

Peter Gabriel siempre ha operado de espaldas a lo convencional, esquivando los caminos trillados, y esto también es aplicable a su faceta de letrista. Las canciones de amor romántico son rara avis en su obra, y entre las pocas que ha escrito no encontrarás ninguna sencilla, sin capas de significado, monda y lironda. La mejor de todas, “In Your Eyes”, la escribió inspirándose en la fusión de lo sagrado y lo profano característica de las culturas del África occidental, en concreto de la senegalesa. Le han interesado materias poco habituales en el rock, como la locura o la muerte, y se ha documentado con fuentes igualmente inusuales, entre ellas el psicoanálisis y la literatura cristiana. Y en sus letras de fantasía para Genesis vierte una imaginación frondosa, desbordante, fertilísima.

Un hombre que siempre ha estado abierto a músicas de otras latitudes, emprendiendo un festival como el Womad o el sello Real World. ¿Crees que fue un adelantado a su tiempo al integrar en su discurso otras sonoridades, así como su labor como editor?

Fue un pionero en este ámbito, sin duda. Entre sus coetáneos también lo fueron Paul Simon, David Byrne o Jon Hassell, pero pienso que, en conjunto, la labor de Gabriel es más valiosa e influyente que la de cualquier otro artista. Y es que, además de los ingredientes africanos o medioorientales de sus álbumes, hay que tener en cuenta el festival Womad y el formidable catálogo de su sello discográfico, Real World.

Estéticamente me parece apasionante su habilidad para metamorfosearse en diferentes personajes encima de un escenario. Esta vía performática le granjeó más de una discusión con los otros integrantes de Genesis por temas de protagonismo. Luego están sus portadas de discos, sobre todo al principio, que eran como juegos que interpelaban al espectador. ¿Cómo definir y qué importancia a tenido en el pop desde el punto de vista estético?

Su obra siempre ha tenido una dimensión visual de primer orden. Su deseo de integrar sonido e imagen tiene su origen en una adolescencia marcada por la afición al cine; de hecho, estuvo a punto de matricularse en la Escuela de Cine de Londres. Para él es fundamental que la imagen no sea mero ornamento de las canciones, sino que las ilustre. Así sucede con los fabulosos personajes en los que se transformaba en sus conciertos con Genesis, con las inquietantes portadas a las que aludes, con sus videoclips o con las obras visuales que figuran en los libretos de sus tres últimos discos. Por otra parte, en todos los aspectos visuales de su obra hallamos también elementos experimentales, de vanguardia, como en su propia música. Yo diría que lo que más ha influido en el pop han sido sus clips. El más famoso, el de “Sledgehammer”, catalizó un renovado interés por la animación en la música popular, del que es buen exponente Gorillaz.

En la actualidad, ¿Quiénes crees que pueden estar tomando el testigo de su legado?

Pues ya que acabo de citar a Gorillaz, te diría que Damon Albarn es el más brillante continuador de la labor de difusión de las músicas africanas que emprendió Gabriel a comienzos de los ochenta. Y en la que es en mi opinión la figura más interesante del art pop en los últimos tiempos, Julia Holter, también se aprecian nexos con Gabriel.

Y por último, ¿cuáles serían tu top personal de canciones de Gabriel?

Voy a hacer justamente lo que me pides, Luis, un top personal. Si hiciera una lista de sus canciones más brillantes, o de las más relevantes e influyentes, sería bastante distinta. Estas son, sencillamente, mis favoritas:

“San Jacinto” (Security, 1982).
“No Self-Control” (Melt, 1980).
“In Your Eyes” (So, 1986).
“Mother Of Violence” (Scratch, 1978).
“Mercy Street” (So, 1986).
“The Carpet Crawlers” (Genesis, The Lamb Lies Down On Broadway, 1974).
“White Shadow” (Scratch, 1978).
“A Different Drum” (Passion, 1989).
“Fly On A Windshield/Broadway Melody Of 1974” (Genesis, The Lamb Lies Down On Broadway, 1974).
“Willow Farm” (Genesis, Foxtrot, 1972).
“Solsbury Hill” (Car, 1977).
“Digging In The Dirt” (Us, 1992).
“Can-Utility And The Coastliners” (Genesis, Foxtrot, 1972).
“In The Cage” (Genesis, The Lamb Lies Down On Broadway, 1974).
“Downside-Up” (OVO, 2000).
“Live And Let Live” (i/o, 2023).
“Flotsam And Jetsam” (Scratch, 1978).
“Humdrum” (Car, 1977).
“Sky Blue” (Up, 2002).
“Love To Be Loved” (Us, 1992).

Escúchalas aquí:

Puedes comprar el libro: Peter Gabriel. Un Explorador Musical y su Tiempo, de Javier de Diego (Sílex Ediciones) en la web de su editorial.

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