Fiesta presentación FIB 2003 – Camelot (Santa Pola)

Los norteamericanos The Postal Service presentaban en una abarrotada sala Camelot los postulados del último fenómeno musical que ellos alegremente abanderan… la indietrónica. La fiesta de la novena edición del festival de Benicàssim acercaba a la costa alicantina el pop rugoso de los murcianos Lou Anne –ganadores del proyecto Demo y autores de la magnífica “Stereo”- y a una de las sensaciones del año… el pop pasado por la máquina que nos proponen el dueto formado por la voz multitono de Ben Gibbard (Death cab for cuttie) y el cd-room de Jimmy Tamborello (Dntel).

Con la sala llena, y el cariño pegajoso de una platea entregada, los del servicio postal dejaron bien claro que es lo que quieren hacernos llegar bajo la etiqueta de ¿frágil? y quienes son los auténticos remitentes. Mézclense bien el pop social de Billy Brag, los ritmos acerados de My Bloody Valentine y el más fino pop electrónico de Soft Cell o The Human league -o los más actuales Tocotronic– y el contenido de este email que viene de USA no nos dejara lugar a dudas.

Su primer trabajo Give Up no es más que un ejercicio de buen gusto que revisa de forma inteligente y actual el tecno-pop de los 80, eso es. Su abanico musical no renuncia a nada y ventila sin estridencias con el frío sampler la calidez de la melodía pop de una seis cuerdas. A veces suenan a Belle & Sebastian jugando con maquinitas. Sin duda esos ramalazos electrónicos son los que le dan gracia y sentido. Se trata de canciones acústicas que sin el disfraz artificial no serían más que sensibles ensayos pop con leve vocación de baile. Ahí esta el acierto, naif por derecho y gusto, que no por carencia de talento. El sonido de The Postal Service se hace de querer, es refrescante -en la boca del indie sabe a petazetas- y a la hora de llevártelo a la cama es inequívocamente ambiguo. Además, en directo sudan y –literalmente- laceran durante su puesta en escena. Una de las paradojas de este principio de siglo XXI es que ahora resulta que son los amantes de la plastilina de colores los más perversos en lo que gustos musicales se refiere…en fin. A pesar de la buena predisposición de la banda, de la sala y de un espléndido público que lo coreó todo, la noche no fue perfecta por que no lograron un buen sonido.

Una versión obligada, postrera y lamentablemente acústica de su estupendo éxito “Such Great Heights” puso punto y final a una actuación que muchos buscaremos de nuevo en el próximo FIB. Seguro que allí los seguidores del sonido del servicio postal ya serán miles… o millones.

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