Malahora – Sidecar Factory Club (Barcelona)

Los sevillanos Malahora fueron los encargados de abrir el ciclo We’re not dead que Muzikalia ha puesto en marcha para mostrar al gran público los nuevos valores de la escena nacional y el quinteto no defraudó con un concierto de esos que se recuerdan durante tiempo, por muchos motivos.

Malahora aprovechó la visita para presentar “Excursionistas” su tremendo disco que ha visto la luz este año y que todavía no ha recibido los elogios que merece. Abrieron con “Equilibrio” más contundente que en estudio y casi sin dejarnos respirar la profundidad de “El reloj más grande del mundo” invadía la sala de punta a punta.

Malahora por Maribel Martínez Malahora por Maribel Martínez

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El pop que practica Malahora se convierte sobre el escenario en una apisonadora sonora de resultado excelente dando a temas como “Programe” o “Función sueño”, con un final simplemente arrollador, una fuerza especial basada en la contundencia y la entrega de la banda.

Tuvimos la suerte de poder escuchar dos temas nuevos, que nos muestran las dos caras de Malahora, la calmada, la profunda, representada en “Silencio” y la más contundente, su lado más cercano al rock agresivo y en mayúsculas con “Los niños siempre mienten”, canciones que esperamos pronto vean la luz.

Malahora por Maribel Martínez Malahora por Maribel Martínez

Malahora por Maribel Martínez Malahora por Maribel Martínez

Después de “A mayúscula”, el bis con la punzante versión de “El chico de la noria hecha con pelos de colores” de El niño gusano (tema incluido en el disco de homenaje “Pana, Pijama, Lana”) y “Experience” para recordar el que fuera su primer trabajo “Intro][Vertido” pusieron el broche de oro a un gran concierto.

Lo peor de la noche fue la poca asistencia de público. Parece que se está perdiendo la inquietud por descubrir nuevas bandas de calidad; nos quedamos solo con lo que nos enchufan por los oídos y apoltronamos el gusto en las líneas de lo cool, lo moderno y “lo que te ha de gustar”, pero aún y así Malahora tocaron como si estuvieran delante de un Palau Sant Jordi abarrotado consiguiendo un concierto impecable. Eso se llama ser profesional. Después nos preguntamos por qué se separan las bandas. Mientras alguien decide poner una etiqueta a un grupo y mandarlo de un golpe de talonario al estrellato indie, otros, probablemente mucho mejores, siguen luchando concierto tras concierto. Espero que la lucha dure muchos años y que, tarde o temprano, tenga sus frutos.

Ciertamente, «un concierto para elegidos».

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