Discos

Pearl Jam – Riot Act (Sony)

Tras el fiasco de Binaural (2000), trabajo tan endeble como intranscendente, la cuestión era analizar hacia dónde iba el quinteto de Seattle, una vez constatada la alarmante falta de ideas que asomaba en diversos pasajes de Yield (que, a pesar de todo, contenía piezas memorables, como el “Given to fly” o “Push me, pull me”). Parece que ya hay respuesta, y no es más que una vuelta atrás hacia los Pearl Jam de siempre, los clásicos y los más interesantes o, al menos, los menos aburridos.

Aunque no es No code (parece muy complicado que Pearl Jam vuelvan a alcanzar las cotas de aquel grandioso disco), este Riot Act muestra unas maneras mucho más sólidas y menos dubitativas que sus dos anteriores discos en estudio. Estas 15 canciones vuelven al terreno donde siempre se han manejado mejor, tanto para lo bueno: la densidad y solvencia instrumental, composiciones sólidas, producción cuidada al milímetro, como para lo malo: los medios tiempos –en este disco especialmente flojos-, ciertos pasajes efectistas, algunas letras… Así, el single “I am mine” y su textura de himno-para-mechero hay que interpretarlo como un guiño a las radiofórmulas, ya que no es el mejor corte del disco ni lo representa: de hecho, no sobraría en Binaural.

No obstante, Riot Act es un disco que contiene muchas cosas interesantes (el talento de Pearl Jam existe, aunque lo racaneen, y en un mainstream tan paupérrimo como el que nos rodea, sobresale aunque sea por carencias ajenas), y algunas de ellas, excelentes, como la poderosa –y convencional- “Save you”, los treinta primeros segundos de “Bushleaguer”, majestuosa canción aunque algo tramposa, o la intensidad de “Love boat captain”, en la que lo único que falla es el espantoso título. Piezas como “Cropduster”, el R&B de “1/2 full” o “Get right” son las que hacen el trabajo sucio de mantener el nivel del disco, pero que por sí mismas son canciones tan sólidas como valiosas, que compensan la debilidad e intrascendencia de “Can’t keep” o “Help help”, inocuas composiciones que pasan directamente a la papelera.

Los mejores momentos de Riot Act son aquellos en los que la banda se muestra más honesta y se deshace de las ataduras autoimpuestas, en las que retoman los esquemas clásicos de su historia: “Save you” es una canción tan vigorosa como carnal, “Ghost” –quizá la mejor pieza del disco- es una elaborada muestra de todo el ideario pearljamiano, y la magistral “You are” devuelve al mejor Vedder, muchas veces con una peligrosa tendencia al exceso (“Arc”), innecesaria por cuanto posee una de las mejores voces de la escena norteamericana (recemos para que no se convierta en otro Bono). Es un disco que, en este sentido, también muestra al Gossard más maduro y al Ament más solvente, quizá porque parece que durante todo el disco han tenido en mente los estadios a llenar los próximos meses (léase, “Get right”).

En cualquier caso, la carretera y los años no pasan en balde, y hablando de Pearl Jam, eso es un grado. No fue el mejor disco del año ni de Pearl Jam, pero es un buen disco que se merece una escucha o, al menos, no la convierte en una pérdida de tiempo. Desde luego, es la mejor terapia contra el recuerdo de Binaural, si es que alguien se acuerda.

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