Swans – To be Kind (Young God / Mute)

Hace unos meses tuve la fortuna de asistir al magnífico concierto que Swans ofrecieron en el Electric Brixton de Londres. Además, algunos de mis compañeros cubrieron los conciertos de Madrid y Barcelona, pero desde la revista obviamente nos debíamos el análisis del fantástico álbum que la banda ha estado presentando en estos intensísimos shows.

Y he de reconocer que la perspectiva de tener que sentarte a analizar un álbum como éste no se presentaba nada sencilla. Cada nuevo lanzamiento de Swans resulta inabarcable y un análisis rápido no hubiera sido justo, ni conmigo mismo ni con quién pueda estar interesado en leer una crítica del álbum.

Hablábamos de lo inabarcable de los discos de Swans y, por supuesto, To be kind no es una excepción. Pasados ya unos meses de su publicación parece haber un sentimiento general de que este álbum es ligeramente superior a The Seer (2012). No estoy de acuerdo, aunque sí es cierto que el disco es muy bueno y para mi está entre los dos o tres más destacados de este 2014.

Partiendo de la base de que Michael Gira y su banda no conocen el compromiso y las medias tintas, se podría decir que To be kind es más eléctrico y agresivo que The Seer, más rudo y sucio que My father will guide me up a rope to the sky (2010). En cierto modo es un cruce perfecto entre los primeros Swans y los de esta segunda encarnación. De esto nos damos cuenta ya desde el principio con la repetitiva e hipnótica -dos adjetivos que se pueden aplicar a muchos pasajes del disco- «Screen Shot», dejando un inicio diferente al que ofrecían los temas que abrían sus dos discos anteriores, en los que la sensación de grandiosidad era más pronunciada. La canción funciona como perfecta obertura para tan magna obra y pone los cimientos para sustentar todo lo que viene después. Las intenciones de Gira se ponen de manifiesto en una letra tan genial como minimalista, que parece hablar del todo y la nada y que deja como conclusión que ambos valen.

«Just a little boy», nocturna, misteriosa, arenosa, lejana. Espectacular la producción y mezcla del tema, situando la voz de Gira justo al final de la oscura y solitaria carretera que dibuja la música. Con las narcóticas «A little god in my hands» y «Some things we do» vuelve la repetición, la letanía. Las letras de ambas ayudan a crear esa sensación. Y es que To be kind es un disco de sensaciones. Es fácil dejarse invadir por él y casi olvidarnos de lo que estamos escuchando. También, en este sentido, puede ser muy fácil desconectar y mandar el disco a paseo.

Para los que vislumbrar en el horizonte un tema de 34 minutos no suponga un escollo insalvable, la casi indescriptible «Bring the Sun / Toussaint L´Ouverture» pone de manifiesto la esencia de esta nueva reencarnación de la banda. A Swans los amas o los odias y su «no compromiso» con nada ni nadie llega aquí a su culmen. «Bring the Sun / Toussaint L´Ouverture» son varias canciones en una y muestra la destreza de la banda para ensamblar partes y crear una auténtica obra maestra. La fuerza del inicio da paso al conjuro en boca de Gira y a la espectacular entrada de Phil Puleo a la batería, llevando la canción a otro terreno hasta que todo se vuelve a desatar, eso sí, lentamente y sin prisa. Y es que es muy difícil crear algo así, dar con el drone justo que en cada momento mantenga la tensión, el coro exacto que marque el camino, la explosión que desate la furia. Puro arte.

En el segundo disco «She loves you» se sustenta en otra magnífica demostración de que Swans, con una nota mantenida y el añadido de un puñado de elementos perturbadores son capaces de emocionar y revolver las entrañas del más pintado. El lamento de Gira corona la ecuación. «Kristen Supine» es oscura, tristísima. Gira declama en un delicioso arrullo y el tema acaba en una gloriosa y mágica orgía sonora. Tal vez mi favorita del álbum. «Oxygen», más agresiva y cercana a los Swans de los 80 me parece sin embargo menos interesante. Visceral y extrema, ni mucho menos es un tema que resulte fallido pero sinceramente creo que no llega a la categoría de lo que tiene alrededor.

Hacia el final del disco, la interesantísima estructura de «Nathalie Neal», trufada de desconcertantes sonidos, supone un decálogo del mejor rock experimental y da paso a otra de las grandes joyas del álbum. «To be Kind», la canción, es el broche de oro y el resumen de todo lo que encontramos en estas dos horas de disco. Bella de una forma extraña, refrenda la sensación final de que tras escuchar este tipo de música todo lo demás parece pequeño.

 

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