ConciertosCrónicas

Arizona Baby (Sala Hangar) Córdoba 24/11/23

Los barbudos están de vuelta. Los nuestros, aunque lo hirsuto de su presencia se limite a dos terceras partes de un trío que sigue empeñado en hacer mayoritaria una música que nunca lo fue por estos lares, por mucho que los referentes obvios de muchas de las bandas que llenan de tanto en cuando algún que otro pabellón sean los mismos que los suyos. Los sonidos americanos de raíz, reorientados hacia un folk amable, casi disfrazado de pop y melodía, y el inglés como lengua vehicular a la que agarrarse como seña de identidad. Unos músicos afables, virtuosos en el fondo y efectivos en las distancias cortas, que acaban de publicar otro disco notable, titulado en mayúsculas, como las letras de SALVATION y las historias polvorientas narradas en las nuevas aventuras de “Lonely road”, “I O U nothing”, “Ride on”, “Hit the spot” o “Boldly goin’ nowhere”, las nuevas piedras de toque que serán mañana los clásicos que se quedan hoy en material incendiario apenas conocido por los incondicionales que acudieron a la sala Hangar, apenas ochenta personas que sin embargo llenaron de felicidad y buenos alimentos sonoros las almas y los oídos que saben que en la esencia está la verdadera presencia.

Nada de electricidad, dos guitarras acústicas tocadas como si les fuera la vida en ellas (ojo a la versatilidad y la velocidad del señor Marrón, uno de los músicos más infravalorados de la escena de este país), con el Meister, o Javier Vielba, que para el caso es lo mismo, erigiéndose en el heredero patrio de los gurús del delta del Mississippi o en el socio desahuciado de los aledaños de cualquier motel de la Ruta 66, sin perjuicio de que la percusión aportada por Guillermo Aragón, las lentes y el bigote más cercanos a Groucho Marx que un baterista jamás pudiera imaginar, sean el contrapunto perfecto para una ceremonia más íntima de lo esperado, pero también mucho más sustanciosa.

Como buenos cultivadores del orgullo propio en territorio ajeno, no se olvidan de rememorar sus orígenes en las oleadas acústicas de “Dirge”, “The truth” y la imprescindible “Shiralee”, su punto de unión con la corriente psicodélica que les hizo amar por los siglos de los siglos la música de los setenta. Luego alternan pasado, presente y raíces esparcidas por el tiempo en “Videotapes”, “Survive”, “16 tons”, “Everything”, alguna de ellas desconectada de la corriente alterna que las hizo figurar en sus episodios más eléctricos, y otras como “Wooden nickles” o “If I could” realzadas por el esqueleto acústico que las vio nacer y que ahora representan la orgullosa espina dorsal de una banda afilada, brillante y consecuente consigo misma. Desde la más escondida “Erase all the lines” hasta la malvada “Devilish minds”, reafirmando sus credenciales geográficas y espirituales en los bises de “Nightmare in Suburbia” y “Streets of Babylon”, y recreándose otra vez en una especialísima cover de “On a plain” (sí, Nirvana siempre estuvieron y estarán en su horizonte, aunque sólo sea como referente de autenticidad), Arizona Baby volvieron a Córdoba a demostrar que en esta tierra tan poco fértil para la calidad de sus semillas lo único que se puede hacer es replantar, cambiando de tiesto, de atmósfera y de condiciones. Hasta para eso demuestran ser un grupo inteligentísimo.

Fotos Arizona Baby: JJ Caballero

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