Pedro Almodóvar y las herejías sonoras en la ‘Movida’

El cineasta Pedro Almodóvar vuelve a ser noticia. Su espléndida película Dolor y gloria está nominada para Mejor Película Extranjera, y Antonio Banderas como mejor actor en la próxima gala de los Oscar. Tendrá una dura competidora en la categoría de mejor filme, la no menos imprescindible Parásitos de Bong Joon-ho, pero esperamos la mejor de las suertes a nuestro director más internacional y aclamado.

El autor de Kika es un referente cuando se trata de disertar sobre (homo)herejías fílmicas, y que lo emparenta con su admirado Rainer Werner Fassbinder, no sólo por la puesta en escena (muy teatral), la planificación del encuadre, o el uso de los colores (el rojo lo inunda todo en las películas de los dos autores), sino también en la importancia que tienen los cuerpos y los vínculos de dominación y sometimiento de éstos. El cuerpo, en nuestro autor, se muestra como metáfora de una superficie elocuente en la que sobreimpresionar las marcas de lo abyecto, de todo aquello que resta en los márgenes de lo previamente capturado como una esencia. Las tres primeras obras almodovarianas – Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1979-80), Laberinto de pasiones (1982), y Entre tinieblas (1983)- tienen la capacidad de crear hiperbólicas zonas de especulación, de simulacros, de estímulos diversos en los que profundizaba para dar con un lenguaje vitalista, y que permitieron que confluyeran todos aquellos géneros de la cultura que le servían de estímulo. El cómic, la copla, el sexo, la zarzuela, el macho ibérico, la mujer abnegada…Son muchos los giros, estereotipos, y deconstrucciones que, de alguna forma, cortocircuita con su hilarante e hiperbólica forma de expresarlo en imágenes.

Pedro Almodóvar y la llamada teoría queer tienen muchos puntos en común, y ha posibilitado que sus películas adopten una actitud transgresora frente la heteronormatividad. Así define la filósofa Judith Butler lo queer en su libro Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo” (2002, Paidós):

“El término “queer” opero? como una práctica lingüística cuyo propósito fue avergonzar al sujeto que nombra, o antes bien, producir un sujeto a través de esa interpelación humillante. La palabra “queer” adquiere su fuerza precisamente de la invocación repetida que termino? vinculándola con la acusación, la patologizacio?n y el insulto”

La historia de Almodóvar es la historia de un deseo. El deseo de un muchacho de provincias (nace en Ciudad Real) por ser director de cine, y plasmar todas las ideas que bullían en su cabeza que provenían de las muchas lecturas compulsivas e ideas visuales que pugnaban por salir a la superficie para tomar esa corporeidad de contornos amenazantes y arrebatadores. El cine, por lo tanto, no es ajeno y se nutre de la pulsión vital conformando un intrincado mosaico de deseos. Las teselas que dan forma a este mosaico vital y artístico se reflejan en un pasado represivo (la religiosidad está muy presente en su carrera), el mundo rural castrante, y el ansiado anonimato que le proporciona la ciudad, la idealización de la figura materna, el gesto clandestino como subversión, el amaneramiento totalizador de fuerzas para resistir a las normas del heteropatriarcado, o el cuerpo como dispositivo que se abre a la experimentación.

Las referencias al género fluido o genderflux, aquel por el cual no está determinado por la biología sino que cambia en función de las preferencias sociales, culturales e individuales, son una muestra elocuente por parte del cineasta para transgredir los cánones éticos y estéticos de la época (principios de los 80, con la “Movida madrileña” como telón de fondo), así como una forma de poner sobre la mesa la problematización de gran cantidad de conductas represivas.

La “Movida” puede considerarse como el resultado de una confluencia de toda una serie de cambios en el contexto de la capital. Política, cultura y economía son entornos en los que se van desarrollando unos valores, unas prácticas, y unas experiencias de una generación joven que se lanza a vivir el presente. El lema punk de “no future” llevado como bandera por unos grupos heterogéneos de personalidades que tenían un pie puesto en la avanzadilla artística foránea, y otro en el pop más cañí y la autoparodia. No todo fue miel sobre hojuelas en las narrativas que forjaron la “Movida”. Una de las periodistas que vivieron en primera persona toda aquella algarabía, Patricia Godes contesta lo siguiente a una de las preguntas que se le formulan:

“Pasó algo de acuerdo, pero nada muy diferente a lo que lleva pasando toda la vida: una juerga musical de veinteañeros. ¿Por qué a estos se les hizo caso y a otros no? Se produjo una amplificación absurda del fenómeno de la movida. En el Rock-Ola cabían 600 personas. Con eso está todo dicho. 600 personas viendo a una serie de grupos españoles e ingleses más o menos malos. ¿Por qué hemos tenido que tragar hasta ahora con estas ruedas de molino? De verdad, la movida no fue algo tan divertido. La movida fue una gran borrachera y una gran mentira. Aquella no fue una época feliz, para nada»

Las primeras obras del autor manchego arriba mencionadas son ficciones que dan origen a nuevos pliegues que permiten el desplazamiento de patrones ideológicos y de comportamiento que se ficcionan entorno a un claro y manifiesto desencanto por todo aquello que las generaciones anteriores habían logrado, y que se creía ya perdido. Una (re)definición del marco político a través del gesto lúdico y la actitud provocadora. Este juego de máscaras abyectas que quedaron suspendidas en las imágenes de su cine contracultural. En Almodóvar todo es un entramado de tejidos urdidos mediante la hibridación de estilos -del pastiche postmoderno con Warhol como buque insignia, el cine clásico de Hollywood, la recreación de una España casposa y cañí…), y en sus bandas sonoras muestra un heterogéneo sentido de la subversión con rescates de estilos como el bolero, la salsa, la música disco, el pop chochoni kitsch heredero de los sabotajes de John Waters junto al gran McNamara, el descaro punk de postal hedonista.

Aquí una muestra de la música que son los mimbres del Almodóvar que pisa alfombras rojas. Rojas como la pasión desmedida. Rojas como el carmín corrido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2 comentarios en «Pedro Almodóvar y las herejías sonoras en la ‘Movida’»

  • el 22 enero, 2020 a las 6:31 pm
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    que pesadez la movida. bueno mejor que la movida actual del puto trap y el urban . antes teniamos ha chiflados como macnamara y ahora tenemos a don patricio.

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