Vampire Weekend – Only God Was Above Us (Columbia / Sony)

Cinco años han pasado desde las últimas pruebas de vida en el universo Vampire Weekend, aunque su eco nunca dejó de resonar latente. Los de Brooklyn editaron su último disco antes de la pandemia, y eso suena realmente lejano en el tiempo. Father Of The Bride (Columbia / Sony, 2019) resultó un ambicioso ejercicio de aperturismo musical en el que se metieron en cuestiones ambientales, juguetearon con su sonido estirando el espectro de influencias y vieron como Rostam Batmanglij abandonaba la nave para centrarse en su proyecto en solitario. Muchos cambios que llevan a pensar que su nueva maniobra es justo lo que muchos anhelábamos: una vuelta a los orígenes con la que paradójicamente consiguen rejuvenecer su propuesta y reclamar su lujoso pedestal en el olimpo del indie saneado capaz de gustar al universitario enrolado en una hermandad de postín o al sibarita musical que encuentra en ellos una ventana a un mix de referentes no tan comunes, como la música africana o la inquieta y atemporal impronta de uno de los grandes nombres de la música popular de siempre, Paul Simon.

Es en la confluencia entre las coordenadas que antaño sirvieron como referencia y la incuestionable habilidad adquirida durante este periodo para manejar el cubo de Rubik del pop con visión vanguardista y un quinto sentido para la melodía al alcance de pocos, donde podemos localizar la toma a tierra de este brillante Only God Was Above Us, que estarán presentando como cabezas de cartel en el próximo Primavera Sound y cuyo título surge de un periódico que aparece en una fotografía de 1988 de Steven Siegel en un cementerio de trenes y alude a la explosión en un avión de Aloha Airlines. Mensaje e iconografía arty que siempre han rodeado cada movimiento de los neoyorquinos.

Pronto se empiezan a cumplir las expectativas. “Ice Cream Piano” avanza sigilosa en su misión de adentrarnos en un nuevo festín de cuerdas sincopadas, arreglos imposibles y estribillos (una vez más) memorables. Cualquiera de los cuatro adelantos que han ido publicando ha logrado arrancar aplausos mostrando diferentes caras y haciendo que nos preguntemos donde se hallará el límite de su inspiración. Primero jugando al contraste entre la irresistible delicadeza de la balada “Capricorn” con el impacto directo del latigazo a lomos de un piano kamikaze de “Gen-X Cops”. “Classical” encierra una explosión de cuerdas coronada por uno de los mejores estribillos del lote. Su categoría de clásico instantáneo hacer honor a su título. El escapismo celestial de “Mary Boone”, construida sobre un sample de Soul II Soul, ha servido como último entrante previo al menú completo y gira en torno a la historia de la comerciante de arte de dicho nombre, que fue acusada de fraude.

Una historia repleta de rincones oscuros a los que aportan una luminosidad con coro celestial incluido, que funciona como ejemplo perfecto de su pericia para sacar jugo a una buena melodía y hacerla crecer hasta el infinito. Allanado el terreno para un nuevo triunfo incontestable, aún queda más espacio para los hallazgos: “Connect” juega con esas percusiones marca de la casa bajo un tamiz de programaciones, pianos y sintes para perder la cabeza, recurso que muestra una vez más su versatilidad, “Prep-School Gangsters” los emparenta con el autor de Graceland (Warner, 1986) sin necesidad de análisis de ADN y “Pravda” alarga esa vibración con su toque de sinfonía funky ralentizada. Por si eso fuera poco, “The Surfer” con su emocionante progresión y su abrazo de cuerdas y vientos, libera dopamina en cantidades industriales para uno de mis favoritos personales en un álbum plagado de aciertos. La alianza entre Ezra Koenig y Ariel Rechtshaid en la producción vuelve a funcionar a las mil maravillas, consiguiendo que todo esté en su sitio, listo y preparado para soltar los fuegos artificiales en el instante debido. El hilo abierto que esquiva la rendición merodea en el trasfondo de unos textos que vuelven a estar a la altura, alcanzando su mejor expresión en el cierre con “Hope” y sus ocho minutos de ambrosía-pop que constituyen una epopeya de magnitudes épicas sobre la necesidad de dejar una puerta abierta a la esperanza.

Establecidos como trío de manera estable, Ezra Koenig, Chris Baio y Chris Thomson son capaces de redondear el mejor disco posible de Vampire Weekend en 2024. Uno que emerge como un deslumbrante compendio de sus virtudes y que combina con maestría la frescura de su debut y el refinado barniz contemporáneo adquirido con la experiencia, reafirmando con solidez a lo largo de sus diez canciones la vigencia de un discurso más vivo que nunca casi dos décadas después de su frenética irrupción en la escena musical. Lo suyo es un ejercicio de insultante autoridad que lejos de decaer, renace multiplicado en su impacto, ocupando un lugar reservado para aquellos capaces de reinventarse sin sacrificar su esencia. Delicado y detallista, el quinto trabajo de la banda propone un recorrido plagado de estímulos a los que prestar atención, hasta confeccionar un traje hecho a medida de su privilegiada visión del pop del siglo XXI.

Escucha Vampire Weekend – Only God Was Above Us

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