Devendra Banhart (Razzmatazz) Barcelona 13/02/2020

Diez álbumes posee Devendra Banhart en su recámara, en estos años el músico americano – venezolano ha ido explorando diferentes géneros en una incongruente carrera de fondo. El genio espiritual del folk conocido por temas como “Carmencita” y “Angelika” publicaba nuevo trabajo el año pasado, Ma recoge retales de experiencias vividas con un tono optimista y cantadas en cuatro idiomas, un álbum más coherente a nivel musical y el más maduro de todos.

Anoche Devendra presentó en Barcelona su arsenal de temas en la sala Razzmatazz, donde no cabía ni un alfiler, y es que es máxima la expectación y el respeto que levanta el artista. La velada estuvo marcada por el bajo volumen del sonido, tema que puso nervioso al público y no paró de gritar reiteradamente “no se oye”, una situación delicada que hizo aumentar el enfado de muchos y muchas durante todo el bolo. En esta ocasión poco se hizo por solucionar el problema, más que pedir a la audiencia que dejara de hablar, aun así el artista supo conducir el espectáculo con la elegancia que acostumbra.

Devendra Banhart desprende una energía enternecedora que transmite a través de sus movimientos y palabras, cuando se mueve lo hace como si de una obra de teatro se tratara. Su mente viaja a gran velocidad, es de esas personas que dice lo que le pasa por la cabeza, de pronto se pone a hablar de dientes e intestinos como de una revelación que tuvo en un sueño reciente.

Pudimos escuchar en directo temas de su último trabajo como “Love Song”, “Kantori Ongaku” y la suave “Carolina” entre otros, nos trasladamos al baile de final de curso con “Shabop Shalom” y hasta hubo momento de desplegar nuestros mejores bailes con “Fancy man” y “Fig in leather” bajo la luz de la bola de cristal. El momento a capella con tan solo su presencia y su guitarra desprendió un delicado halo en los temas casi susurrados de “Brindo” y “Santa Maria da Feira”, esta última solo dos estrofas, “juro que nunca he tocado esta canción entera”. Mención especial a su excepcional banda, que se marcaron una mini jam acústica improvisada impecable y su batería con un solo experimental. No faltaron los clásicos “Mi negrita” y la mítica “Carmensita” de cierre, que hizo bailar a un público en ese punto ya desconectado.

Su performance intermitente y dispersa, poco tuvo que ver con la que vivimos en la preciosa Masía del Vida Festival en 2017, un espacio idílico donde si hubo una íntima conexión con los allí presentes. Esperemos que este verano podamos volver a ver el Devendra que siempre nos hace sentir especiales en sus directos, al tierno y seductor que con su carisma y su particular universo de sonidos sigue enamorando.

 

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