ConciertosCrónicasDestacadaFestivales

Vodafone Paredes De Coura 2024

Dicen que la historia de la música en nuestro país hermano no sería igual sin el Paredes de Coura, ahora renombrado Vodafone Paredes de Coura, por aquello de los sponsors. Y seguro que es así, el festival luso lleva treinta y tres años ofreciendo carteles con figuras de primer nivel y cuidando siempre de completar su plantel con artistas también emergentes. Todo ello envuelto en una cuidadísima organización y en el entorno natural en el bello pueblo que da nombre al acontecimiento y su río Taboão.

En esta edición lo han vuelto a conseguir. Han reunido a más de 20.000 personas por día (cifras de la organización) sin renunciar al espíritu y la pasión amateur con el que empezaron allá en 1990. Y es que el Vodafone Paredes de Coura se mimetiza con el pueblo y sus gentes, de manera que todo lo que se respira allí es gratificante. Desde los aparcamientos repartidos por la localidad norteña y que sirven para sufragar actos y espacios culturales para los parques de bomberos de la comarca, hasta el escenario colocado a orillas del mencionado río. Por no hablar de los bares y comercios del Paredes de Coura que exhiben sus menús para los visitantes a precios más que asequibles y sin “pegar el palo” al visitante.

15 DE AGOSTO – VODAFONE PAREDES DE COURA

Llegábamos a tiempo el jueves de ver parte de la actuación de la banda Deeper en el escenario pequeño del Paredes; las actuaciones dentro del recinto se reparten en dos únicos escenarios, lo que da la oportunidad al respetable de ver todas las actuaciones. Los de Chicago dieron una actuación corta y precisa, con los elementos musicales que ya conocemos de ellos: ritmos sincopados y post punk veloz.

Canciones que destacaron: su hit “Helena´s Flowers”, “Everything”, “The Knife” y “Bite”, en una presentación todavía de día y con la mitad del aforo, para lo que hemos visto en otros conciertos.

Gilsons es una formación musical brasileña con gran predicamento en Portugal, solo hubo que ver la afluencia de público en el escenario principal, aun en unas tempranas horas. El trío que mezcla sin complejos MPB (música popular brasileña) con rock, pop y en ocasiones toques electrónicos, se ganó al personal con una simpatía y cercanía sincera y como no, con una técnica instrumental fuera de serie.

Algunas canciones como: “Presente”, “A Voz”, o “Proposta” – momento en el que pusieron a bailar a todo el recinto – recordaron la importancia y la impronta de la música con raíces brasileñas en Portugal y cómo influye en otros artistas que veríamos a lo largo del festival.

El escenario Yorn (el pequeño, para que nos entendamos) estaba preparado para recibir a la tormenta eléctrica de Wednesday, el proyecto unipersonal de la guitarrista y cantante Karly Hartzman, acompañada de músicos de notable presencia escénica y sonora.

Lo que parecía que iba a ser una actuación de las menores, se acabó convirtiendo en toda una sorpresa. Una celebración del ruidismo perfectamente controlado y medido, con toques de country, dados hábilmente con un Steel Pedal Guitar presente en todas las canciones.

La voz de Karly y sus guitarrazos shoegazers cabalgaba sobre unas capas de música americana, trabajadas en las sombras por el resto de la banda, dejando el protagonismo a la cantante, mientras un público atónito asistía a uno de los primeros momentos memorables del festival. Encantadora y sorpresiva propuesta la de la formación de Carolina del Norte.

Los aledaños del escenario principal ya estaban totalmente llenos para ver la actuación de un grupo atemporal como Sleater-Kinney. La formación de Washington, ahora compuesta por Corin Lisa Tucker y Carrie Rachel Brownstein (ambas a las guitarras y voces) después de la partida de la baterista Janet Lee Weiss, no se anduvo con chiquitas y comenzó su brutal actuación con una batería de pildorazos rabiosos como: “Hell”, “Needsley Wild” y “A New Wave”.

Acompañadas por una banda de mujeres a los mandos, totalmente engrasada y perfectamente sincronizadas, siguieron sin paradas, con un escueto saludo y sin dar tregua con otros temazos como: “The Fox”, “Dress Yourself” – la única en la que se permitieron algo de relax – o “Jumpers”.

El binomio Corin/Carrie funciona a las mil maravillas, una saltando constante y difícilmente de capturar con la cámara (Carrie) y la otra perfectamente en su sitio compensando con su tranquilidad (Corin) la energía de su compañera. Clásicas imperecederas.

Pasábamos a otro grupo de féminas que han tomado su posición en una escena musical principalmente poblada por hombres. Se trata del cuarteto británico Los Bitchos, que han logrado renovar un género a menudo inamovible como el Surf.

Se encuentran inmersas en una gira mundial que no acabará hasta el 2025, pero el cansancio no parece hacer mella en ellas, ya que subieron al escenario Yorn predispuestas a poner a bailar a todo el festival y así lo hicieron. Desplegando simpatía y laboriosa maestría instrumental, atacaron con lo que ya vienen siendo temas clásicos de su repertorio, como: “Hi!”, “Try The Circle!”, o “Don’t Change”.

Con esa suerte de cumbia-surf que es “Change of Heart” fueron encarando el final de show y me recordaron gratamente a nuestros nunca suficientemente reivindicados Los Pekenikes en temas como: “La Bomba”, o “Las Panteras”. Insuperables.

Con un planteamiento radicalmente opuesto en cuanto a puesta en escena y también musical, nos esperaban la banda francesa L’Impératrice, que no escatiman en “gimmicks” para hacer conciertos de corte claramente “festivaleros”. En la tradición del French Nu Disco L’Impératrice comenzó su show con la intro habitual de sus sets, ataviados con trajes galácticos y luces haciendo referencia a su último lanzamiento; Pulsar (Microqlima Records 2024).

Poco importó que la voz de la frontwoman Flore Benguigui estuviera doblada en coros pregrabados, es que – además – en “Amour Ex Machina”, por ejemplo, nada de la voz fue en directo, algo que no pareció importar a los fans, que rápidamente convirtieron el anfiteatro natural del Paredes en el Studio 54.

Se les perdona tamaño atrevimiento al tocar otras joyas funk-futuristas como: “Matahari”, la gema pop de “Love From The Other Side”, o el homenaje a sus padres musicales; Daft Punk, en su revisión de “Aereodynamic”. Definitivamente un set hábilmente tejido para este tipo de eventos y nada que objetar. A la felicidad a través del baile.

16 AGOSTO – VODAFONE PAREDES DE COURA

Si la noche anterior nos despedíamos con una banda francesa, el viernes comenzábamos con otros vecinos del norte con gran predicamento en tierras lusas. Hablamos de Nouvelle Vague, que también han estado de gira este año por nuestro país. Pocas sorpresas en su presentación en Paredes de Coura, dando un concierto centrado en su primer trabajo – de título homónimo – con el que están celebrando su veinte aniversario.

Aunque el tándem conformado por las actuales cantantes Melanie Pain y Phoebe Killdeer es un dúo ganador y una apuesta segura por el espectáculo, me dio la sensación de que el escenario principal se les quedó grande, afianzando mi teoría de que es una banda de club cerrado.

Con todo y con eso, su mezcla de bossa nova y punk puso a bailar a las primeras posiciones, sobre todo en sus revisiones de: “Teenage Kicks”, “A Forest”, o “Guns of Brixton”, con la que fueron terminando.

En el extraño universo que es el del garage rock y la psicodelia, de vez en cuando hay alguna estrella que salta la frontera impuesta por los estilos musicales y la industria y pasa a un plano más terrenal. Tal es el caso de Allah -Las, que actualmente pueden viajar de festival en festival sin pisar el suelo. Los angelinos pertenecen a esa minoritaria extirpe de aguerridos guerreros del garage rock que, sin faltar un ápice a sus planteamientos musicales primigenios, han llegado a oídos de medio mundo.

Su concierto en el escenario York fue festivo, desprovisto de tiempos muertos y una lección de que, el saber estar y la diversión no tienen por qué viajar por separado.

Comenzando con su particular homenaje a The Frantics con “No Werewolf”, rápidamente se metieron al público luso en el bolsillo a base de riffs a tope de fuzz y reverb, dando paso a otros cortes como: “In the Air” o “Sacred Sands”, que particularmente me pareció que sonó increíblemente bien.

Hay a gente que le parece bien que una artista de renombre mundial se plantee un concierto entero versionando a Bob Dylan y esa gente está entre nosotros, la gente normal. Y eso fue lo que hizo Charlyn Marie, Cat Power para los amigos, tocar de principio a fin su álbum en homenaje Dylan; Cat Power Sings Dylan: The 1996 Royal Albert Hall Concert (Domino Recordings 2023).

Y claro, no es lo mismo tocar siete temas en acústico en el Royal Albert Hall, con toda su acústica y características de ese recinto, que en un festival al aire libre, con los tiempos que se manejan etc y eso se notó, para mal. La propia Cat Power molesta al principio de actuación porque ella misma no se oía por monitores, o con un sonido claramente deficiente si no te situabas cerca del escenario.

Cat Power está por encima de todo eso, o al menos eso debió pensar ella y tiro hacia delante hasta la parte eléctrica donde todo se arregló un poco. “Tell Me; Momma” arrancó en todo su esplendor, para enlazar con “I Don’t Believe You”.

Como estaba rindiendo pleitesía al plasta de Minnesota también debió pensar que qué mejor homenaje el no dejar acceder a los fotógrafos al foso y prohibir expresamente también las fotos desde fuera del pit. Ni frio ni calor.

A pocos metros de allí se estaba fraguando una de esas supuestas actuaciones pequeñas que acaban convirtiéndose en grande. Se trataba del artista portugués Bejamim, un marciano que no se corta en mezclar estilos musicales en apariencia alejados como el kraut rock, la bossa nova y el funk, consiguiendo un estilo francamente original y atrevido.

Benjamim y su multibanda se decantaron por un show totalmente electrificado y bailable, basado principalmente en su último trabajo, el autoeditado As Berlengas (2024). Su cuidada puesta en escena, proyectando un film realizado por ellos en plano secuencia, estuvo perfectamente sincronizado en cada momento de actuación. Presentación muy trabajada y un éxito merecido de público.

La cuota de público más joven del festival sin duda se lo llevó la noruega Marie Ulven Ringheim, mejor conocida como Girl in Red, que ha sido sin ninguna duda uno de los cebos mediáticos de esta edición, a tenor por la afluencia de gente en todo el recinto del escenario principal. Nos avisaban minutos antes de que, en el foso habría máquinas lanzadoras de fuego para la actuación de la jovencísima cantante y compositora y así fue, fuego real propiciado por máquinas y fuego propiciado por las fans de primera fila, que no pararon de gritar ni un solo minuto de show.

A pesar de todos los preparativos escénicos, todo en Girl in Red es orgánico, sin dejar espacio para nada pregrabado, como otros compañeros mainstreams de generación. Así, Marie se cuelga la guitarra y la suelta cuando le apetece y la toca rematadamente bien, al tiempo que canta sin fallar una nota, como en “Girls”, o se pone a saltar entre fuegos en “Bad Idea!”.

Una actuación con un firme compromiso hacia sus fans, sin dejar espacio al respiro, entremezclando éxitos comerciales con otros cortes más oscuretes como: “You Stupid Bitch” y finalizando otra vez con la guitarra a cuestas y eternamente agradecida a su gente, con “I Wanna be your Girlfriend”.

“Somos Beach Fossils de New York City” fue lo único que dijeron Beach Fossils por micros, el resto lo dijeron con toneladas de feedback guitarrero y bases rítmicas matemáticas y contundentes. Emparentados con el dream pop, lo cierto es que en directo fueron tanto una apisonadora shoegazer dispuesta a reventar tímpanos, como hacedores de melodías de ensueño, a partes iguales.

Como no podía ser de otra forma, el peso escénico recayó sobre su cantante y guitarrista Dustin Payseur, que convenció en todo momento con su proyecto.

Si no te pitaron los oídos con “Numb”, “Crashed Out” y “Daydream, no estuviste lo suficientemente cerca en su actuación.

La ascensión meteórica en solo unos años, desde su primer disco, Brutalism (Partisan Records 2017) ha situado a la banda británico/irlandesa en lo más alto del imaginario mundial del punk, post punk, rock alternativo y las etiquetas que quieras, que al final es punk.

Y gran parte de esto es propiciado por sus incendiarios directos en los que convierten tanto escenario como espacio del público, en un campo de batalla con todas las de la ley. Qué cosa más bestia, oiga.

Y eso que comenzaron con “IDEA 01” y “Colossus”, que no por lentas en velocidad dejan de ser intensas, pero rápidamente se descolgaron con “Gift Horse” y “Mr. Motivator” y aquello se descontroló de tal manera que el foso se llenó de seguridad para recoger a la peña que no paraba de hacer pogo y crowd surfing.

El guitarrista Lee Kiernan se lanzó al pueblo llano y estuvo más tiempo abajo que en el escenario, sin mermar nada su sonido y rabia, lo que produjo no pocos encontronazos con los de seguridad, que tuvieron más trabajo en la hora escasa de actuación, que en todos los días de festival.

El vocalista y frontman Joe Talbot no paró ni un solo instante, conminando (eso sí) a la afición a bailar y a pogear, pero respetándose entre sí y cuidando unos de otros, literalmente lo dijo. En fin, una actuación de punk bestial con todas las letras, que dejó aquello patas arriba y con un respetable más cansado que en ninguna otra de las actuaciones.

17 AGOSTO – VODAFONE PAREDES DE COURA

Baxter Dury y su aire de dandy trasnochado nos daban la bienvenida en la última jornada del festival. Lo cierto es que a pesar de que, en el escenario, el bueno de Dury no parece tomarse muy en serio a sí mismo – ejercicio que todos deberíamos practicar para un mundo mejor – su concierto fue de los de diez, clavado en todos los sentidos y muy divertido.

La verdad es que, de tres veces que he podido disfrutar de sus directos, todos han sido memorables y este puede que el mejor. Comenzaba su intenso set con “Leak at the Disco”, la declaración de intenciones “I’m Not Your Dog” y esa suerte de rap-disco titulado “The Night Chancers”.

Y así fue llevando su actuación de menos a más, convirtiendo aquello en una fiesta, a pesar de las altas temperaturas y las horas diurnas. No sabemos si, por los lingotazos que pegaba al vino, o emocionado ante el público luso, que es de los más entregados del mundo, Baxter Dury acabó la actuación bailando (muy mal, que todo hay que decirlo en la vida) y cediendo la práctica totalidad del protagonismo vocal a su compañera de banda Fabienne Debarre. Mención especial a esta excelente música, sobre la que recaen directo no solo los teclados, sino todos los arreglos electrónicos y coros.

Así, “Cocaine Man” y “Celebrate Me” fueron una autentica celebración beoda de la vida y la música. Muy grande.

Los neoyorkinos Hotline TNT, o lo que es lo mismo, el proyecto del guitarrista y cantante Will Anderson, se presentaba en el otro escenario precedidos de noticias que llegaban de sus supuestos grandes directos. Emparentados con el shoegaze, el post grunge y otros sonidos afines, la verdad es que su concierto me pareció también muy en la línea de algunas bandas de punk melódico e incluso revival mod de los ochenta, estéticamente también.

No cabe duda de que Will Anderson le echa ganas y oficio, el tío no para de saltar por todo el escenario, ante la atenta mirada de los presentes e incluso los miembros de su banda, que en algunos momentos se miraron como pensando “¿Qué demonios pasa aquí?”, pero la verdad es que el set completo se hizo lineal y llegaron a aburrir por momentos.

Llegaba uno de los momentos más esperados del festival, sobre todo para la gente más madura, o viejos, para que nos entendamos. La banda británica Slowdive, figuras emblemáticas del shoegaze y el dream pop nos llevó en un viaje alucinante que demostró que, a pesar del paso del tiempo, siguen siendo unos reyes indiscutibles de estos géneros y de la música en directo.

No exagero ni una coma si digo que su espectáculo rozó lo celestial, sumergiéndonos en un océano de reverb y melodías nostálgicas.

Desde los primeros acordes de “Shanty”, dejaron claro que no venían con bromas. Con precisión quirúrgica desplegaron un muro de sonido en cada uno de los temas, que logró hipnotizar a la multitud en una tela de araña de guitarras, a veces distorsionadas, otras limpias y claras como la propia noche que nos envolvía.

«Star Roving» fue un verdadero himno, una explosión que retumbó en el anfiteatro verde del Paredes de Coura, mientras se producía un trance colectivo. «Avalyn» y «Catch the Breeze» nos recordaron y rubricaron por qué han sido una piedra angular del género desde sus comienzos.

Contrastaba la actitud de Nick Chaplin, el bajista, en modo totalmente rock star y sin parar de moverse por el escenario, con la típicamente shoegazer de los guitarristas Christian Savill y Neil Halstead, operando el sonido atentos a sus pedales. Y entonces llegó «Crazy for You», que no solo nos hizo flotar, se apoderó de todo el recinto del valle, con un final apoteósico.

«Souvlaki Space Station» fue una experiencia en sí misma, con proyecciones psicodélicas que se sincronizaban a la perfección con los ritmos espaciales y las voces etéreas de la siempre simpática y agradecida Rachel Goswell. Fue como subirse a una nave sideral pilotada por nuestros guías cósmicos.

Cuando la cosa ya no parecía poder escalar a más, se soltaron con «Chained to a Cloud» y la preciosa «Sugar for the Pill», en la que las proyecciones de nuevo volvieron a cobrar protagonismo.

«Kisses» fue recibida con el mismo fervor que los clásicos, demostrando que su sonido sigue siendo fresco. Por cierto, las melodías y las líneas de bajo y bueno, casi todo el tema, me recuerda a aquel clásico inmortal de Monaco, “What Do You Want From Me”.

El clímax llegó con «Alison», «When the Sun Hits» y «40 Days», tres joyas que cerraron el concierto de una manera épica. Solwdive dejaron el escenario no solo como unas leyendas vivas, sino como gente honesta que se deshacía en elogios sinceros hacia su público.

Después de esto que habían hecho los de Reading, se hacía un poco extraño que pudiéramos asistir a algo similar, en cuanto a sonido y pegada, pero allá íbamos a ver a otro de los platos fuertes de esta edición. Hablamos claro de los siempre esquivos hermanos Reid, a los que Slowdive hicieron referencia hasta en dos ocasiones, mencionándolos como maestros.

The Jesus & Mary Chain también están viviendo una segunda, o tercera juventud en lo tocante a directos, atrás parece que quedaron aquellos conciertos en los que los hermanos se tiraban los trastos a la cabeza, o en los que no llegaban a terminar el set.

Sin embargo y tristemente esta no iba a ser una de sus mejores noches. Su actuación ya venía precedida por las notas que se habían dejado en la zona de prensa, prohibiendo fotografiar de frente a Jim Reid. Nada nuevo, suele ser una de sus peticiones, pero esta vez diciendo que, si veía a alguien fotografiarle de frente, abandonaría el escenario. La divinidad es lo que tiene.

Caprichos aparte, The Jesus & Mary Chain se presentaron con un escenario escueto y colocados a modo de sala, todos juntos en un espacio mínimo con sus amplis pegados a ellos y prescindiendo de proyecciones u otros apoyos.

Comenzaron con la estupenda “Jamcod” con una voz de Jim Reid en estado de gracia y un sonido algo empastado, aunque ver siempre a William hacer de las suyas con la guitarra es un placer, claro. Continuaban con el clásico “Head” y algo parecía no acabar de despegar, tanto es así que en algunos momentos se cruzaban miradas entre ellos, haciéndonos temer lo peor.

Con “Happy When It Rains” se equivocaron al comenzar y tuvieron que parar a los pocos segundos de tema, algo que se pudiera pasar por alto, si no hubiera vuelto a ocurrir (esta vez sin parar y tirando para adelante) en otros dos temas.

“Chemical Animal” le sirvió al bueno de Jim para decir que iban a tocar cinco temas del nuevo disco; Glasgow Eyes (Fuzz Records 2024) y que lo sentía mucho. ¿Pedir perdón por tocar temas nuevos? Decididamente se está haciendo mayor el pequeño de los Reid.

Cuando el concierto parecía estar perdido, todo empezó a mejorar, en cuanto a sonido, actitud de la banda y confianza en ellos mismos. “In a Hole” nos provocó un placentero dolor de oídos importante y si no hubiera sido así; mal y “Sidewalking” nos martilleó el cerebro a base de bien.

“Venal Joy” sonó rematadamente bien y logró afianzar una actuación por la que hacía diez minutos no hubiera dado nada, enlazándola con otra nueva; “Pure Poor”.

Como viene siendo habitual últimamente, Julie; la esposa de Jim Reid fue invitada al escenario para cantar a dueto “Girl 71”, dando lugar no solo a una canción fuera de serie, también a un momento emotivo. Terminaban con lo que se ha venido a convertir casi en un himno de sus conciertos, “I Hate Rock ‘n’ Roll”, para salir de inmediato para el encore en el que asistimos a un momento histórico y memorable.

Y es que Rachel Goswell acompañó a Jim Reid a las voces en “Just Like Honey”, algo que jamás me hubiera imaginado ver. Ya solo con eso la actuación estaba salvada, qué demonios. En definitiva, unos grandes como The Jesus & Mary Chain lograron salvar una actuación que, en principio, parecía muerta al nacer.

A la banda de Carolina del Norte capitaneada por Mac McCaughan, la podríamos llamar “la banda que nunca estuvo allí”. Emparentados con el rock alternativo americano de los noventa, la verdad es que nunca han seguido una corriente concreta, no han ni siquiera rozado el éxito masivo, pero son ya prácticamente un grupo de culto.

Con la misma formación prácticamente desde el principio, han seguido fieles a las premisas DIY con las que nacieron y parece que así morirán.

Su paso por el Paredes ha sido como su carrera, intensa, sincera y no apta para todo el mundo. El cuarteto ofreció un concierto de rock and roll punk con las únicas paradas del principio, para agradecer a organización y presentes el haber contado con ellos, en perfecto portugués, por cierto.

Trallazos como “Like a Fool”, “On the Floor”, o “The First Part”, vinieron a recordarnos la importancia y la impronta de muchas de las bandas de los años noventa en la historia del rock. Un concierto bonito en todos los sentidos.

Llegábamos al final del festival en lo tocante a actuaciones estelares y con unas de las mayores afluencias de público, junto a los conciertos de Girl in Red e Idles. Los irlandeses Fontaines D.C. salían a escena con la partida ya ganada, al menos para los jovencísimos fans que poblaban las primeras filas.

Comenzando con “Romance”, “Jackie Down the Line” y “Televised Mind” nada podía salir mal y así fue, un concierto redondo en todos los sentidos, no me extraña nada su éxito.  Aunque es inevitable hacer la comparación con Oasis, tanto por algunas canciones, como por la planta y la voz de Grian Chatten, del que no tengo ninguna duda que, de niño tenía un poster de Liam Gallagher en su habitación y puede que ahora también, su concierto resonó potente, sin fisuras y con personalidad propia.

El propio Liam Gallagher, siempre muy pagado de sí mismo, hizo una referencia a ellos como banda sorprendente, se debió ver a sí mismo de joven.

Tuvieron grandes momentos, pero “Nabokov» sonó especialmente oscura e intensa, tanto como para demostrar que no estamos ante unos “one hit wonder”, lo digo por la inevitable “Boys in the Better Land”, que sonaba a continuación desatando el pogo generalizado en primeras filas.

Fin de fiesta a la altura para un festival de ensueño en el que no ha faltado de nada; artistas internacionales, grupos emergentes, una organización de diez, como nos tienen acostumbrados los festivales portugueses y un público agradecido en todas y cada una de las actuaciones. Al Vodafone Paredes de Coura hay que ir al menos una vez en la vida.

Fotos Vodafone Paredes de Coura 2024: Fernando del Río

Más fotos Vodafone Paredes de Coura

 

WP-Backgrounds Lite by InoPlugs Web Design and Juwelier Schönmann 1010 Wien