Model/Actriz – Pirouette (True Panther)
Una de las cualidades que más se remarca de la banda neoyorkina Model/Actriz es la capacidad que tienen de crear música en tensión continua. Los sonidos que ejecutan estos jóvenes -se conocieron en la importante escuela de música Berklee College Of Music – es como estar en una gran montaña rusa repleta de loopings imposibles en donde el oyente acaba, depende del día o del momento, a llegar exhausto al final del disco. Esto bien mirado tiene sus virtudes e inconvenientes: por un lado, es indudable que lejos de crear refritos de grupos pasados, ellos prefieren saturar nuestros oídos con material reciclado a cambio de sorpresas continuas; en su contra, esta aceleración puede llegar a una sobrecarga de clembuterol que llegados el caso puede despistar nuestra atención ante tal cantidad de estímulos.
La banda liderada por el cantante Cole Haden (la voz más cool del momento) superan las expectativas de su notable debut (Dogsbody del 2023) con otro tratado de post “todo-lo-que-se-les-ponga-por-delante”; un exuberante e intrépido cancionero que juega a los contrastes armónicos y al virtuosismo instrumental bordeando el preciosismo vacuo, pero que consiguen esquivar con requiebros inesperados, y en algún caso, soluciones un tanto epatantes.
Pirouette (True Panther, 2025) es un torbellino, un granguiñolesco muestreo del mejor postpunk de los 00 que apuesta por una estética sonora de choque-reacción. Gira el disco y la primera canción ya te lleva en volandas, porque “Vespers” es un ejercicio soberbio de punk bailable que te empuja a gastar suela de zapatilla. En esta canción podemos rastrear nombres como Radiohead, LCD Soundsystem o Crystal Castles juntos.
Puestas las cartas encima de la mesa, sólo hay que dejarse engatusar: ”Cinderella” es una hipnótica tonada en la que Haden declama sobre una colcha de electrónica mutante y adictiva al extremo; ritmos kraut van moldeando la inquietante ”Diva” que toma un desvío hacia terrenos protoindustriales; la herencia con el grupo de Thom Yorke es evidente en “Acid Rain” (bien podría ser su “Karma Police”), y en sus más de cinco minutos se despliega un hermoso retablo pop con paradas inquietantes, y se mastica esa tensión a la que antes se aludía en cada nota. Fuego en el cuerpo. Casi arde todo.
La EBM pespuntea el nervio de “Departures” a base de sonidos repetitivos que no esconde su gusto por la melodía pop, de la misma forma que “Doves” es una brillante muestra de pop desencajado, eufórico y serpenteante a la vez, “Baton” cierra el disco de forma sosegada con unos espléndidos arreglos de sintetizador que van creando una ensoñadora viñeta de suave psicodelia.
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