Charlamos con The New Raemon sobre su nuevo disco
The New Raemon está de vuelta con Una Canción de Cuna entre Tempestades, un trabajo que ha comenzado a presentar en salas y que a buen seguro llevará a su autor a recorrer buena parte de nuestros escenarios durante los próximos meses.
El pasado verano habíamos hablado con Ramón sobre la gira celebración 10º aniversario de A propósito de Garfunkel y la preparación de su nuevo disco. Una vez publicado, tenemos excusas suficientes para volver a charlar con él sobre este nuevo lanzamiento de The New Raemon, su proceso de creación y el significado de sus canciones.
«Hablar de las cosas feas en las canciones me parece muy útil, ayuda a tener una visión del mundo mucho más amplia, el azúcar hay que justificarlo»
Lo primero que me ha impactado tras escuchar Una canción de Cuna entre Tempestades es la gran capacidad emotiva que supura. ¿Estás como autor de acuerdo en ese aspecto, que estamos ante una de tus obras más emocionantes?
He puesto especial cariño en la interpretación vocal, quería cantar distinto a los otros discos, la meta de ser un intérprete es que la voz transmita aquello que canta, que el texto y la melodía se fundan, eso es lo que llevo intentando años, pienso que emociona porque me emocioné cantando este repertorio, las tomas de voz son de casa, las grabo yo mismo, en completa soledad, desde ‘Libre Asociación’. Estoy muy cómodo cantando e improvisando en casa, y especialmente contento con las voces del disco.
La escucha me inspiraba reposo y reflexión, junto a la cohesión que siempre destilan tus discos. ¿Fueron estos elementos clave a la hora de componer y grabar el nuevo álbum?
Aproveché las vacaciones para quedarme solo en casa tres semanas, el disco se compuso en su totalidad el verano pasado, totalmente aislado de todo, apenas paraba para comer, estuve tres semanas en el sótano volviéndome loco con el disco. No había podido componer demasiado hasta entonces, y aproveché el momento para dejarme llevar durante jornadas maratonianas, llegué a reunir unas 18 canciones, descarté 4 y el resto se grabaron en febrero en La Mina, con Raúl Pérez a los mandos.
De un tiempo a esta parte observo en tus discos una manera de fluir, de transmitir y, en definitiva, de crear e imaginar prácticamente artesanal. ¿Estás de acuerdo en esa evolución que aprecio?
Totalmente, es lo que te contaba, desde 2011 mis discos se construyen sobre mis maquetas, y me gusta conservar esa frescura, no me interesa nada que mis discos suenen como el 80 por ciento de discos que se graban aquí, quiero que suenen a mis discos, eso es lo que me divierte hacer.
Me llama la atención, desde un punto de vista sonoro, o perceptivo, en general, que cada vez hay menos ligereza a la hora de afrontar adversidades, acontecimientos o melancolía, y que, sin embargo, ese mayor, por decirlo de alguna forma, «espesor dramático» se traduce en un resultado curiosamente más esperanzador de resolver los entuertos cotidianos. ¿Es así?
Hablar de las cosas feas en las canciones me parece muy útil, ayuda a tener una visión del mundo mucho más amplia, el azúcar hay que justificarlo, se puede escribir una canción bella sobre algo ligero o alegre; pero me parece más interesante escribir una canción sobre algo terrible y que sea más hermosa todavía, porque te hace ser más consciente de la suerte que tienes de poder seguir viviendo, aunque duela muchas veces.
También noto un esmero instrumental, un disco que suena mucho a banda, restando protagonismo a la figura llamémosle más «cantautoril» o «en solitario» que pudiera asociarse en parte a tu propuesta -más en su origen, pienso yo- ¿Fue esa la intención a la hora de dotar de enjundia la faceta musical, el uso de coros, arreglos, etc.?
Es casual, siempre lo es, no sé hacia dónde irá un disco hasta que no consigo agrupar seis canciones juntas, es entonces cuando veo el tono del mismo. Siempre depende de si quedan bien las canciones agrupadas o no, entonces decido cuáles son las mejores, a partir de ahí ya es más consciente.
Para mí, como fan, existen dos The New Raemon: el de las dos primeras obras y el que nace con ‘Libre Asociación’, mi disco favorito. ¿Notas tú también esta división o es más un capricho de fan sin más?
Lo entiendo del mismo modo, pero al ser géminis, se necesitan mutuamente, se complementan a veces, y a veces no.
Desde la propia portada, la afluencia de sintetizadores vaporosos, etc. el disco tiene para mí un tono crepuscular, algo de recapitulación y de dar un nuevo paso no se sabe muy bien a dónde. ¿Es así o eso es algo inherente a cada una de las creaciones que el artista va construyendo?
Pienso en los ciclos vitales, influyen en los ciclos compositivos, siempre. Éste y el anterior forman parte de un nuevo ciclo, el tercero de este proyecto. Mentalmente es una forma de organizar el trabajo y poder seguir haciendo discos, tener la sensación de que vas cerrando etapas y abriendo otro ciclo.
Instintivamente, en los juegos fantásticos que determinadas personas hacemos al escuchar algo de nuestros grupos favoritos, vi ‘Una Canción de Cuna entre Tempestades’ como una mezcla entre la inteligente manera de cuestionar lo que nos rodea de ‘Tinieblas, por Fin’ y la hondura sencilla, que no simple, de Oh, rompehielos. ¿Puede ser? ¿Son estos delirios imaginativos propios del oyente y no del artista?
Me parece una observación muy acertada, no me había parado a pensarlo y lo que comentas tiene todo el sentido.
«Me gustaría poder seguir haciendo los discos que me apetezca, mientras pueda»
Háblame de la Ultramarinos Costa Brava Session que hemos ido disfrutando. ¿Cómo surgió? ¿Habrá más vídeos que los ya vistos?
Hace años que no aparezco en mis videoclips, no me gusta, tampoco las sesiones de fotos. Sí me parece interesante lo de publicar vídeos en los que la banda y yo estemos tocando en directo, de ahí surgió la idea, invertir el dinero de un videoclip en pasar un día estupendo en el estudio de grabación y sacar de ahí dos o tres piezas en directo. De momento hemos hecho cinco vídeos, de los cuales se han estrenado ya tres. Dimas Rodríguez, Jazz Rodríguez y Alfons Fernández están preparando un documental con todo este material, verá la luz el próximo año.
¿Y la colaboración con Rocío Márquez? El contraste entre ambas voces junto a los arreglos de «Un posible final» son estremecedores.
Rocío es sobrenatural, hacer esa canción con ella es de lo mejor que he vivido en esto de escribir canciones. Le mandé la canción y le encantó, el resultado final es sorprendente.
Otra impresión que tengo es la de que las canciones que eliges para tus discos propios están muy meditadas, desde su orden, temática, etc. cosa que no me lo parece tanto en los discos colaborativos, en las que las veo más un poco de su padre y de su madre. ¿Es así? ¿Existe esa diferencia?
En el caso del disco con McEnroe sí había una fusión ahí, el disco quedó muy homogéneo, muy mezclado. La impresión que tienes es cierta, antes de ponerme a escribir la música tomo un montón de notas durante meses, pensando en títulos para un disco, títulos para canciones, ideas para letras, conceptos… vamos, recopilando todo eso hasta dar con algo que me lleve a volver a escribir una canción, es como irse preparando para ese momento. Una vez escrito el disco, le doy mil vueltas a la secuencia de las canciones, si hablas con Raúl Pérez, el productor; te contará la de versiones distintas del disco que llegué a barajar, una locura.
“Charlestón (Flores y Dolores)” es mi tema favorito hasta ahora. Cuéntame algo especial acera de esta canción.
La compuse pensando en el tema de Marujita Díaz, quise coger esa idea y darle la vuelta, lírica y musicalmente; coger una idea de otra época y hacerla algo más actual, la canción parte de ese concepto.
Para terminar, Ramón, dime algo que te gustaría hacer musicalmente desde un punto de vista creativo antes de morir que no hayas hecho aún y algo de lo que te arrepientas en especial.
Me gustaría poder seguir haciendo los discos que me apetezca, mientras pueda.
Foto: Noemí Elías
Buena entrevista