Lo nuevo de Chucho a través de sus canciones: Cap. 7

Próximamente llega el esperado nuevo disco de ChuchoCorazón roto y brillante (Intromúsica). El regreso de la banda de Albacete es un álbum conceptual sobre una ruptura, que nos cuenta la historia de Pere y María a través de sus doce canciones. Antes de escucharlas, conocerás lo que esconde cada una de ellas de la mano de Fernando Alfaro, quien nos irá desvelando en Muzikalia un relato dividido en capítulos, correspondientes a cada una de esas canciones. Aquí tienes el capítulo 7.

Próximamente, más entregas.

 

PERE Y MARÍA: 07 > Hoamm

Esa actitud de siempre, de ambos. Cómo no compadecerse, cómo no padecer con ellos. Los celos nunca reconocidos, pero que levantaban la tierra como si el viento soplara por debajo de ella; un viento caliente, telúrico. Aunque no estaban casados, eran como ese matrimonio de sociólogos marxistas que simulan que no les importa un ápice lo que su recíproca pareja haga o deje de hacer, si tiene o no amantes, pero en realidad no pueden evitar ese viento interior, ese viento caluroso de poniente, ese hoammm. Y la desconfianza, la desconfianza mutua, el cimiento del matrimonio a fin de cuentas. O de la pareja.

Una tarde fría de otoño María estaba criticando veladamente a algún personaje de alguna película, por su infidelidad, y Pere, conciliador, había comentado que los caminos del corazón te llevan por sitios insospechados.

—Ya, los caminos del corazón, vaya excusa egoísta —dice ella—. Los caminos del corazón siempre hacen daño a alguien.

Sí, María, los caminos del corazón están sembrados de cadáveres, sembradas de cadáveres están las cunetas. Doy fe. Yo puedo dar fe. A veces, hablo con ellos. Unos son cadáveres metafóricos, otros son cadáveres reales, que buscan su camino a casa. Me preguntan, ciegos en la noche, pero yo no puedo hacer que escuchen mi voz… Y los cadáveres metafóricos… esos aún creen que están vivos. Como el que fue tu marido y que en realidad sigue siéndolo porque no os habéis divorciado. O la anterior novia de Pere, que tanto la quería. Cadáveres.

Otra tarde del mismo otoño María vino con vino, y con un libro que se había comprado: El amor dura tres años, novela escrita por Frédéric Beigbeder. La novela plantea la tesis que precisamente expone su título —aunque es más bien una convicción del sufrido protagonista, que su propia actitud termina por desmentir después—. Y viene a concluir, en palabras del propio escritor a la prensa, que los que superan ese plazo y permanecen juntos son prácticamente unos héroes del amor, unos revolucionarios. «Unos pringados, ¿verdad?» pensó Pere. La tarde que María lo terminó de leer, le dijo: «tienes que leerlo; está muy bien». Él se mostró hosco, mirando hacia otro lado y sin responder. Hacía una semana, en secreto, habían cumplido sus tres años juntos.

Otra tarde más, Pere estaba en la cocina y María le hablaba desde el sofá, con cierta angustia y una leve irritación:

—Acabo de cumplir treintaidós años, Pere. Treintaidós. No puedo más con toda esta dependencia, creo que tengo que reorientar mi vida. Yo te quiero, pero me siento como en una cárcel a veces, y todo va demasiado rápido…

—Claro, el tren y la trena. Te entiendo, porque a mí me pasa exactamente igual.

—No. Igual, no.

—¿Por qué igual no?

—Mira, vamos a dejarlo.

Luego, una mañana, María se levanta y se encuentra a Pere durmiendo en el sofá:

—¿Qué haces ahí? ¿has dormido aquí toda la noche?

—Anoche hablabas en sueños.

—¿Y hablaba tan fuerte? ¿tanto te molestaba?

—No era eso lo que me molestaba…

—Pues ¿qué, entonces?

—Me hablabas en inglés. O hablabas a alguien en inglés, pero es que era un sueño húmedo y estuvimos a punto de hacerlo hasta que me hablaste en inglés y me llamaste no sé cómo.

—¿Cómo? ¿Cómo te llamé?

—¡Déjame en paz!

Y otro día: María está pasándolo mal, muy a su pesar —tiene dentro el viento de poniente, hoammm—, viendo la expresión de Pere, que está sentado frente a la computadora, la pantalla iluminándole la cara:

—¿Con quién hablas? Vaya carita que se te ha quedado…

—No, nada, nadie —respondió él, sorprendido in fraganti, cerrando la tapa del artilugio.

—Siempre me acuerdo de aquella Nochevieja, nuestra primera Nochevieja juntos —Pere habla frente al hueco que dejó el espejo en su cuarto de baño, en el momento presente, en el día presente—, que fuimos a cenar a un asiático y no tenían uvas y no pudimos comernos las uvas. Yo entonces dije que eso nos traería mala suerte y te reíste de mí o de mi ocurrencia, como siempre hacías entonces. Yo también me reía mucho contigo, todavía me pasa, o tengo aún esa disposición. Luego fuimos a un par de clubes, y a la salida del último me puse a hacer el tonto en plan «a sus pies, bella dama», tirándome efectivamente a tus pies, hasta que en una de esas tropecé y me caí por unas escaleras que estaban detrás de mí, acechando como un hoammm… —Pere se mira, en el día presente, su cuerpo presente, y tiene una férula en la muñeca izquierda y la pierna izquierda también escayolada—: Pe… pero… el tiempo va al revés o algo muy raro pasa, porque yo no me rompí los huesos cuando rompimos, creo, creo recordar, sino cuando empezábamos a estar juntos.

Qué vamos a decir, qué decir tiene. Las mejores cosas que nos pasan nos pasan estando borrachos, y ahora, en este mundo retorcido y alambicado que se ha creado la humanidad, eso es malo. Está mal. Escribir yendo borracho está infravalorado. Lo que se escribe estando borracho está infravalorado. Y la prueba es justamente esto que estoy escribiendo, que es una mierda pero lo estáis infravalorando sólo porque voy borracho. Borracho, digo, porque yo nunca probé ningún producto de estos que tenéis ahora, qué lástima, ojalá. Sólo algún canuto con mis amistades, pero en fin, no hablemos más de mí sino de esta nuestra pareja, qué amor, cuánta pena, cómo los quiero ya a ambos:

—Me encanta mojarme con la lluvia en verano —dijo ella.

—Pues te cae un montón de mierda encima, con toda la contaminación que hay —repuso él.

Pere entona el miserere, el cólico miserere, el mea culpa: qué idiota soy, qué descerebrado, no puedo contener mi mal humor ni ese río de blasfemias que me dan miedo hasta a mí, de las frases retorcidas que puedo llegar a decir, de los males de ojo que puedo llegar a imaginar. Esa mierda explosiva que yo también tengo, quizá espantaba a alguien más que a los demonios y quizá espantaba a María. Como aquel día, qué pasó aquel día, aquella noche, que fuimos a ver un concierto y era entre semana y como ella tenía que currar me dijo que nos volviéramos pronto. Pero nos emborrachamos, María invitando a chupitos al tío aquel, a mí también, menos mal, pero ya se hacía tarde y le dije vámonos y cuando nos íbamos le entró un latero de esos que venden cervezas en la calle y ella le preguntó por farlopa y el tipo le dijo que sí, vente, cogiéndola de la mano para ir a venderle en algún piso sórdido. Y yo entonces la cogí de la otra mano y le dije vente, vente por favor, vámonos ya, y entonces ella vio a su amiga hablando a la puerta del club con el tío de los chupitos y allá que se fue, borracha y celosa, y se puso a hablar con él con su sonrisa de resplandor. Y entonces fui otra vez a cogerla de la mano y decirle que nos fuéramos pero no quiso, y la agarré de la muñeca y de repente… De repente me está mirando su amiga, con sorpresa y con inquina, me está mirando el de los chupitos, en plan oye tío a ti qué te pasa; y me está mirando María, esta vez con furia. Con odio. Al puto monstruo. Y me voy de allí y me siento en un callejón y la llamo y la llamo y no me responde, y busco un taxi tambaleándome pero ningún taxi me quiere recoger, y doy tumbos y más tumbos hasta que un taxista se apiada o se despista y me lleva a casa. María no aparece hasta por la mañana.

—No sé si es buena idea esto de tener una relación abierta y vivir juntos… —había dejado caer María, transcurridos unos días después de aquello. ¿O fue Pere? Quizá fue el propio Pere y ahora se está arrepintiendo, entonando el cólico miserere, como el que estruja una esponja empapada.

 

 

 

 

HOAMM

Pere y María se prometían una mañana (Hoamm)
relación mundana (Hoamm).

Pere y María recién entrados en la treintena (Hoamm),
el tren y la trena (Hoamm).

Los dos querían que fuera una relación abierta (Hoamm),
un pie en la puerta (Hoamm).

He encontrado una palabra que me gusta: Hoamm.
Cómo me gustas, Hoamm.

El otro día follando en sueños me decías “Juannn”,
o quizás decías “Joannn”.

Pere, todo el día con el teléfono sonríes (Hoamm),
¿tendrás Tinder? (Hoamm)

Está muy claro que ya no me quieres como antes (Hoamm),
¿tendrás amantes? (Hoamm)

Aquella noche me decías “come here, Joannn”.
O tal vez decías “Samm”.

La otra noche te vi mendigando una raya (Hoamm),
o una papaya (Hoamm).

Ojos que no ven, corazón que se resiente (Hoamm)
y se resiente (Hoamm).

Desde que rompimos me he roto varios huesos (Hoamm),
será por eso (Hoamm).

Y salí de casa con un corazón roto y brillante (Hoamm),
tan radiante (Hoamm).

Salí de casa con un corazón roto y brillante…

Texto: Fernando Alfaro

Ilustración: Erika Seven

 

«Los personajes y hechos retratados en este relato son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia»

 

 

 

 

Consulta aquí la historia de Pere y María en la que se inspira el nuevo disco de Chucho:

1 > Corazón roto y brillante

2 > Sombra lunar

3 > La ambulancia y el dolor

4 > Yoga love

5 > La carretera de la costa

6 > La feria animal

7 > Hoamm

8 > Vals del trueno

9 > Espalda brillante

10 > Agente Sebso

11 > Agujetas

12 > Otra ciudad

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