Nudozurdo (Sala Mon) Madrid 15/03/24

El regreso de Nudozurdo qué duda cabe que ha sido una de las noticias musicales más celebradas de los últimos tiempos. A su espléndida presentación en vivo del pasado año le siguió un disco, Clarividencia (24) que algún plumilla, presa del inherente trauma de envejecer y sentir que cada vez ocurren menos cosas, calificó como mejor disco de la carrera del grupo y que yo, con mayor cautela, calificaré de genuino grower, atesorando como mayor virtud la tremenda y novedosa elaboración lírica de Leo Mateos.

Tocaba disfrutarles de nuevo engrasados en mitad de una exitosa gira que les está llevando por escenarios de todo el país. Y el inicio no pudo ser mejor. Y es que abrir un concierto con “Lo que ocultan las arizónicas” no puede ser catalogado de otra manera que como portento en un mundo asquerosamente invadido por la papilla obvia. Tema oblicuo y exigente al que siguió un no menos penetrante y severo “Laser love” y una no menos esquiva “Carta a Nina”. Imposible no rendirse al carácter y la personalidad del combo a esas alturas de la velada, donde sonido y actitud brillaban exultantes desde el escenario.

Tiempo para la celebración colectiva con ese clásico instantáneo que es “Mil espejos”, una canción por la que cualquiera hubiera matado con tal de haber compuesto. Entre las concesiones más terrenales, cabe destacar el rescate de la conmovedora “Úrsula hay nieve en casa” o la incisiva “Ha sido divertido”.

Aunque quien les escribe prefiere quedarse con lo apabullante que sonó una vez más en vivo “Bisontes albinos”, infinitamente mejor que en disco, el pulso tenso marca de la casa de “Elvira / Santuario Combate” o ese disparate de tema entre lo mejor que han hecho nunca que es la reciente “La bruja”, tan increíble que haya quedado fuera de Clarividencia en su versión digital como a favor estoy de la decisión.

Mostró de nuevo su hegemonía majestuosa una canción reciente tan inapelable como “La Isla del Diablo”, que sonó fascinante, y una descomunal y desatada “Dosis modernas” con la que dio por concluido el grueso del show.

El bis fue una continuación eléctrica y entonadísima con un “El Hijo de Dios” catártico con un Leo encapuchado bañándose entre las masas para seguirlo con la incisiva “Prometo hacerte daño” y terminar con un colofón de altura, una de esas letanías que cantan al extrañamiento retorcido del amor más amorfo y anhelante: “El diablo fue bueno conmigo”.

Nudozurdo no es que hayan vuelto para quedarse, es que su incrustación en lo más hondo de nuestras entrañas no nos la arrancaremos jamás.

Foto Nudozurdo: Raúl del olmo

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