Comando Suzie – El Hombre Sentimental (CC, Autoreverse)
Durante una de las múltiples escuchas a las que sometí a El hombre sentimental, segundo disco de Comando Suzie (proyecto de Raúl López junto a la enigmática Ella y Marcos Gimeno), se produjo una coincidencia que me hizo replantear todo lo que llevaba apuntado hasta el momento. Mientras los altavoces emitían mensajes contradictorios con referencias al amor y al desamor en sus múltiples formas, y yo revisaba nuestro especial San Valentín para la web divagando acerca del amor y sus intrincadas sendas, apareció en la pantalla de mi ordenador una noticia: Javier Marías publica nueva novela. Caí entonces en la cuenta de que El hombre sentimental es también el título de una de sus obras, pero había algo más: el titular venía acompañado de un texto que decía “estar enamorado suele ser algo deseable, salvífico y redentor, pero puede llevar a las cosas más atroces”. Las cosas más atroces. Volví a poner la canción “Biología” y lo que suponía una romántica declaración de amor (“seré tu paño de lágrimas, seré tu amante perfecto”) se tornó en inquietante crudeza (“programaré tus neuronas para que seas siempre feliz”, “sólo falta tu novio al que yo mismo quitaré de en medio”…) De repente la frase “nunca más estarás sola, te lo prometo” sonaba más a amenaza que a declaración de amor.
Hasta ese momento me parecía que entre las diez canciones que forman El hombre sentimental había varias que podrían llegar a ser hits discotequeros en manos y voces más amables como, por ejemplo, Fangoria o Pet Shop Boys. Pensaba que para esos éxitos en potencia suponían un lastre el ritmo robótico y frío que lo cubre todo, así como la voz impersonal y sin matices que habla de amores, odios, miedos, celos y rupturas con la misma apatía e indiferencia con que Azul y Negro amenazaban con saltar desde la Torre de Madrid o Décima Víctima cantaban el estribillo de “un hombre solo”.
Pues no, mis primeras impresiones estaban erradas. Ese desafecto, ese acercamiento impersonal a pesar de que las narraciones son en primera persona, es necesario. Las canciones lo piden, y no aceptarían otra aproximación. Es un disco sobre sentimientos, sí, pero con una mirada obsesiva e industrial sobre nuestras relaciones apresuradas, volátiles e intercambiables (“Dime qué tengo que hacer antes de sustituirme…”), perfecta para la generación 2.0. Las menciones en las letras a iconos de los sentimientos oscuros y obsesivos como Joy Division, Radiohead o The Cure no son en balde. La repetición machacona, tanto de esquemas como de letras, agudiza esa idea de fijación. Una fijación extraña, puesto que en pocos minutos (“Val existe…”) puede cambiar de destinataria sin trauma alguno.
Un disco sobre el amor repentino, transitorio y fugaz, sobre el hombre sentimental capaz de enamorarse de todas las chicas que ve por la calle y de obsesionarse con una mirada o un gesto, unas canciones sobre la fuerza de los sentimientos y al mismo tiempo sobre su volatilidad… Un disco que debe ser escuchado, sin embargo, sin prisas y con atención. Sólo así comprenderás que la mención a Rocío Jurado en “La canción de Ella” tampoco es en balde.