I Break Horses – Chiaroscuro (Bella Union/ [Pias])
Uno de los más extraños expedientes x de este fabuloso año -en lo que a lo musical se refiere, obviamente- es el ninguneo que por parte de la crítica se le ha hecho a Chiaroscuro (14), el fantástico segundo trabajo de I break horses.
Bien es cierto que el viraje en su sonido es bastante impetuoso. Las formas synth-pop se erigen en protagonistas siendo, además, el género más en forma -ahí están los tremendos nuevos discos de Future Islands o Trust para atestiguarlo-; o, más cercano al adictivo retrofuturismo de la synthwave (fan absoluto de esta corriente me declaro), el flamante pase en firme de Perturbator con Dangerous Days (14). Con su debut, el intrincado Hearts (11), su latido se hacía eco del revival dream pop y shoegaze de la época con ya muy notables resultados.
Por tanto, no sé si es por un «supuesto oportunismo» hacia los sonidos que en cada momento más se llevan lo que cuestiona las canciones incontestablemente grandes que atesora Chiaroscuro (este tipo de estúpidas críticas han perseguido desde siempre a bandas consagradas como, por ejemplo, The Cult).
El caso es que me la trae al pairo y lo que aquí vengo a defender y a recomendar es un conjunto de canciones flamante, invencible, luminoso a la par que triste, nostálgico, entonado en lo emocional y certero en lo compositivo: una oda a la vida, un honesto posicionamiento en el que María Lindén ha trabajado con una mezcla de contrarios; un contraste que no es otra cosa que el reflejo de la montaña rusa que es nuestro día a día.
«Your Burn» hace de perfecta entrada: suena expansiva e invasiva, cálida y distante a la par, con esa magia heredada de la sensibilidad especial de Chromatics, al igual que «Ascension». «Faith» es el tema más potente, un corte bailable compuesto con una maestría envidiable. «Denial» suena exótica y ensoñadora. Otro acierto de pleno para dejarse llevar muy lejos al escucharla. «Berceuse», «Medice brush» y «Disclousure» marcan el tramo intermedio de la escucha y suponen adentrarse en sus más procelosas aguas, a la par que reconocibles. Para terminar, el dúo sueco se reserva dos balas fabulosas: «Weigh true words», baste decir que es mi tema preferido, y «Heart to know», una suerte de torch song bastarda muy emparentable con la nueva encarnación doliente de la extraordinaria Lykke Li. Asombroso.